A los neoliberales les cuesta mucha dificultad entender el tema social de la pensión de vejez, porque su enfoque es puramente financierista y han reducido el caso a un ahorro privado, que se acumula durante la vida laboral del individuo y se le retorna cuando llega a la edad establecida por la ley, independientemente de que esta edad sea o no la más adecuada para recibir la retribución. Siempre financierista y siempre privado.
Pero existen otros enfoques sociológicos para abordar el análisis del fenómeno de las pensiones, como por ejemplo el que se sustenta en el marco conceptual del Desarrollo a Escala Humana, que se aleja del financierismo y le imprime un tratamiento a la vejez con sentido humanista. En este caso, la pensión es un satisfactor de la necesidad humana de protección, que todos los individuos vivos de la especie, requieren cuando han llegado a la tercera edad y su capacidad humana ya no puede ser productiva. Como todos los individuos de la especie llegan algún día a esta situación y como la necesidad no es un capricho creado por la mente humana sino un requerimiento biológico creado por la ley natural, ese satisfactor de protección es de carácter público, independientemente de que el satisfactor lo administre el Estado o una entidad privada. Es decir, la pensión no es privada y siempre será pública, debido a su origen biológico, en concordancia con los principios filosóficos y sociológicos del Estado Moderno.
En cumplimiento de los fines esenciales del Estado consagrados en la Constitución Política, el organismo debe establecer un mecanismo para el manejo social de este bien, que compete y les interesa, a todos los individuos del conglomerado social. Dicho mecanismo es, y debe ser, público, porque trata de la solución de una necesidad básica humana creada por la ley de la naturaleza. Por supuesto, dicho mecanismo incluye un componente de financiamiento que implica aportes de los mismos individuos durante el tiempo de su etapa laboral y también del Estado, con recursos provenientes de los impuestos. En ambos casos, los aportes al financiamiento son de carácter público, así salgan de los bolsillos de los mismos cotizantes; es una contribución individual para el financiamiento de un sistema de interés general que compete a todos, como reza la definición de lo público. Una vez hecho el aporte del cotizante, ese dinero se convierte en público y hace parte del patrimonio público porque entra al mecanismo público mediante el cual se financia el pago de la pensión a quienes lo requieren por razones de su edad; simultáneamente, crea su acreencia para tener derecho a percibir su pensión cuando sea necesario. Y así, el monto de la pensión no debe estar condicionada a la cuantía de los aportes, sino a las características de la necesidad humanas, fundamento humanista que, por supuesto, es de difícil aplicación por razones de viabilidad financiera.
Pero los neoliberales no entienden ese enfoque humanista de la política pública de amparo a la vejez; para ellos, los bienes públicos deben ser privatizados, tanto el operador del sistema, como los recursos para su financiamiento y por eso su propuesta es que el cotizante realice un ahorro privado que luego se le retorna cuando sea mayor. Eso, por supuesto, no es una pensión de vejez de carácter público sino un esfuerzo privado para sí mismo, lo cual se aleja de la esencia de los bienes públicos y el enfoque a escala humana de las condiciones de vida, ya que todas las personas deben contribuir a la solución de las necesidades de todos, sometiendo el interés individual por debajo del interés general y el bien común.
En esas condiciones, el debate que actualmente se lleva en Colombia sobre la reforma al sistema pensional, nunca tendrá un acuerdo porque se habla un lenguaje diferente. Mientras se siga discutiendo en términos neoliberales, nunca habrá solución social y humanista. Si la discusión se realiza en el escenario neoliberal, siempre el peso de la propiedad privada y el enfoque financierista será privilegiado y brindará los argumentos para las decisiones que finalmente se adopten para el diseño de la política y se mantendrá escondido ante la opinión pública, el meollo de la pensión de vejez.