La muerte de los dos jerarcas más sanguinarios de las Farc no ha estado ocultada para ningún habitante en Colombia, pues ha sido uno de los hechos más mediáticos que hasta ahora han copado las portadas de los principales diarios en todos los rincones del territorio nacional; lo han catalogado como el golpe de más alta envergadura causado a la organización narcoterrorista.
Si bien es cierto que la muerte de Romaña y el Paisa es un acontecimiento de estándares internacionales, se debe informar que no fueron dados de baja por autoridades colombianas. Según informaciones oficiales, sus fenecimientos más bien fueron causados por conflictos con organizaciones criminales en inmediaciones del vecino país de Venezuela; asunto que permite atisbar que se trató de una actividad en busca de la —para nada despreciable— recompensa ofrecida por la cabeza de estos dos hampones.
El acaecimiento de estos hechos, amén de haber sido un magno evento informativo, también fue un estruendoso mensaje subliminal para aquellos cabecillas que continúan en la ilegalidad. El ejemplo palpable es el caso de Iván Márquez, quien, de acuerdo con informes de inteligencia, estaría ofreciendo dinero a grupos criminales en Venezuela a cambio de continuar con vida.
El mensaje fue claro, es tan estruendoso como el sonido emitido por una alarma contra incendios o por una alerta nuclear, para los oídos de los guerrilleros que decidieron seguir haciéndole la guerra al Estado colombiano con la Segunda Marquetalia; llegó con mucha más fuerza la misiva. A leguas se nota que el dinero mueve las montañas que la fe y la lucha no pueden, este es el mensaje que los señores de la guerra deben someter a escrutinio.
Consecuencialmente, creo que el mensaje ha sido bastante claro, no van a estar seguros aunque se escondan debajo de las piedras. el dinero mueve fibras en los hombres que la fe no puede; tras años de intensa lucha por parte de las autoridades colombianas queda un sabor amargo al no tener la posibilidad de cerrar ese capítulo indignante de la historia de esta nación. Sin embargo, la justicia cojea pero llega, en este caso llegó por medio de criminales venezolanos que perseguían una cuantiosa recompensa por las cabezas de estos dos altos mandos guerrilleros.
En mérito de lo expuesto, queda claro que el camino de la ilegalidad trae sus consecuencias tarde o temprano, es muy difícil escapar de una cuantiosa recompensa por tu cabeza, y cuando tu muerte suceda, será un gran mensaje subliminal para tus colaboradores.