María* y Leidy* se llevan 30 años de diferencia, sus vidas son muy distintas, pero tienen algo en común: son adictas a la comida.
María cumplió 3926 días de abstinencia tras haber comido compulsivamente durante 63 años. Su adicción a la comida tocó fondo a sus 50 años cuando desarrolló un trastorno afectivo bipolar que le provocó una depresión profunda y la llevó a cometer acciones que rompieron lazos afectivos con su familia, especialmente con su mamá.
“Yo decía, mañana paro, mañana paro, mañana paro y no podía parar. Ese día me comí un arrume de duraznos, no me acuerdo si eran dos docenas o tres docenas y no podía parar. No podían pasar más de cinco minutos y tenía que comerme otro. Para mí, controlar las cantidades era dificilísimo", recuerda María.
Por su parte, Leidy padeció el pico más alto de su enfermedad compulsiva a los 35 años, perdió su matrimonio, su trabajo y por poco su vida.
“Yo tuve atracones de comer un perol completo de habichuelas. Aunque no era un alimento compulsivo como el azúcar y el trigo, comer un perol de habichuelas era excesivo. Yo soy bulímica, hacía ayunos, me laxaba y hacía ejercicio en exceso", afirma Leidy.
María y Leidy no supieron durante muchos años que eran comedoras compulsivas. De hecho, la mayoría de las personas que lo son no lo saben, no lo entienden o no lo aceptan. Ambas visitaron médicos, nutricionistas y psiquiatras, pero ningún tratamiento del sistema de salud colombiano fue lo suficiente integral para ayudarlas.
El rumbo de estas dos mujeres cambió cuando conocieron a Comedores Compulsivos Anónimos (OA) en Bogotá. Actualmente, son líderes del grupo y logran su tratamiento de abstinencia un día a la vez. La solución que encontraron fue netamente espiritual (no religioso). La comunidad les enseñó el secreto de los doce pasos y el poder superior del dios que cada uno crea para salvarse.
En el año 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció el Trastorno del Comedor Compulsivo como enfermedad. Teniendo en cuenta el concepto de algunos expertos quienes consideran el trastorno como una enfermedad incurable. "En Colombia se registraron 12.028 personas diagnosticadas con algún problema en su conducta alimentaria según la Encuesta de Salud Mental 2018".
Tanto María como Leidy y decenas de personas, hoy día, han logrado equilibrar la situación de compulsión hacia la comida gracias al apoyo y asesoramiento de la organización Comedores Compulsivos Anónimos (Overeaters Anonymous), la cual tiene sedes en 70 países del mundo como en Colombia, Estados Unidos y España.
Durante la pandemia que azotó el mundo, el grupo OA no se detuvo. Las reuniones continuaron de manera virtual todos los días. Los asistentes tuvieron la oportunidad de conocer personas de todo el mundo, además de escuchar sus relatos y testimonios que enriquecen sus procesos y los 12 pasos para alcanzar la abstinencia.
Más allá de la adicción
La académica Fabiola Godoy, cita en su artículo Incorporación del concepto en la salud pública chilena el “Trastorno del Comedor Compulsivo (TCC), se define como la ingesta de grandes cantidades de comida asociada con indicadores subjetivos y comportamiento; pérdida de control; angustia significativa por la alimentación compulsiva; y la ausencia del uso regular de comportamientos compensatorios inapropiados: purgaciones, ayunos y ejercicios excesivos”.
“Ansiedad, esa es la palabra más nombrada en el consultorio por los comelones compulsivos”, afirma Juanita Zapata Vargas, nutricionista dietista de la Universidad de Antioquia.
Esta enfermedad está acompañada de la sensación de tristeza, vacío, insatisfacción, disgusto por su cuerpo, estrés, aislamiento; pero depende de cada persona.
La doctora Zapata destaca que este trastorno se presenta en personas con problemas emocionales, psicológicos o espirituales quienes encuentran en la comida un refugio. “Usualmente son personas que hacen ayunos prolongados y en cualquier momento de la noche o del día comen demasiado o comen en algún momento cuando se sienten frustrados, tristes o lo hacen de manera de recompensa por hacer las cosas bien.”
Según varios estudios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM - Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el 2% de la población general de los estadounidenses, el 0,7% de población general francesa, el 1,5% de población de noruega y el 0,7% de la población inglesa sufren este trastorno.
Los consumidores compulsivos de alimentos también están en los países latinoamericanos, por lo tanto organizaciones como Comedores Compulsivos Anónimos (Overeaters Anonymous) pide más atención al tema.
“Los médicos cuando ven una persona hipertensa curan la hipertensión, al igual con los diabéticos, pero no se les ocurre que, si a esta persona se le quita la comedera de grasa o de azúcar, se podría mejorar, pero ellos solo ven la última consecuencia”, expresa una de las integrantes de la comunidad OA.
“Le dicen al paciente no coma dulce, coma lechugas, pero no han captado un tratamiento integral donde se maneje la mente, en donde nos ayuden a no hacer daño, normalmente los comedores compulsivos somos muy peleones, por nuestra misma enfermedad”, recalca otra comedora compulsiva quien considera que aparte de remitir los pacientes al nutricionista, al psicólogo o a un único especialista, se debería hacer un proceso más integral con los adictos.
Los 12 pasos
Comedores Compulsivos Anónimos utiliza el método de los 12 pasos, las 12 tradiciones y las 12 promesas, que en resumen es un proceso donde se busca un poder superior al del cuerpo potenciando la dimensión mental y espiritual (no necesariamente religiosa) de la persona.
También, a través de nuevos hábitos y herramientas controlan la conducta compulsiva. Cuando logran tener un avance en su proceso, se vuelven padrinos de las nuevas personas que llegan a buscar ayuda. La organización quiere ayudar a los comelones compulsivos a lograr vivir bien y vivir felices, controlando su enfermedad.
El Dr. Edgar Hurtado, un homeópata que conoció a OA en el 2008 y creyó en la efectividad de esa comunidad, paralelamente a los tratamientos que les da a sus pacientes es el primero en invitarlos a que visiten Comedores Compulsivos Anónimos; una acción muy inusual de los médicos, quienes creen que no hay enfermedad que se pueda curar o tratar con mecanismos diferentes a la medicina tradicional.
*Se cambiaron los nombres para corresponder a las normas de la Organización OA, que solicitan proteger la identidad de sus integrantes.