Como lo relataba hace algunos años el New York Times, en el puerto franco de Ginebra se resguardan obras de grandes maestros, piezas de la antigua Roma y mil Picassos, pero pocos pueden verlos pues son bodegas que los superricos usan para ahorrar en impuestos. En estas bodegas suizas hay más de un millón de las más grandes obras de arte del mundo. Como bien lo señala el diario neoyorquino, “Con climas controlados, contabilidad confidencial y un enorme potencial para ahorrar en impuestos, los puertos francos se han convertido en el estacionamiento preferido para los compradores de altos ingresos que buscan completar sus carteras de inversión con el arte.” Un ruso, Dimitri Ribolovlev, tiene en las bodegas de Ginebra una colección de 2.000 millones de dólares que incluye un Rothko, un Van Gogh, un Renoir, el Serpientes de Agua II por Klimt, San Sebastián de El Greco, Las bodas de Pierrette de Picasso y Cristo salvador del mundo de Leonardo da Vinci, hoy en el Museo del Louvre en Dubaí.
Hay consideraciones éticas que el mundo debería tener acceso a ver estas obras de arte. En este aspecto, el conocido coleccionista estadounidense Eli Broad, manifestaba: "Tratar al arte como una mercancía y solo esconderlo en una bodega es algo que, para mí, realmente no es moral.” Pero haciendo abstracción de lo ético y moral, lo que es claro es que el puerto de Ginebra es un gigantesco lavadero, no necesariamente de dinero mal habido, sino de multimillonarios que quieren esconder sus activos a través de obras de arte que no declaran ante las autoridades fiscales de sus respectivos países.
Las autoridades suizas deberían actuar de una forma bastante más proactiva para controlar esta gigantesca lavandería
La verdad es que las autoridades suizas deberían actuar de una forma bastante más proactiva para controlar esta gigantesca lavandería. Hoy en día, la inmensa mayoría de los bancos a nivel mundial les exigen a sus clientes que divulguen el origen de sus fondos y que pongan en evidencia si estos recursos han sido declarados ante las autoridades fiscales de estos países. Si lo que se busca a nivel mundial es que haya transparencia en los recursos en manos de las personan o de las empresas, las autoridades helvéticas hacer exactamente lo mismo con esas bodegas: los propietarios de las obras de arte, bajos juramento, deben declarar trimestralmente qué tienen en dichas bodegas y presentar una actualización de su valor. Simultáneamente deben actualizar los avalúos de las obras en custodia y demostrar que estos activos han sido declarados ante las autoridades de sus respectivos países. No hacerlo por parte del gobierno suizo es fomentar el lavado de activos y reforzar la negra fama que tienen los suizos de ser un país en donde se lavan con toda impunidad las fortunas, bien y mal habidas, con enorme facilidad.
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Apostilla: Y si bien la licitación por los pasaportes en Colombia ha podido ser amañada en el sentido que solo una empresa con imprenta en el continente pudiera llevarse el contrato, lo que es de una estupidez inconcebible es haber cancelado una licitación porque la presentó un solo proponente. La ley colombiana es muy clara en el sentido de que, aunque haya un solo proponente hay que asignarle el contrato. ¿Por qué, si había la más mínima sospecha que los pliegos estaban amañados en favor de un solo proponente, ¿no los modificaron inmediatamente iniciad el actual gobierno? ¿Incompetencia aunada a negligencia? ¿O hay gente adentro de la cancillería interesada en que no se cambiaran los pliegos?