El matrimonio Valencia: una máquina de corrupción en Armenia

El matrimonio Valencia: una máquina de corrupción en Armenia

La exalcaldesa Luz Piedad se casó con Javier Francisco Valencia y aunque heredó poder y fortuna de su papá el chancero Emilio Valencia, hicieron llave para robar

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agosto 11, 2019
El matrimonio Valencia: una máquina de corrupción en Armenia

El poder del Partido Liberal en Armenia tenia nombre propio: Luis Emilio Valencia Díaz, el histórico cacique político que llegó a la ciudad a mediados del siglo XX empujando una carreta llena de textiles para comerciar desde San Roque, Antioquia. Pero Emilio Valencia, más conocido como ‘Carriel’ o ‘Taita’, tenía una habilidad particular para los juegos de azar: las cartas, los dados y el billar. La suerte y la fortuna siempre estuvieron de su lado, tanto que le dieron para crear un emporio con el que controlaría la política local.

En los años 70 Valencia se cambió del lado de la mesa, y dejó de apostar para convertirse en el dueño del azar. En una región atrapada por las constantes crisis del café, ‘Carriel’ decidió montar su propio chance y en pocos años ya tenía las calles de Armenia copadas de vendedores que con lápiz en mano y una libretica arrugada por el trajín donde anotaban cada número con el que los cuyabros esperaban salir de la pobreza. La mina de plata que resultó este negocio le despertó su ambición de poder: llegar a la alcaldía de la ciudad.

Una década más tarde transformó su naciente empresa de chance en un próspero negocio que bautizó Apuestas Ochoa, que además convirtió en una fábrica de gobernantes. La poderosa chequera con que financiaba campañas políticas lo acercó a Ancízar López López, el cacique liberal del Quindío. Sin que le temblara la voz, Valencia se soslayaba de su habilidad para poner gobernantes. El negocio del chance le permitió armar un electorado con las familias de los vendedores de lotería, gorgoteros, líderes comunales y zonales que amarraban votos y encontró en el Partido Liberal su casa, con el poder para entregar avales y ungir candidatos en todo el departamento, incluida su hija Luz Piedad quien llegó a la Asamblea departamental en 1998.

Desde el año 2000 Emilio Valencia, quien fue concejal de Armenia, diputado del Quindío y representante a la Cámara con el Partido Liberal, puso una seguidilla de gobernadores que beneficiaron notablemente a las Apuestas Ochoa y cuyas campañas electorales habían pasado por sus arcas. Empezó con Luis Fernando Velásquez, le siguió cuatro años después Amparo Arbeláez y redondeó en 2007 con Julio César López.

Ni siquiera el cambio de reglas electorales en el 2011 que registró la financiación de las campañas políticas con recursos de contratistas del Estado freno su poder. Sin embargo, comenzó a planear su retiro entronizando a su hija Luz Piedad como heredera. De diputada saltó a representante a la Cámara en 2002 y finalmente tomó el camino de la Alcaldía. Las riendas del negocio de las Apuestas Ochoa se las entregó a Ánuar Oyola —conocido en la región como el ‘gurú del chance’ por la transformación que impulsó dentro de la empresa que transformó en Facilísimo—.

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Luz Piedad Valencia junto a su mamá y el patriarca de la familia, Emilio 'Carriel' Valencia.

Luz Piedad logró su elección en la contienda de octubre de 2011, en la que se enfrentó a Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas que se inscribió con su propio movimiento y fue derrotado por escasos 1500 votos. Valencia llegó con un plan claro: hacer negocios con la contratación. Su aliado: su esposo Javier Francisco Valencia Salazar.

A pesar de las muchas promesas, los dos primeros años de su administración pasaron sin pena ni gloria. Los hechos demostrarían que se los tomó para planear el gran robo a la ciudad. Fue así como en 2014 se apareció con una ambiciosa propuesta de valorización. Le presentó al concejo de la ciudad, encabezado por Juan Carlos Patiño Zambrano, un proyecto para que le aprobaran un acuerdo de valorización por $100.000 millones para sacar adelante unas obras viales con las que prometía acabar con problemas graves de movilidad.

Lo que parecía un acuerdo más para buscar la plata necesaria, realmente era una sociedad en la que intervenía su esposo Javier Francisco Valencia, quien se había aliado con el contratista Fernando Diez Cardona para sacarle una jugosa tajada a las once obras que terminaron licitándose en 2015 en dos contratos distintos. Primero fue uno en julio por $ 30.000 millones —que estructuró la Empresa de Desarrollo Urbano de Armenia (Edua) encabezada en ese entonces por Sebastián Congote Posada— para la Unión Temporal Vías de Armenia, integrada por las constructoras Furel S. A. y Construcciones Lezo S. A. S., las dos de Diez Cardona. El dedazo para ganarse los contratos Fernando Diez Granados se lo pagó al esposo de la alcaldesa Luz Piedad Valencia con el 10 por ciento y un adelanto de $300 millones.

Pero todavía había más plata para repartir y el matrimonio Valencia quería seguir participando. Cuando solo faltaba una semana para que la alcaldesa terminara su periodo, el 23 de diciembre se entregó otro contrato por $80.000 millones para las seis obras restantes que estaban licitadas. Las mismas empresas de Diez Cardona se quedaron con el proyecto, pero esta vez a través de la Unión Temporal Puentes de Armenia.

Ese dinero sirvió para que el hueco de los contratos anteriores se tapara. De hecho, se terminaron tres obras entre 2016 y 2017, ya bajo la administración de Carlos Mario Álvarez, hoy también detenido por el mismo caso de corrupción.

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Tras su paso por la Alcaldía, Luz Piedad le apuntó al senado con el aval de los liberales, que le apuntaron a mantener su poderío en la región con el apellido que tanto les había dado en las últimas décadas. Aunque su capital político se movió con lealtad, y de los 50.000 votos que sacó el 70% fueron en el Quindío, no logró conseguir la curul. Una derrota electoral que sería el prólogo del derrumbe de los Valencia.

El 5 de abril de 2018, el matrimonio Valencia constituyeron la empresa Valencia Otálvaro & Cía con la que pretendían ocultar varios bienes y desviar el dinero conseguido con los contratos de Armenia un par de años atrás. Sin embargo, la Fiscalía los tenía rastreados y dos días después, el 7 de abril, los capturó junto a otros cuatro exfuncionarios, subalternos suyos en la administración, y al exgerente de la Edua Sebastián Congote Posada, que el que entregó el primer contrato a Diez Cardona.

Pero lo que se descubrió con su captura fue aún mayor. A los Valencia les fueron ocupados sus bienes por más de $150.000 millones: 18 propiedades, tres sociedades y dos establecimientos comerciales. El imperio se venía abajo.

La pareja cómplice en los negocios se dividió a la hora de afrontar las responsabilidades frente a la justicia. Javier Francisco Valencia aceptó de inmediato sus delitos y confesó desde el primer día, para conseguir la totalidad de los beneficios posibles. Sin embargo, un juez de Armenia lo condenó a doce años de prisión y la devolución de por lo menos $6.000 millones. Su defensa aún no sale de la sorpresa y apeló la decisión, pues esperaban que solo lo castigaran con 4 años por su colaboración con la justicia.

La exalcaldesa prefirió esperar, pero ahora está desesperada buscando un preacuerdo con la Fiscalía. Dice estar dispuesta a entregar nuevos nombres involucrados en el escándalo de corrupción a cambió de 6 años de cárcel y la devolución de $ 2.100 millones. A los dos se les ha visto juntos en las audiencias con los rostros derrumbados al escuchar los delitos que se les imputaron. No solo el emporio político de los Valencia se derrumbó sino el Partido Liberal con ellos. Ahora le apuntan a recuperar las bases de los años anteriores, y designó al representante a la Cámara Luciano Grisales para que entregara los avales para las próximas elecciones de octubre. Los liberales tuvieron que aliarse con la U, Cambio Radical y ASI para impulsar la candidatura de Piedad Correal Rubiano para la Alcaldía de Armenia, donde pocos le creen tras la corrupción rampante de Luz Piedad Valencia y su esposo.

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