Minca (Magdalena) es un pueblo cafetero ubicado en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, a 650 msnm; esto quiere decir que tiene un clima menos cálido, dependiendo de la altura a la que se ascienda desde el pueblo.
Además, tiene una agradable y propicia ubicación por encontrarse en el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, que es una de las áreas protegidas del sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia y la segunda más antigua creada en 1964.
Se encuentra situado entre los departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar, dentro del sistema montañoso de la Sierra Nevada de Santa Marta, declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad en 1979: se considera un lugar único en el mundo debido al aislamiento con respecto a la cordillera de los Andes y situarse su pico más alto (5775 msnm) a tan solo 42 km del mar.
Además, en ella se encuentran todos los pisos térmicos que existen en el territorio colombiano, así como distintos biomas (ecosistemas) que conforman la selva, el bosque de montaña y los páramos andinos. Así mismo, el clima de toda la región está determinado por los vientos alisios y por la elevación con respecto al nivel del mar. Es por ello que la temperatura va de 27° en la parte baja del parque hasta los 6° en los picos más altos de la sierra.
Ahora bien, frecuento Minca desde hace muchos años porque me siento atraída por la montaña (que representa una parte espiritual en el samario) que se une con la naturaleza, haciendo que la mística que posee me atrape en sus faldas; sé que en el futuro tendré una casa allí, porque soy merecedora de ese gran privilegio y seguramente si la madre naturaleza hablase me concedería el permiso sin problemas para poder entrar en su espesa selva.
Lo digo porque todas las personas que visitan Minca deben ser conscientes de la fragilidad de la naturaleza que rodea esa mágica montaña; muchas veces o tal vez la mayoría del tiempo olvidan que, aunque la madre naturaleza no tenga voz, con el pasar de los años y acciones dañinas por parte del ser humano esta muere a pasos agigantados pero silenciosos, haciendo que la voz que no tiene se represente por medio de catástrofes ambientales que nada podemos hacer para detener.
En los momentos donde la fuerza del cambio climático nos muestra que ante las crisis ambientales no somos nada, salvo naipes de ajedrez que nos movemos y actuamos dependiendo de los beneficios personales, hay que recordar la importancia tan vital que es cuidar del lugar donde vivimos. ¿O tú qué le vas a dejar a las futuras generaciones (de la que hacen parte tus primos, hijos, familiares y amigos)?
Volviendo al tema central, al recorrer este hermoso pueblo, me sorprendió el número de envoltorios de plástico que te puedes encontrar en los senderos que dirigen al río Pozo Azul y las Cascadas de Marinca. En pleno siglo XXI no es posible que aun el ser humano siga arrojando basura a su paso, pudiendo guardar en su bolso o bolsillo los paquetes plásticos para luego arrojarlos a un cesto o canasta de residuos.
Cabe recordar que el tiempo de descomposición de bolsas y botellas de plástico es de 150 años en promedio, mismo tiempo que tarda una bolsa de plástico común en degradarse, así mismo una botella de PET puede tardar 1.000 años en desaparecer. Por eso reciclar estos materiales correctamente y siempre que sea posible, y sustituirlos por otros biodegradables como las bolsas de papel o tela, hace la diferencia en un planeta donde el pensamiento está siendo evasivo y corrosivo. Con el agua de tomar pueden guardar recipientes de vidrio adecuados para que sean sus nuevos termos y no tener que comprar bolsas y botellas con agua. El planeta nos lo agradecerá.
Todo este daño ambiental y silencioso en nuestra amada Sierra Nevada de Santa Marta está siendo producido por un turismo masivo que ninguna entidad está regulando. Los fines de semana pasados han sido caóticos y devastadores para la salud del medio ambiente en Minca. Como dije anteriormente, este flagelo es silencioso pero enorme en deterioro.
Pude contar 25 busetas parqueadas a lo largo del sendero que conduce a Pozo Azul. Además, los toures que traen a estas personas a Minca no incentivan la compra de productos autóctonos o en restaurantes del pueblo para ayudar a que la economía de la población sea más próspera y activa.
Causas y consecuencias
La construcción y apertura de la nueva vía que conduce al pueblo facilitó en gran medida el acceso a este destino, dinamizando su economía, y permitiendo el crecimiento y diversificando la demanda turística. Anteriormente quienes llegaban a Minca estaban dispuestos a viajar por una carretera en mal estado para poder maravillarse con su belleza natural. Esto limitaba el afluente de visitantes, haciendo que quienes llegaban al pueblo cafetero fueran personas con un grado mayor de consciencia ecológica. En resumidas palabras, esos baches en la vía filtraban personas no aptas para hacer turismo en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Hoy en día, en pro del mal llamado "desarrollo", cualquier persona con un automóvil pequeño o pagando tours baratos puede llegar a este paraíso, lo cual ha beneficiado a la economía de pocos locales, ya que el tiempo de los turistas es limitado y las empresas que ofrecen los servicios de transporte (puesto que tienen más visitas a otros puntos de la ciudad) no dejan ganancias a los negocios del pueblo; de hecho, esto ha abierto la puerta para una nueva colonización de personas del interior y extranjeros que como cualquier mortal desean un pedazo de este territorio declarado "el corazón del mundo".
Esto no es necesariamente malo, pero tampoco estrictamente benéfico. El principal problema, como es típico en nuestro país, es la falta de ordenamiento territorial real, lo que conlleva a un desarrollo descontrolado y perjudicial para destinos turísticos que deben protegerse no solo por las entidades correspondientes sino por el sentido de pertenencia que como seres humanos debemos tener.
Es por eso que esta crónica es un llamado a las autoridades competentes en la ciudad de Santa Marta para poner medidas urgentes en los puntos críticos en el pueblo de Minca y contrarrestar la afluencia de turismo sin control que se está tomando nuestro territorio. Todo en exceso es malo.
Necesitamos personas con conciencia ecológica y sobre todo amor por Santa Marta. Es prioritario educar a las futuras generaciones sobre lo nefasto que significa arrojar basura a las calles y senderos naturales; todo empieza desde el hogar, en el colegio y universidad, hasta en sus grupos de amistades frecuentadas.
Deberíamos seguir poniendo el #trashchallenge, que significa el reto de la basura. Este consiste en visitar lugares sucios con residuos de todo material que son arrojados por los seres humanos y entre un grupo de personas limpiar la basura encontrada. Esos son los desafíos que deben volverse virales y de una vez por todas transmitir herramientas positivas para mejorar como personas y no verse como estúpidos mediáticos.
“Piensa verde, piensa en grande, ama Santa Marta, ama la Sierra Nevada de Santa Marta” D.H (Dayana Henriquez Pavajeau).