El 4 de diciembre de 2016, cuando Yuliana Samboní (una pequeña de apenas 7 años de edad) jugaba con sus amigos frente a la puerta de su casa, una humilde vivienda ubicada en el barrio Bosque Calderón (al noreste de Bogotá, en la localidad de Chapinero), fue acechada, secuestrada, torturada y abusada de la manera más cruel y degradante por un monstruo que la humilló e instrumentalizó a través de los actos más degradantes a los que puede ser sometido un ser humano; la decencia nos impide describir aquellos actos de inmoralidad y perversión a los que puede llegar la decadencia humana, con el lamentable y reprochable desenlace de muerte y de dolor que todos conocemos.
Sin embargo, el drama de su familia no terminó ahí. Su madre se encontraba en embarazo, por lo cual tuvo que ser internada tras ser informada de la suerte de su hijita. Además, después, a los Samboní no les quedó otra alternativa más que regresar a su tierra de origen, El Tambo, municipio de Bolívar, de donde nunca debieron salir.
A la par de estos tristes acontecimientos, sucedían otros no menos preocupantes. El 9 de diciembre de 2016, un testigo clave del caso, Fernando Merchán (vigilante del edificio Equss 66), apareció muerto en su residencia al sur de Bogotá; algo que consideramos que fue muy conveniente para la investigación.
A su vez, la Notaria 21 de Bogotá advertía a la Fiscalía que el hermano del monstruo, el abogado Francisco Uribe Noguera, intentaba vender el apartamento del edificio de Equss 66, lugar donde vivía el asesino.
Por otro lado, si bien un juez penal de segunda instancia condenó a Rafael Uribe Noguera a 58 años de prisión y a pagar una multa de $955.458.966, el violador ha manifestado que no tiene plata para indemnizarlos y, de acuerdo a un seguimiento realizado por la Fiscalía a sus bienes, este se encuentra totalmente insolventado; dicho en otras palabras no va a pagar un solo peso a la familia Samboní.
Así mismo, si bien la Fiscalía imputó cargos por el delito de favorecimiento los hermanos Catalina y Francisco Uribe Noguera, quienes deliberadamente omitieron dar información a las autoridades el día de los hechos que hubiese evitado el sufrimiento y la muerte de Yuliana y además ocultaron evidencias como los mensajes de WhatsApp, posteriormente fueron absueltos y en estos momentos se espera con pocas expectativas el fallo de segunda instancia. Para completar, al hermano abogado, quien pertenecía al prestigioso bufete Brigard Urrutia, se le inició un proceso disciplinario el cual fue rápidamente archivado.
Mientras tanto, en El Tambo, Juvencio se gana de 12.000 pesos al día. Con ello debe sostener a su esposa, su otra hija de cuatro años y a Julián, el niño que nació después del asesinato de Yuliana (quien tiene una afección cardiaca producto del estrés de su madre). Con ese jornal, la vida de los Samboní se torna difícil.
En tanto Nelly se consume en la depresión, su familia continúa a la espera de un subsidio de vivienda que el gobierno le prometió, pero hasta el momento solo ha recibido 30 gallinas, unos bultos de cemento y 200 ladrillos.
Algunos medios de comunicación se han empecinado en generar lástima o compasión porque el monstruo de Chapinero está un poquito acalorado en la celda de la cárcel de máxima seguridad en Valledupar donde se dedica a hacer maquetas. A estos queremos decirles que no lo lamentamos y ojalá se pudra en los profundos avernos.