John Alex Toro estaba perdido. Su mejor época fue en los dosmiles cuando, provisto de un humor y una gracia única, se impuso en novelas que eran casi comedias como Nuevo rico, nuevo pobre, o Los Canarios. Sin embargo, en películas como María llena eres de gracia pudo mostrar su cara más demoniaca. Los canales lo dejaron de lado durante mucho tiempo, acaso buscando rostros más agradables y jóvenes para endulzar la decadente televisión colombiana.
Afortunadamente su talento sigue intacto. John Alex lo demostró en la magistral Lavaperros del caleño Carlos Moreno, una de las mejores producciones colombianas que haya distribuido Netflix. Mientras series como Narcos muestran a los mafiosos como ellos creen que son, la película producida por Dago García los muestra como realmente son. Sobre todo los narcos de poca monta, los traqueticos de provincia, viviendo en casas decadentes, en el calor asfixiante de Tuluá.
Siendo el chofer y guardaespaldas de Don Oscar, Toro demuestra que posee una de las cualidades más notables que debe tener un actor en una película: la contención, la tranquilidad, la capacidad de escuchar más que de deshacerse en histrionismo, vicios tan recurrentes en los actores nacionales. Toro se destaca en un filme coral, una película tan exitosa que ya es número 1 en Colombia y 5 en España. Dago García fue uno de los productores, ojalá tome nota de la importancia de que Toro regrese a Caracol, la televisión colombiana lo necesita.