La última vez que un equipo periodístico de Tiempo Real y Las2orillas visitó el corregimiento de El Mango, municipio de Argelia, al sur del Cauca, todo era temor, incertidumbre, dolor y muerte, por el escenario de guerra en que se había convertido esta población. La presencia de la fuerza pública en el lugar hizo que a diario las Farc atacaran con tatucos, cilindros bomba y ráfagas de fusil al casco urbano.
El presidente de la Junta de Acción, Henry Gaviria, recuerda cómo fueron esos años sumidos en medio de la guerra: “40 cilindros lanzaron las Farc, de esos reventaron 18, los 22 no, gracias a Dios”.
Hoy tras la firma del acuerdo de paz, la historia de este corregimiento dio un giro de 180 grados: la desmovilización de las Farc y el retiro de la fuerza pública de la población permitió que la vida regresara.
Como símbolo del fin de una guerra absurda se construyó un parque infantil donde acantonaba la Policía, generador para ellos del horror del conflicto y hoy de la felicidad de los niños. Se llama el Parque de la Paz.
“Aquí acantonaba la Policía y cuando ellos se desplazaron hacia la cabecera municipal de Argelia, toda la comunidad nos reunimos y lo demolimos. Quedó un plan donde la junta, los líderes y toda la comunidad optamos un proyecto para hacer este hermoso parque que lleva el nombre de la paz, Parque de la Paz”, puntualizó el líder comunal.
Quienes perdieron a sus seres queridos y les tocó abandonar sus casas recuerdan con tristeza y profundo dolor los años que soportaron y sobrevivieron a la confrontación armada, como lo expresa Jenny Bermúdez: “Salíamos al parque y de repente se formaba la balacera y entonces era mejor quedarnos escondidos porque era atemorizante. Realmente ser uno víctima del conflicto armado es muy duro, uno tiene que ser fuerte para salir adelante, pero hoy tenemos una tranquilidad porque podemos respirar ese aire puro de la paz”.
Ahora la vida en El Mango es otra: en los parques se ven las familias, los amigos, los niños jugando; en sus calles el comercio se reactivó y dejó de ser un pueblo fantasma para retomar todas las actividades. Sin embargo, aún falta la ayuda del gobierno nacional.
Aun así, el corregimiento de El Mango resurge de entre las cenizas a la espera de que el esfuerzo de la comunidad algún día reciba lo que el Estado no ha brindado en asistencia social. Mientras tanto, el apoyo de la actual administración municipal, que orienta el abogado Diego Aguilar, ha logrado generar confianza institucional y con los pocos recursos que administra ha permitido avanzar y fortalecer la base comunitaria.
Llegó el turno del gobierno nacional para construir de la mano de la gente el futuro de esta población, que hoy dice que no es víctima del conflicto, sino sobreviviente de la guerra.