Desde el 15 de junio, fecha en que se levantó la “tregua” concedida por la guerrilla en la segunda vuelta presidencial, Las FARC y el ELN se fueron “lanza en ristre” contra la población civil. Múltiples ataques contra la infraestructura, atentados terroristas y, como si fuera poco, varios menores han muerto por la indolencia de sujetos que ni siquiera se arrepienten de sus actos.
Mientras tanto el gobierno, timorato, por fin vislumbró visos de carácter, el presidente Santos en menos de veinticuatro horas les advirtió -dos veces- a las FARC “que no jueguen con candela”. La reacción de la guerrilla fue inmediata y provocadora; Marco León Calarcá, uno de los negociadores respondió en declaración a The Guardian, parafraseando al presidente: “Están jugando con fuego cuando tratan de eliminar a nuestros líderes con bombardeos, eso podría hacernos salir de la mesa, ya que quedaría claro que no tenían la voluntad política de llegar a un acuerdo”. Infame. Si algo ha mostrado las FARC, es que no tiene las más mínima voluntad política; no respetan la vida, asesinan niños…
¿Qué hacer?
Escuché una entrevista de la alcaldesa de Miranda, Cauca, una de las poblaciones más afectadas por las FARC, ella decía: “hay que tener esperanza y rodear el proceso de paz” lo cual es absolutamente válido y necesario, estoy de acuerdo, admiro que una víctima de la violencia responda con tal gallardía, aunque no es suficiente. Si seguimos así, la paz no dejará de ser inalcanzable.
Presidente, ojalá que su propósito de ponerle punto final a la guerra no se mezcle con la vanidad de ser aquel que puso fin a un conflicto de más de cincuenta años, siempre será mejor que el país lo recuerde por haber sido valeroso e internarlo, que por dejarse llevar por la presión de quienes no tienen nada que perder.
@zamivar