El sueño parisino si existe y Juan David Castillo es la prueba fehaciente de ello, sobre todo en Francia un país que parece tenerlo todo, elegancia, gastronomía, belleza y los ojos del mundo sobre él. Llevar comida colombiana para cautivar a los parisinos, colombianos y latinos que viven allí no era tarea facil. Pero a muchos les encantó la idea de volver a probar comida de su región y por un momento sentirse allí. Ese es el noble trabajo de este emprendedor paisa mejor conocido como ‘El man de los chorizos’.
Era un joven como cualquiera que nació en Manizales, estudió derecho en la Universidad de Caldas y se especializó en Derecho Comercial. Ya tenía un futuro en su cabeza, incluso, ejerció su profesión durante 10 años de carrera. Pero todo dio un giro, por una mal llamada ‘tusa’, se fue para Australia a estudiar inglés. Tras experimentar en diversos oficios, un día cualquiera se le dió la oportunidad de trabajar en un restaurante como cocinero y quedó simplemente cautivado, teniendo la idea de crear su propio emprendimiento de comida.
Pero no inició de la nada, primero quiso prepararse, decidió hacer un curso de cocina en Argentina, que le valió US$6.000. Pero el camino apenas empezaba, entonces siguió cocinando, trabajando y ahorrando para poder irse a Francia, lo que se había convertido en su sueño.
Llegó a Europa y siguió trabajando en restaurantes pues quería adquirir experiencia en su área. No obstante, después de tanto trabajo tomó la decisión de emprender en esa pasión a la que tanto tiempo le había invertido. Además consiguió esposa y tuvieron una hija, ya no estaba solo y mucho menos 'entusado', lo mejor estaba llegando y también estaba por venir.
Creó su primera línea de chorizos y la vendió promocionandolos en una página de Facebook que se llama: colombianos en París. Ahí conocieron el producto y empezaron a comprarlo a través del “voz a voz”. Las ventas fueron subiendo cada semana, el emprendimiento estaba tomando forma y era un éxito en el mercado europeo. A día de hoy ya han pasado siete años desde ese momento y ya los está distribuyendo en supermercados, restaurantes, y en diferentes ciudades de Francia como París, Grenoble, Lille, Lyon, Nantes, Dijon y Toulouse. Para 2022 ya se aseguraba la venta de unos 500 chorizos por semana, o sea 100 paquetes.
Es por todo esto que se ganó el famoso apodo de ‘el man de los chorizos’, pero en noviembre del año pasado montó su propio restaurante-cafetería. Lo llamó ‘Dicha’ pero su propuesta es un mix de dos gastronomías. Le apunta tanto a un menú con las especialidades colombianas que siguen en su línea de mostrar al país por todas partes, pero también tiene opciones europeas mediante platos italianos.
Pero no se lanzó a este proyecto solo, si no con su amigo Máximo, un colombiano de papá argentino, con quien produce aceite de oliva en Sicilia. La inversión total sería de alrededor de 300.000 euros (unos $1.530 millones). Por lo que Juan David supo que necesitaba otro socio para equilibrar esa suma y se lo propuso a Manuela Londoño, una vieja amiga también oriunda de Manizales y residente en París.
Iniciaron el proyecto juntos y va en marcha de forma exitosa a día de hoy, por supuesto por la buena calidad de la comida, el toque colombiano que los tres le dan al negocio y la buena reputación y logros que preceden a ‘el man de los chorizos’.
‘Dicha’ no es un restaurante, es más bien una cafetería donde la gente mira lo que le gusta y se lo pasan a la mesa. Tienen comida elaborada como para hacer un almuerzo tanto italiano como colombiano, también cuentan con productos de panadería donde destacan las empanadas, panes, arepas de queso y arepas de chocolo, entre otras especialidades colombianas.
@andyjaramillo1107 Juan, un Colombiano que abrió su cafetería en París 🇫🇷
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Ahora Juan se dedicó por completo a su cafetería pero su padre es quien está al frente del tema de la producción de la mercancía de chorizos. Sin embargo, en ‘Dicha’ es donde más están vendiendo chorizos. Alrededor de 3.000 mensuales, solo en el restaurante. Un panorama cada día más alentador para este emprendedor que se merece un aplauso de pie.
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