El malgenio que esconde Javier Hernández Bonnet detrás de su sonrisa encantadora

El malgenio que esconde Javier Hernández Bonnet detrás de su sonrisa encantadora

Uno de los grandes comentaristas del país tiene una adicción: no puede parar de trabajar. Una periodista se enamoró hace 20 años y lo dejó todo por él

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septiembre 06, 2023
El malgenio que esconde Javier Hernández Bonnet detrás de su sonrisa encantadora

Cada vez que hay un partido de la selección Colombia y desde que existen redes sociales, todas las derrotas del equipo nacional tienen un culpable: Javier Hernández Bonnet. Los primeros que se metieron con él fueron los de La Tele cuando en enero de 1999 ocurrió la máxima tragedia del fútbol colombiano después del asesinato de Andrés Escobar: el 9-0 de Londrina en Brasil. El partido venía precedido de un 5-1 de Colombia contra Chile.

Martín de Francisco y Santiago Moure se burlaron del exceso de optimismo del Presentador de deportes de Noticias Caracol, que elevó campanas al cielo afirmando que ese equipo, dirigido por Javier Álvarez, era imparable. Tres días después, llegó la goleada de Brasil. Desde entonces, Javier Hernández Bonnet se ganó el remoquete de Refisal.

Desde 2004, Bonnet comenta los partidos de Colombia. Ahora se enfrenta a un nuevo desafío: las eliminatorias al mundial 2026. Para él, no es tan difícil tener que soportar los memes, los insultos en redes sociales como para su esposa, la periodista Carolina Romero, quien ha tenido que cortar amistades por culpa de esa burla constante contra Javier y ha mantenido en una burbuja a su hija de 15 años para protegerla del matoneo constante en redes.

Javier Hernández es un perfeccionista absoluto, pero a veces el mal genio lo domina y Carolina ha tenido que ir al sicólogo. Se deprime de ver el trato injusto que recibe su compañero de vida, quien, a diferencia de ella, tiene un cuero de hierro y se ríe de los insultos.

Se conocieron hace 20 años cuando Javier Hernández estaba en su primer matrimonio en el que tuvo a sus dos primeros hijos. Ella era una periodista y productora de peso. Era la productora de Darío Arizmendi y de Julio Sánchez Cristo. Se conocieron en Caracol. Él la invitaba a almorzar sin importarle que no tuviera tiempo en los mediodías. Se enamoraron, nada qué hacer.

Tuvieron a Sofía y a diferencia de su primer matrimonio, donde Javier nunca les cambió un pañal a sus dos hijos mayores, Juan Pablo y Alejandra, a Sofía tenía que bañarla. Es que Javier fue papá por primera vez cuando tuvo 19 años. No estaba preparado y aprendió sobre la marcha. A Sofía la tuvo cuando él tenía 51 años. Todo cambia con la edad.

Los periodistas aman lo que hacen y como los médicos, suelen ser endogámicos. Nadie podría entender la entrega total a un oficio como otro periodista. Por eso, Javier necesitaba a alguien que comprendiera que su rutina era su pasión. Puntual hasta la neurosis, Javier era capaz de dejarla en el baño si se demoraba demasiado maquillándose y aprendió a maquillarse en cinco minutos. Además, Javier necesita estar pensando y en absoluta soledad. Carolina, acostumbrada a la neurosis de los grandes del periodismo, sabe cómo tolerarlo.

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Javier no sabe cocinar, aunque a veces le toca hacer fríjoles precocidos que sazona con generosa cantidad de salsa de tomate, pero es buen compañero. Javier, a sus 68, es come años y sigue siendo la misma persona que arrancó a transmitir mundiales en México 1986. Con Catar ya acumula 10 mundiales, pero en su casa, Javier solo obedece.

Carolina siempre siente alegría al verlo llegar. Entonces, eso lo desarma. Se quita los audífonos, el lapicero, la fama, aunque no tanto porque se puede ir a retiros espirituales en el lugar más lejano del universo y siempre habrá alguien pidiéndole una foto, pues pocos colombianos desconocen quién es su esposo.

En diciembre pasado, justo cuando se aprestaba a comentar su décimo mundial, un récord que pocos periodistas colombianos tienen, un ataque de cálculos en la vesícula lo sorprendió en la lejana catarí. El resultado fue una incapacidad que lo mantuvo al margen de uno de los torneos mundiales más importantes de la historia.  Javier estuvo siete días hospitalizado y bajó nueve kilos.

El dolor comenzó en el partido que Argentina le ganó a Arabia Saudita. Según le contó a El Tiempo, “me dieron medicamentos para algo que no correspondía a lo que me estaba pasando. Me diagnosticaron una gastritis y esos medicamentos lo que hicieron fue irritar mucho más la vesícula. Empezamos a hacer contacto con un médico hindú, se le pidió que hiciera más exámenes, dijo que era una gastritis y me devolvieron al hotel”.

Javier estaba en Catar con su hijo Juan Pablo, quien también es periodista. Al final, tuvo que resistir y comerse la rabia por esa jugada del destino. Logró superar la prueba y ahora está listo para enfrentarse a su nuevo rival en los partidos de eliminatoria, RCN, con quien debe compartir transmisión ya que Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, vendió parte de los derechos. Venezuela será el primer desafío. 

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