El marco fiscal de la pandemia
El Ministerio de Hacienda, con la anuencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), anunció la suspensión temporal (denominada por la tecnocracia criolla “cláusula de escape”) de la llamada regla fiscal, adoptada en 2011 y diseñada como ancla de la estabilidad macroeconómica del país, resultante de la sostenibilidad de las finanzas. Simultáneamente presentó el marco fiscal de mediano plazo (MFMP) para 2020, haciendo las cuentas de la lechera, para lograr un esquivo e irreal equilibrio fiscal.
La justificación que esgrime el gobierno es la crisis económica derivada del choque macroeconómico externo provocado por la pandemia, que ha estado acompañada de una caída en los recaudos tributarios y un aumento del gasto público, a la par que una mayor aversión al riesgo empresarial para invertir y una compresión del consumo de los hogares.
El galimatías de la futurología tecnocrática
Esta terapia busca contrarrestar las repercusiones del choque viral en el tejido económico y social, que se ha traducido en la bancarrota empresarial, el desempleo y el deterioro de los ingresos familiares, a lo que se agrega el desplome del comercio exterior.
El eje de estas medidas es relajar la disciplina fiscal en 2020-2021, a través de tolerar un mayor nivel de déficit fiscal del gobierno nacional central (8,2 por ciento del PIB en 2020 y 5,1 por ciento en 2021) y el endeudamiento público, en el que se proyecta que este año alcanzará el 65,6 por ciento del PIB, y comenzará a descender el año entrante (60,5 por ciento hasta nivelarse por debajo en 2031 a 42,9 por ciento.
Al cierre de este año la economía colombiana se contraerá en -5,5 por ciento y las expectativas de recuperación económica la han cifrado los futurólogos tecnócratas en 2021 con un crecimiento económico de 6,6 por ciento, para estabilizarse alrededor del 3 por ciento en los años subsiguientes.
No debe soslayarse que la inflación proyectada este año será de 2,4 por ciento y su trayectoria se mantendrá dentro del rango de la inflación objetivo, con un promedio del 3 por ciento, trazada por el Banco de la República. El dólar seguirá trepándose sin romper, para dicha de los exportadores y desdicha de los importadores, la barrera de los $4.000.
Cuentas claras…
Destapando las cartas, el gobierno no descarta una nueva reforma tributaria el próximo año —con los bolsillos no vacíos, sino rotos de los contribuyentes —para taponar el boquete fiscal del gobierno nacional central, calculado en $ 83 billones —el triple de 2019—, además de vender los activos estatales que aún quedan.
Lo que llama la atención del voluminoso marco fiscal de mediano plazo es que la inversión gubernamental en gastos en salud, transferencias a la población vulnerable y subsidios para el rescate empresarial no es de la cuantía que este ha propagado, a diestra y siniestra, de $ 100 billones, sino una cuarta parte: $25 billones.
Así las cosas, todas las gobernaciones del país, así como las administraciones municipales, tendrán que revaluar su marco fiscal de mediano plazo, porque las proyecciones formuladas se tornaron obsoletas, dado que la pandemia alteró, no solo la vida de sus habitantes, sino también la sostenibilidad de estas entidades territoriales.