El mal uso de las redes sociales, los fanfarrones y la extinción de la privacidad

El mal uso de las redes sociales, los fanfarrones y la extinción de la privacidad

‘’Muchos se sumergen a hurgar la vida de los demás, opinar, informarse, chismorrear, y escribir falacias e injurias en contra de alguien’’

Por: Eduardo Villa
enero 12, 2018
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El mal uso de las redes sociales, los fanfarrones y la extinción de la privacidad

Hoy día cualquier evento noticioso que surja se esparce como las plumas de un pollo que arrastra el viento. Todo el mundo está  enterado en tiempo récord de todo, absolutamente de cualquier cosa que suceda en el globo terráqueo, no hay nada que se nos escape; y todo eso gracias a la internet. A través de ella puedes ver tutoriales de cómo hacer cualquier cosa se desee, y adicional a ello se puede ‘’googlear’’ y hallar noticias, series, películas, buscar y encontrar el teléfono que se extravió, comunicarse con alguien que esté al otro lado del charco, jugar en línea y hasta descargar música.

No es un secreto para nadie que las redes sociales se han convertido el diario trasegar para muchos terrícolas, en el cual muchos se sumergen a hurgar la vida de los demás, opinar, informarse, chismorrear, y escribir falacias einjurias en contra de alguien, haciendo que quien reciba el mensaje, viva un pequeño infierno por comentarios denigrantes, llenos de odio o incluso amenazas de muerte por cuenta de quienes se hacen llamar seguidores del autor del mansaje, post, tweet (o cualquiera de los sinónimos que abundan hoy día), para que luego  éste con cara de perrito regañado publique un video retractándose  a manera de chiste flojo y con argumentos rebuscados tratando de hacer retroceder una bola de nieve que ya lanzó al vacío.

Se ha convertido en el escondedero perfecto para los cobardes y faltos de cojones que tiran la piedra y esconden la mano, aquellos que bajo un nombre o perfil falso no hacen más que joderle la vida a los demás. Y como si de un circo de poca monta se tratara, hay publicaciones tan absurdas que dan pena ajena y se llega a cuestionar si en realidad existen ese tipo de personas con ese alto grado de estupidez. Según datos de la revista Forbes México, mucha gente dura dos horas conectadas a estas plataformas digitales y en un año se puede estar conectado hasta un mes.

La privacidad ya es cosa del pasado y los álbumes familiares para las nuevas generaciones ya son reliquias y elementos arcaicos. Desde que surgieron estas plataformas o mundillos digitales, en tiempo real ya se sabe que pepito está de cumpleaños, dónde está pepito, con quién está pepito, que está comiendo pepito, qué ropa se está estrenando pepito, si pepito se casó o se divorció, mejor dicho, cualquier evento que antes era catalogado como privado, ahora es de conocimiento público.

Trayendo a colación algo de mitología griega, es muy bien conocida la historia de Narciso, un tipo joven poseedor de una gran belleza que se daba el lujo de rechazar a cuanta doncella le manifestara su amor, hasta que cierto día se le dio por rechazar a la ninfa Eco y como castigo inmediato la diosa Némesis lo condenó  a enamorarse de su propia imagen; y mientras se miraba éste en las transparentes aguas de un estanque, se ahogó tratando de besar al hombre que se reflejaba. Esto mismo pasa con muchos en estas redes sociales, enamorados de su imagen, quizás con problemas de autoestima o queriendo demostrarle a alguien que en alguna ocasión anterior le llamó feo, que no lo es, publican una foto con el mejor ángulo posible para que acto seguido lluevan los ‘’likes’’ y los comentarios cundidos de halagos y así su ego llegue a hincharse como un pez globo. Unos cuantos bendecidos y afortunados publican sus triunfos o el gadget de moda que  se acaba de comprar, otros sus viajes al extranjero como si de un esnobista se tratara, y unos cuantos restantes una vida llena de lujos y dólares pero dichas publicaciones son más falsos que un billete de quince mil,  además comen bofe y quieren eructar caviar y así sucesivamente, para que los menos bendecidos se muerdan el codo de la envidia, en fin, esto da para todo.

Es de conocimiento general que el código de tránsito de cualquier país del mundo, prohíbe el uso del teléfono celular mientras se conduce a menos que sea con manos libres, pero no faltan los accidentes por culpa de personas que pegadas a las benditas redes pendientes de la última publicación de fulanita o del ‘’WhatsApp’’ que le acabó de llegar, terminan envistiendo a otro vehículo, una persona o en el peor de los casos de cabeza en una cuneta y hasta muertos. No es nada raro ver largos trancones por culpa de alguien que no vió el cambio del semáforo y sigue carcajeado leyendo una publicación o reproduciendo un video gracioso. La culpa no es totalmente de quienes van al volante mientras chatean o revisan las redes, también los transeúntes contribuyen a que el porcentaje de accidentes por culpa del uso indebido de teléfono mientras camina aumente; ya que en ciertas ocasiones cruzan las calles como zombis sin levantar cabeza y resultan atropellados por vehículos, caen  a huecos,  muertos o lisiados.

Esta publicación no se trata de incitar al no uso de las redes, cada quien está en su libre albedrío de usarlas, pero si esto se hiciera de manera responsable y respetuosa, y además dándole prioridad a la privacidad como en antaño y promoviendo el respeto hacia los demás, nos evitaríamos muchos dolores de cabeza.

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