A propósito de la conmemoración de los 21o años de la independencia de Colombia, vale la pena comentar sobre algo que parece sencillo pero que muchos no saben hacer: usar la bandera nacional.
En el Decreto 1967 de 1991, por medio del cual se reglamenta el uso de los símbolos patrios, hay tres de sus artículos que pese a estar vigentes son incumplidos por muchos: “no podrá elaborarse con ella ninguna clase de adornos que alteren su representatividad; la bandera nacional con escudo incorporado solamente podrá ser usada por el presidente de la república y los cuerpos armados de la nación, denominándose bandera de guerra para este caso; se podrán usar los símbolos patrios como medio de publicidad tan solo cuando dichos mensajes conlleven a la formación de un sentido nacionalista o realcen los valores patrios”.
Pues bien, aunque es cierto que las que tienen el escudo son las que más se venden, ya que la gente cree que se ven más elegantes, todos la hemos visto en manteles de mesa, camisas para perros y toda suerte de letreros, e izadas en casas, negocios o carros. De hecho, eso del uso de la bandera para promocionar una gaseosa es más que probado, común y corriente.
En conclusión, alteramos la representatividad del símbolo patrio: usamos la bandera de guerra hasta para adornar la tienda de la esquina y permitimos que la publicidad use el tricolor para vendernos algo bien distinto al amor patrio. Con eso claro, nos quedan dos caminos. derogar los artículos del decreto por desuso o implementar una gran campaña de educación y pedagogía del buen uso de la bandera nacional.
