En este mismo espacio me declaré jubilosa hace apenas dos semanas por el anuncio de la Mesa de La Habana sobre Justicia Transicional y ahora sufro una tremenda decepción. Resulta que lo que firmaron no era un acuerdo sino un comunicado de prensa y que el acuerdo no está listo según el gobierno aunque según la guerrilla si que está listo y se debe publicar.
Resulta también que, a partir de lo que se conoció que repito no es más que un comunicado de prensa, unos dicen que el Tribunal Especial para la Paz podrá juzgar a todo el mundo, incluyendo expresidentes, como Álvaro Uribe. Eso ha dicho la guerrilla y el fiscal, pero según el gobierno no, pues el fuero de expresidente no lo permitirá.
Y para colmo de enredos el tal tribunal, anunciado con bombos y platillos aunque todavía no exista, es un golpe de estado a la Constitución, según Uribe y un modelo para el mundo bendecido por la Corte Penal Internacional de Justicia, según el Gobierno y las Farc, aunque todavía no hayan firmado ningún acuerdo.
¡Y yo que aplaudí el evento de La Habana y hasta se me escurrió una lágrima de emoción patriótica! tengo que aceptar ahora que mordí el anzuelo como una boba y me dejé llevar por un show montado para la galería de idiotas que nos sentamos frente al televisor. Fue lo más parecido a ese otro show por el cual ha perseguido tanto al ex comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo.
O ¿acaso no lo acusan de disfrazar de guerrilleros a un poco de desadaptados, darles fusiles de madera y firmar frente los medios una entrega de armas? Pues lo de la firma del comunicado fue parecidísimo: se disfrazaron de civiles los combatientes, aunque siguen siendo guerrilleros. Se disfrazó de demócrata Raúl Castro, aunque sigue siendo un dictador, se disfrazaron de acólitos del proceso y leyeron como locutores un texto inútil, dos diplomáticos que representaban a los países garantes y firmaron un texto que no era acuerdo, como si estuviera finiquitado un documento que no estaba listo.
Y de ahí arrancó una confusión y un descrédito mayor que el que pretendían solucionar. Porque me imagino que toda esa pantomima, con avión especial de Venezuela para Timochenko y avión presidencia repleto de políticos, lo que buscaba, dado que el acuerdo no existía, era animar a la galería para que creyera que se estaban cumpliendo los plazos y que en noviembre no se acabaría el cese unilateral. Mejor dicho, nos quisieron meter los dedos en la boca y muchos como yo la abrimos para que nos cupieran las tres manos que se entrelazaron engañosas.
Puede ser que finalmente el acuerdo se llegue a firmar, aunque ya hay discrepancias públicas entre las partes. Y yo sigo ilusionada con la idea de que se acabe esta guerra idiota que arrastramos, pero el procedimiento fue por lo menos un espejismo que terminó quitándole fuerza a los avances logrados y polarizando aún más a los opositores de la paz.
“Valiente acuerdo” dijo Álvaro Uribe, si lo que se acordó es perdonar a Timochenko y meterlo a él a la cárcel. Con esto se deslegitimó lo que se anunció en La Habana sobre las medidas de Justicia Transicional. Uribe salió ganancioso en esto nuevo episodio con Santos porque nuevamente le torció el rabo a la paz para volverla un sainete contra su enorme ego, cuando lo que se busca es un propósito superior.
Eso sí, el que dio papaya fue Santos por su manía de anunciar hechos que apenas son ilusiones. Eso es lo que hacen los magos, engañar con trucos efectistas. Quedó como un verdadero “mago” de la paz.
