El maestro, un intelectual comprometido con su tiempo

El maestro, un intelectual comprometido con su tiempo

"Sus actuaciones y luchas nunca serán para sacar provecho u obtener recompensa propia, sino por un incontenible amor al prójimo". Una reflexión a propósito de su día

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez
mayo 14, 2021
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El maestro, un intelectual comprometido con su tiempo

El maestro y la maestra, representados con la condición de intelectuales de su tiempo, responden ante la sociedad por sus maneras de ser humanos a quienes se mide no con la métrica de su productividad, sino de la efectividad y coherencia entre lo que dice y lo que hace. “Un/a intelectual auténtico/a corre el peligro de morir en la hoguera, verse reducido al ostracismo o morir en la cruz” (Said, E). Ellos están presentes en todas las revoluciones y siempre defendiendo y enseñando libertad, justicia, paz y realización y respeto por los derechos.

El día de conmemoración convoca a reuniones de celebración en el campus extendido de universidades e instituciones educativas. Aunque sea entre sumatorias de cuadrículas en las pantallas, de todas maneras se sentirá el afecto que permite el reconocerse partícipes de una misma comunidad académica. El momento permite afianzar la idea de que esa comunidad está tejida con partes heterogéneas, plurales, diversas en sus pensamientos y sentimientos, capaces de enfrentar y ganarle la batalla a las homogenizaciones y unanimismos y forjar proyectos realmente colectivos en los que al centro se coloque el respeto por la dignidad humana de cada persona.

Ser maestro o maestra encarna una condición maravillosa y excepcional que involucra en un solo instante sentimientos propios con lenguajes, gestos y ejemplos de vida y sabiduría, y a la vez que se aprende se enseña y viceversa y al mismo tiempo se cruzan los tiempos, el presente carece de sentido sin tratar del pasado y del futuro. A diferencia de quienes ejercitan la guerra, el maestro y la maestra nunca salen derrotados, aunque se equivoquen en sus experiencias.

Ser maestro y maestra define la bonita e insuperable condición de intelectuales, librepensadores y librepensadoras, capaces de decir la verdad, aunque cueste la vida, porque lo que hace tiene sentido, anticipa y crea mundos. El maestro y la maestra son intelectuales obligados moralmente a manifestarse siempre en defensa de la vida y a seguir el camino correcto como virtud que no definen los méritos, ni las democracias y en todo tiempo y lugar están llamados a condenar los fascismos, los nazismos y las tragedias y daños provocados por la barbarie. Hay una responsabilidad inderogable que es proponer y promover salidas a las crisis y dificultades, y centrar su compromiso allí donde alguna estrategia se oriente a impedirle a otro o a un pueblo vivir libre del temor y la miseria a consecuencia de la explotación, la opresión o avaricia sin límites de los poderosos.

El maestro y la maestra muchas veces han sido obligados a vivir en el exilio o el destierro aún en sus propios territorios a causa de sus convicciones o revolucionarias ideas, gracias a las cuales el mundo conoce de su ciencia, de su saber y capacidades para cambiar lo que se proponga y de enfrentar con imaginación y potencia creadora la dureza de las guerras o la crueldad de los ejércitos, porque aprendieron a aprender y enseñar en las aulas, en los campus y en las calles y a acompañar a sus estudiantes en las tareas de transformación y a estar siempre del lado de los más débiles, las víctimas. Ese es el mejor legado, la obra inconclusa en construcción durante todos los días.

En mitad de una pandemia viral que acecha y asalta y, de una indetenible movilización nacional por dignidad y derechos, con millones de seres humanos en las calles, ocurre la conmemoración del día del maestro y la maestra, y por eso resulta especial ratificar que sus actuaciones y luchas nunca serán para sacar provecho u obtener recompensa propia, sino por amor, por un incontenible amor al prójimo, al otro, al estudiante y a su sociedad de la que no se aleja, sino que busca en ella sus conflictos y dificultades para intervenir con su conocimiento, métodos y formas humanas de resolver demandas y necesidades entregando lo que sabe con un inextinguible interés por negarse a quedar atrapado en el saber frío y solitario de su disciplina y salir al encuentro de conexiones con el contexto, con lo concreto de la vida de la gente común y luchar a su lado, prestándole atención a los otros, movido por la energía vital de su dignidad y conciencia.

Un maestro o una maestra, en síntesis, es un ser humano comprometido/a con su tiempo, que aprende de sus estudiantes, es un permanente creador y soñador de mundos. Esta vez en 2021 de entre las tragedias del virus y la social, emerge el maestro, la maestra y quizá sea buen momento y oportunidad para rendir homenajes a la memoria, saludar su compromiso y asistir al concierto. La memoria para honrar con un recuerdo y un minuto de silencio a quienes por múltiples causas se fueron de este mundo; el saludo que ojalá reciban en las calles de sus estudiantes que hombro a hombro luchan a su lado y les hacen saber lo importante que son en su formación crítica, humana, científica y cultural; y el concierto para que a través de cánticos y alegrías reafirmen la esperanza en un mundo mejor, en el que cada maestro y maestra merecen mucho más.

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