A Santiago, hijo adorado, de quien tanto he aprendido a medir las palabras y, más que nada, los actos.
A mis queridos amigos Germán Pinzón (1934-2010), guionista, y Leopoldo Pinzón, director de Pisingaña.
Se habían tomado ya dos botellas de vino. De pronto, lo ‘vino’… perdón, lo vio venir. El veterano profesor se le lanzó a su colega no tan veterano y sin prolegómenos le soltó: “Dame un beso”. “¡Como así, Cesitar!”, le contesté, “si acaso un abrazo, porque si no yo también me desbordo”.
Y la negra linda que ayudaba en casa empezó a pasearse de acá para allá y del mismo modo en sentido contrario. En vista de eso, yo ya no sabía si salir del clóset o meterme en él: lo que quería, si hubiera uno a la vista. Aunque la cosa no estaba para disquisiciones logísticas, porque el ‘César’ estaba arrecho y a gusto, como dicen los del ¡ay, Socorro! “Es que me enamoré de ti”. Ante eso, con la mayor calma posible, en medio de la tempestad ajena, le dije: “Uy, viejo, si yo fuera gay, le agradecería a Dios… lo grave es que ni a uno ni a otro apuesto”.
Y la negrita linda atravesó muerta de risa, como si adivinara lo que yo esperaba. Entonces, el maestro enamorado tomó una determinación (in)esperada, ante la eventualidad de que su querida esposa se enterara del asunto: “Querido [dirigiéndose a mí, cómo les parece], en vista de tan delicada situación, te concedo el derecho de pernada”. El que los gilipollas se tomaban con campesinas, negras e indias.
Y esa fue la ocasión propicia para meterme a la cama con la negrita. Lo único malo: tendría que venirme… eso, salir muy rápido de allí. Entretanto, todo hay que decirlo, se me vino Pisingaña encima con el recuerdo vago de la ‘sirvienta’ violada por el patrón (aquí por otro siervo más que no pide permiso para gozar el sexo desenfrenado) y el desprecio de la sociedad dada su condición de desplazada. Por mi rechazo tácito al maestro, pudiera parecer que estoy en contra de los gays, pero para nada, pues no soy homófobo. En todo caso, según como van las cosas y se percibe en el virus/ambiente, pronto seremos los heterosexuales los que tengamos que salir del clóset.
*(Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao Editores, 2017).
Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020).
El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en portal Rebelión. E-mail: [email protected]