Vivió una infancia feliz al lado de su madre, quien estaba permanentemente a su lado, compartiendo sus actividades y enseñándole a estar tranquilo y calmado. Aunque, mientras aprendía, interrumpió algunas actividades con la normal pataleta de un niño pequeño, ella aprendió de él y él de ella, y los dos aprendieron a compartir la vida juntos. Ella disfrutó mucho de él; era su juguete de muñecas vivo con todas sus funciones. Aprendió y descubrió un mundo fascinante y nuevo de su mano. Le dedicó un tiempo importante que antes dedicaba a otras ocupaciones. Adaptó su vida para incluirlo en ella. Dejó su trabajo de tiempo completo sin renunciar a todo o poner su vida en pausa. Le regaló una compañía constante hasta el jardín infantil. Su padre la apoyó asumiendo los gastos con su trabajo. Claro, fue lo tradicional: el hombre al trabajo y la mujer al hogar y a los cuidados. Suena machista, un posible horror en la actualidad, pero no tuvo nada de eso; nadie lo impuso, fue querido y consensuado. La maternidad y su cuidado por parte de la madre, e incluso de la abuela, son únicos y especiales cuando son buscados y queridos. La realización de la mujer puede ser de muchas formas, pero es el único ser que puede realizarse a través de la maternidad, siendo esta una oportunidad de realización única y especial. El trabajo y los logros económicos son importantes, pero aún así no se comparan con los buenos momentos de una crianza feliz que perdurará con buenos recuerdos para toda la vida.
Sin embargo, no todas las mujeres viven o desean vivir esa experiencia. Algunas que quieren concebir, pero no pueden por razones biológicas, sociales o económicas. Pero ellas, si lo quieren, pueden ser maternales por intermedio de la adopción. No son menos, ni menos dignas por no poder ser madres. Otras madres, sin apoyo de sus parejas, no son menos mujeres, ni menos fuertes por necesitar apoyo. Hay mujeres que se realizan sin hijos, ya sea por elección o por circunstancias. Ellas pueden encontrar su felicidad y su propósito en otras áreas de su vida, como su profesión, su arte, su activismo, su espiritualidad, su pareja, su familia o sus amigos. No son menos mujeres, ni menos valiosas por no ser madres. Ya es hora de quitarle esa presión social de casarse y tener hijos a las mujeres cuando llegan a cierta edad.