El lujoso apartamento con el que se dejó tentar Lula

El lujoso apartamento con el que se dejó tentar Lula

El ex presidente estará en la sede de la Policía de Curitiba, donde también está Leo Pinheiro, el empresario que lo delató. El ex presidente reducirá la condena si habla

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abril 09, 2018
El lujoso apartamento con el que se dejó tentar Lula

Cuando Lula recibió de manos de Leo Pinheiro, presidente de la constructora OAS, un imponente apartamento de tres pisos y 215 metros cuadrados, nunca imaginó que le significaría el final de su carrera política. El apartamento queda en uno de los lugares más exclusivos de San Pablo, General Monteiro de Barros 638 en la Playa de las Asturias. El primer piso del apartamento tiene un amplio living, un balcón especial para recibir a las visitas y una envidiable vista al mar. En el momento de la entrega del apartamento el mandatario fue con su esposa, Maritza Patricia y la justicia brasilera cree tener las pruebas, sobre todo por el relato de Pinheiro, que el triplex formaba parte de los sobornos que le dio a su gobierno.

Siete años después el panorama era completamente distinto. El domingo 8 de marzo en la noche, justo en el momento en que Luiz Ignazio Lula da Silva aterrizaba en una cancha dentro de la sede de la Policia Federal de Curitiva en donde pasará los próximos 12 años y un mes encerrado por los delitos de corrupción y lavado de dinero, explotaron dos petardos desde adentro del penal. Afuera cerca de cinco mil manifestantes, afectos al ex presidente, intentaban tomarse la ciudad. La presidenta del Partido de los Trabajadores Gleisi Hoffman instó a hacer concentraciones multitudinarias que paralizaran Brasilia y Curitiva. Lula no se asustaba. Sabía que el sonido de los petardos era el rugido de su pueblo.

La popularidad del ex mandatario es impermeable a cualquier tipo de escándalo. Lula da Silva era el máximo opcionado para quedarse de nuevo con las próximas elecciones de la presidencia de Brasil que se realizarán el 7 de octubre de éste año. Lula parecía no tener problemas para ganarle en primera ronda a sus principales rivales como Jair Bolsonaro, militar retirado ultraderechista y Marina Silva, ex Ministra de medio ambiente de su gobierno. Sin embargo, cuando el 12 de julio del 2017 fue condenado a primera instancia a nueve años de cárcel por el implacable Juez Sergio Moro, Lula sabía que la última carta era apelar en segunda instancia. Allí, donde pensaba ganar, el ex presidente no sólo perdió sino que le aumentaron tres años más su condena.

Desde el jueves, cuando le fue notificada su detención, Lula estuvo recluído en su búnker de Sao Bernardo do Campo, sede del Partido de los Trabajadores que él mismo creó en Sao Paulo, rodeado de sus más entusiastas seguidores. Allí recibió a aliados como Wanderley Luxemburgo, ex director técnico de la selección brasilera y del Real Madrid. Horas antes de partir a su lugar de reclusión Lula asistió a una misa en memoria  de su esposa Maria Leticia quien murió en el 2017. El ex presidente y su familia son católicos, seguidores de la teología de liberación brasileña.

Lula aterrizó en Curitiba para ser trasladado por sus escoltas a la sede de la policia a la sede de la Policia. En consideración al cargo de los detenidos, esta fue ampliada de 12 a 15 metros cuadrados. Allí estuvo cerca de tres años  Marcelo Odebrecht y fue trasladado en diciembre del 2017 a su lujosa mansión, por sus delaciones claves para decenas de detenciones en varios países.

La sala es la principal que tiene el Estado Mayor de la Superintendencia de la Policía Federal, ubicada en el cuarto piso del edificio. Tendrá una cama simple de metro ochenta y una mesa donde recibirá las tres comidas diarias. Allí, aunque no está rodeado de celdas,  quedará separado de los demás presos. Es que en esa cárcel de Curitiva está la clase alta del escándalo Lava Jato que desentrañó la red de corrupción más grande de la historia de ese país. Allí está Leo Pinheiro, ex presidente de la constructora OAS y su ex ministro de Hacienda Antonio Palocci.

La sala-celda desde donde escucha día y noche a sus simpatizantes que acamparon frente al lugar para darle fuerza incesantemente, técnicamente no es una celda. Allí llegaban los policías de otras partes de Brasil a alojarse en Curitiba. Es una especie de hotel para agentes del orden. El juez Moro, quien diseñó el lugar de reclusión, aseguró que allí no habrá ningún riesgo para la integridad física y moral del ex presidente. Allí disfrutará dos horas al día de sol, tal vez el único privilegio que tiene un mandatario que, durante sus ocho años de mandato, sacó a más de veinte millones de brasileros de la pobreza.

El régimen que tendrá durante los primeros meses el ex presidente va a ser duro para un hombre de 72 años. En ese periodo de tiempo no podrá recibir visitas de familiares ni de amigos. Lula, como sus seguidores, no pierde la fe. Su equipo apelará en las próximas horas la decisión del juez Moro. Lo único que es seguro es que la pelea por volver a la presidencia de Brasil está perdida. Pase lo que pase Lula no participará en las elecciones de octubre.

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