Son las nueve de la mañana del veinticinco de diciembre de 2014 en la ciudad de Florencia, Caquetá, y la sensación térmica, después de una noche de fiesta, comida, bebida y celebración con la familia, es de aproximadamente unos veinticinco grados centígrados y en aumento. El guayabo es inminente y está a punto de hacerme pasar un mal día, así que se hace necesario, como es habitual en esta hermosa región del sur del país, buscar un lugar a donde ir, pegarse un baño en aguas cristalinas y llevar a cabo el tradicional paseo de olla con el que se cierra con broche de oro las festividades de fin de año.
¿A dónde vamos?, es la pregunta retórica pero obligada por estos lados. Un interrogante que afortunadamente tiene infinidad de respuestas en una región que aún goza de innumerables y hermosos lugares para hacer que el malestar de una noche de juerga y el calor de una zona selvática, sean mucho más llevaderos.
¡Vamos a Las Pailas!, atina alguien a decir por ahí. Y efectivamente, alistamos el chingue (vestido de baño), el fiambre (comida en hojas de plátano, preferiblemente) y las bebidas, y nos encaminamos a uno de los sitios más visitados y más espectaculares que se pueden encontrar a escasos minutos del casco urbano de la ciudad de Florencia. Un lugar que ofrece todo el descanso y todo el bienestar que solo la naturaleza puede brindar. Es, en síntesis, el oasis perfecto para pasar un depresivo guayabo de fin de año.
Las Pailas es un lugar que, con creces, hace honor a su nombre. Son porosidades y hendiduras rocosas de varios diámetros y profundidades que, al ser bañadas por el paso de una quebrada fresca y cristalina, forman singulares piscinas naturales rodeadas de flora y fauna nativas. Es el lugar perfecto para que los ojos, el cuerpo y el alma de un convaleciente rumbero, se recarguen de energía para la próxima faena.
Yo sé que muchos de ustedes, en estas épocas, están retozando en lugares exóticos del caribe colombiano donde el sol, el mar y la arena les harán olvidar los problemas y la cotidianidad diaria. Y los entiendo. Yo he hecho lo mismo. Pero en esta oportunidad no los envidio, pues créanme que el balneario natural de Las Pailas es uno de los parajes colombianos más espectaculares que he conocido (que no han sido pocos) y que hay que disfrutar algún día si se tiene el enorme privilegio de conocer el departamento del Caquetá y su capital, Florencia. ¡Salud y Próspero año!
