Es lógico que a Xel-Ha le hayan otorgado la distinción de “Maravilla de México”. Es imposible conocerlo, vivirlo, y no salir maravillado. Si algo tiene Cancún de plus como destino de sol y mar es su legado natural teñido de azul turquesa y la huella indeleble del pueblo maya. Hoy nos detenemos en una visita imprescindible para quienes se acerquen a la península del Yucatán. Es la traducción literal de la lengua indígena ante uno de los mejores reclamos turísticos de la Riviera Maya, un destino relativamente cercano, con una oferta hotelera espectacular a lo largo de todo el litoral y con unas interesantes opciones de darse el gusto merced a la buena relación existente entre la calidad de los servicios y el precio.
Xel-Ha es la fusión de “xel” (así nombraban los mayas a los lugares donde algo nace) y “ha” (agua), de ahí que esas dos sílabas prehispánicas se conviertan en “el lugar donde nacen las aguas”, definición que perfectamente podríamos extender al lugar donde nacen unas vivencias inolvidables que miles de turistas disfrutan cada año e inmortalizan con espectaculares fotografías. Son las imágenes de la gran fiesta del agua, la gran ofrenda de la madre naturaleza con el líquido elemento, convertido aquí en un manantial de sensaciones en la más pura esencia del ritual de los indios. No debemos olvidar que nos encontramos en tierra de cenotes, las célebres cavernas con aguas subterráneas que eran lugares sagrados de la civilización maya y que son una de las señas de identidad yucatecas.
Este parque se creó en base a un privilegiado acuario natural y presume de ser el más grande del mundo. Gracias a ello, brinda unas experiencias de fusión con el entorno de difícil parangón. La imagen más familiar que queda en el recuerdo de quienes lo conocen y en las fotografías de quienes lo promocionan es la de su enorme caleta en la que confluyen el agua de un río con el mar Caribe en un paraje de esa enorme planicie selvática de Quintana Roo. Un escenario de ensueño en un rincón paradisíaco donde conviven especies de agua dulce con especies marinas, en el que el visitante interactúa con la naturaleza. Imprescindible para vivirlo es el snorkel, sencillo, apto para novatos y no se preocupe si no fue preparado, ahí encontrará el equipo necesario para su práctica, así como la del buceo, el snuba y una apasionante experiencia de caminata submarina. Xel-ha es un derroche de placeres acuáticos, con la posibilidad de convivir con delfines y manatíes. Para que su experiencia sea agradable no olvide que pasará muchas horas bajo un cielo sin nubes y un severo sol implacable, por tanto no está de más recordar a las pieles sensibles que una buena protección evitará tener malos recuerdos del paraíso.
Dentro del agua la experiencia Xel-Ha le ofrece algo muy exclusivo para quienes valoran los fenómenos naturales. Aquí podrá apreciar lo que se conoce como termoclina y haloclina. A saber, se trata del efecto de la fusión del agua dulce y salada. El agua densa y cálida del mar entra en contacto con el agua dulce, menos densa, y produce un efecto visual parecido al de un espejismo, como si una capa de aceite cubriera la superficie, aunque en realidad lo que flota es una agua sobre la otra.
Fuera del agua tiene un recorrido en el que se sorprenderá a cada instante. Puede rodar bicicleta en algunos de los senderos acondicionados, adelantar a las parsimoniosas iguanas y detenerse en alguno de los excelentes restaurantes donde no faltarán tríos y mariachis junto a la deliciosa comida mexicana y su no menos interesante variedad de cervezas frías. En otra parte de la senda hallará formaciones espectaculares y una gruta cuyas paredes se encuentran cubiertas de fósiles de moluscos extintos y otros especímenes prehistóricos. En cualquier caso, programe bien su tiempo y su recorrido y no demore hasta la puesta del sol, o su experiencia acabará consumida por millones de zancudos hambrientos dispuestos a morderle por todos lados.
La visita a Xel-Ha suele combinarse en una excursión que incluye la visita a las ruinas de Tulum, la antigua ciudad maya que se encuentra apenas a unos 14 kilómetros del parque, al que a su vez separan 120 kilómetros de los principales hoteles de Cancún, algo menos para quienes se hospeden más al sur de la costa o en Playa del Carmen. Es sin duda una de las experiencias imprescindibles del viaje al Caribe mexicano y no en vano ha recibido innumerables reconocimientos como servicio turístico de primera calidad, el más reciente a primeros de mayo cuando la Secretaría de Turismo mexicana lo galardonó junto al parque Xcaret con la distinción de calidad.