Si te llamas Gonzalo Vázquez, nacido en la almendra del D.F. mexicano, y te presentas como el hijo del Enmascarado de la Cruz Azul y el locutor de La Bestia Grupera, tendrás asegurada una estrella en el gran paseo de la fama.
Frente amplia, copete entrecano, mostacho y cejas pobladas, brazos y pecho tatuados, contextura gruesa, patillas a lo mero macho (como las de los galanes del siglo de oro del cine mexicano), mirada penetrante y voz de mando, Vázquez, a primera mañana, se abre paso entre la barahúnda de coteros y mercaderes de la Plaza de Mercado de Paloquemao, emporio de abastecimiento y referente turístico y gastronómico de la capital, con 50 años de existencia.
"Don Gonzalo", como lo conocen en Paloquemao, se ha hecho popular por la Taquería Viva la Lupita, que abrió hace más de un año, y que desde su inauguración se ha convertido en el punto de atracción de propios y visitantes, la mayoría extranjeros, que a su paso degustan de las delicias de tacos que ofrece su carta, y de otros manjares de la cocina tradicional mexicana, acompañados de un buen tequila o de la espumosa y saludable cerveza de la casa, en un ambiente cálido, amable, y con una decoración que llama la atención a primera vista.
«No tienes pierde -dice Vázquez con su marcado acento manito del distrito federal-. Si no te trae el olor de las especies y la sazón de las carnitas y otros ingredientes de nuestra taquería, te orientas por la bandera de México, orgullo de nuestra nación, siempre dispuesta en este amable rincón de la capital del país más mexicanista del mundo: Colombia, que nos hermana en muchas cosas, en la amistad y en el buen trato, pero sobre todo en el fervor por nuestra música».
Aventurero
Pero en qué paracaídas aterrizó por estos lares don Gonzalo, un cuate que se precia de ser un mil batallas sin treguas, con una terquedad inquebrantable para probarse en lo que le dicta el corazón, sin perder la razón, y con el ímpetu que cita su ídolo, don Antonio Aguilar, el rey de la charrería, en su legendaria ranchera: «yo soy el aventurero y hago de mí lo que quiero. / Soy honrado, buen amigo, vacilador y sincero». Qué más carta de presentación a donde quiera que vaya.
Cuenta, don Gonzalo, que llegó a Colombia hace tres años, cuando apenas se murmuraba de los estragos que estaba causando un extraño bicho en la región de Whan, China, en busca de una oportunidad como locutor de música y espectáculos. Venía de Guadalajara con las mejores credenciales al frente de La Bestia Grupera, frecuencia líder de la capital del estado de Jalisco, fábrica a todo vapor de ídolos de la música popular mexicana como el inolvidable Vicente Fernández, su alter ego.
Arribó a Bogotá con tres amigos, uno de ellos su jefe en la mencionada estación radial de Guadalajara. No más descargar maletas en el hotel, rastreó en el top de emisoras de mayor audiencia musical y entretenimiento: Olímpica, La Kalle y Tropicana. Se fue con sus mejores galas a ofrecer sus servicios como locutor profesional, pero no le pararon bolas. "No importa", se dijo: "Me llamó Gonzalo Vázquez y terco como yo no hay otro".
A poco de estar recorriendo calles en Bogotá, cundió la alarma de las prevenciones y restricciones sanitarias ante las perturbadoras cifras en ascenso de casos de covid-19. Justo un día antes de conocerse la orden impajaritable de cierre de fronteras, Vázquez y sus tres amigos lograron tiquetes de regreso a México. Afincado de nuevo en Guadalajara, reanudó su trabajo como locutor, esta vez desde casa, en el momento álgido en que la amenaza fatal de la pandemia estremecía al mundo.
A todo dar
"Mi vida ha sido una cadena de afortunadas coincidencias, todas ellas en la corriente de la música, las tarimas y los medios de comunicación. Mi padre hizo nombre en los tinglados de la lucha libre con el remoquete del Enmascarado de la Cruz Azul. Mi abuelo practicó la lucha grecorromana. Pero ambos han comulgado con la música, que es la otra leche que nos identifica como mexicanos", relata don Gonzalo en su taquería de la Plaza de Paloquemao.
¿Y cómo fue a dar aquí? -le pregunto.
«De niño me abrigaba la ilusión de ser una estrella de la canción como la que alumbró los caminos de Pedro Infante, Antonio Aguilar y Vicente Fernández, mis tres ídolos. Me lo propuse de muchacho y logré abrirme campo, aunque hoy por hoy el asunto no es tan fácil como antes, por lo competitivo, y porque se necesita buen dinero para promocionar el nombre. Pero la música, en mi caso, fue un trampolín para los medios, en especial la radio, que como profesional me ha dado para vivir y me ha dejado enormes satisfacciones».
«Le cuento esto porque una vez que se volvió a normalizar el ambiente, después de que la tempestad del virus fue mermando, regresé a Colombia con la obsesión de seguir insistiendo en las estaciones radiales. Aunque todavía no ha sido posible, gracias a Dios y al reconocimiento que en escaso tiempo (año y dos meses) tiene de abierta la taquería, he cosechado buenos amigos de los medios, en particular de La Kalle, RCN y Tropicana, que generosos han venido a hacer sus notas sobre mi negocio. Confío que algo en la radio saldrá de esas amistades».
¿Cómo resultó de la noche a la mañana con una taquería, en esta plaza de mercado?
«Bueno, de algo tenía que sostenerme, porque con los sueños no se pagan renta, comida y servicios. Pensé que si la música mexicana era tan bien recibida en Colombia, pues la gastronomía también, como los tacos, los burritos, las enchiladas. Me puse a rastrear mercados por redes sociales, hasta que ubiqué este de Paloquemao, me pareció muy bonito. Por fortuna había un puesto que estaban arrendando, donde antes había funcionado un 'corrientazo'. Y de una decidí tomarlo».
¡¿Así, de primerazo?!
«Debo reconocer que no soy un experto gastronómico, pero en este punto doy crédito de la buena fe y la oportuna ayuda que me brindó un cuate mexicano que también tiene taquería en esta plaza: don Alberto Pavana, de La Lupita de Cletos, quien no solo me asesoró en el montaje del negocio, sino que me participó de varias recetas de tacos y de los insumos que se implementan en su preparación».
Muy generoso el cuate, porque aquí entre colombianos es frecuente la rivalidad, el revanchismo y la maldita envidia, el peor mal de nuestro pueblo.
«Pero fíjese usted que no sucede entre mexicanos. Por el contrario: nosotros tenemos un espíritu presto a la colaboración y la solidaridad. Y ese lo encontré en el amigo Pavana, a quien le agradezco».
¿Cómo le ha ido desde la apertura de la taquería a la fecha?
«Muy bien, bendito sea Dios y la Guadalupana. Han gustado mucho los productos y cuento con un buen equipo de colaboradores que se esmeran en la preparación y la atención".
¿Qué tipo de tacos está ofreciendo?
«En su variedad, los tradicionales: al pastor, carnita, cochinita, además de las enchiladas, los tacos dorados, los chilaquiles, la torta cubana, y la birria, un plato que ha gustado mucho y que se compone de ternera en su caldo, con sus sazones, o en taco, como la prefieran; acompañada de guajillo, chile morita, y de nuestra barra de salsas a todo dar: salsa macho, de maní, salsa verde, salsa roja, y de piña con habanera, entre otros picantes. Igual que nuestras bebidas tradicionales: Jamaica y Horchata. Y cerveza mexicana y tequila, que no pueden faltar".
¿Qué precios tienen?
«Las órdenes varían entre $16.000 y $55.000, esta última que incluye una guarnición de doce tacos en sus tres variedades: pastor, carnita y cochinito».
Qué días y qué horarios de atención?
«Como es mercado, aquí se atiende todos los días, de ocho de la mañana, a cuatro de la tarde. Los días de mayor afluencia de público son los viernes, sábados, domingos y lunes festivos».
¿También despachan domicilios?
«Claro que sí, a través de nuestra cuenta en Instagram: Taquería viva la Lupita. Estamos ubicados en el local 81014, Plaza de Mercado Paloquemao».
¿Le han llegado clientes mexicanos?
«Pero muchos, porque el mexicano es muy dado a los mercados. De hecho, han venido cuates artistas que me conocen de rato como locutor y mánager. Por aquí han pasado El Fantasma, Los dos Carnales, Calibre 50, entre otros duros de la melodía grupera, que es nuestro fuerte».
¿Cómo se proyecta a futuro en su rol de emprendedor gastronómico?
«La idea es abrir nuevos espacios, donde se puedan extender los horarios, y donde la clientela tenga vía libre al disfrute, no solo de la comida sino de la noche mexicana, que es de celebración, alegre y romántica, con la música y las bebidas que nos identifican, y la amistad que nos une. Ese sería el próximo paso a seguir».
¿Y seguirá insistiendo por lograr una plaza como locutor en Colombia?
«Así es, mi terquedad no tiene límites, y espero que a través de mis amigos de los medios que he cosechado, y que nos frecuentan, ese sueño se haga realidad».
¿Qué tipo de programa radial ha visualizado?
«Se lo resumo en pocas palabras: nadie como un mexicano para presentar la música mexicana».