Cada año por estos días se presenta un tremendo escándalo en torno a la determinación del salario mínimo legal; reuniones van y vienen y los politiqueros ignorantes, al igual que algunos dirigentes sindicales, aprovechan para hacer demagogia. En mi opinión no debería existir problema. La mayoría de los trabajadores colombianos no recibe ningún salario mínimo, de manera que la pelea tiene que ver solamente con aquellos que lo reciben. A estos, dadas las circunstancias, habría que tratar de mantenerles su poder adquisitivo y para ello sería suficiente un ajuste igual al de la inflación histórica. Los líderes sindicales y algunos economistas laboralistas argumentan que además del ajuste por inflación se debe hacer un ajuste por “productividad”. Esto ya hace parte de nuestra cultura laboral. De manera que para el 2018 el incremento del salario mínimo para esos trabajadores privilegiados que lo reciben tendría que ser igual a la inflación de 2017, más un incremento igual al del Producto Nacional Neto per Cápita. Desafortunadamente, en 2017, gracias a los derroches del gobierno en busca de la paz no ha habido crecimiento del PNN per cápita, así que por este concepto no habría lugar a ningún incremento.
No hay que olvidar que, gracias a la manipulación de la economía por parte de nuestros sabios, existe un sinnúmero de cargos, tarifas y precios, que los gobiernos, irresponsablemente, han atado al salario mínimo. Los cambios que resultan en estos factores económicos como consecuencia de los cambios del salario mínimo son sumamente onerosos, son inflacionarios y afectan toda la economía y a todos los colombianos. Las tarifas del impuesto a la renta, por ejemplo, están atadas a los SMLM. Uno no comprende por qué si el gobierno decreta un incremento del salario mínimo, este incremento le va a resultar en un mayor impuesto de renta a una persona que no recibe ese salario. Esto es irracional y debería acabarse.
Debemos recordar también que en estas discusiones alrededor del salario mínimo para los trabajadores formales no se ha considerado el problema de aquellos que no tienen un ingreso de igual magnitud o que están desempleados. Para estos ciudadanos los incrementos del salario mínimo legal lo que hacen es disuadir la contratación de mano de obra. Inclusive quienes ahora gozan del salario mínimo legal, pueden perder sus puestos de trabajo. En el mercado laboral también rige la ley de la oferta y la demanda, y el efecto de las elasticidades y el de la sustitución de factores de producción. De manera que al jugar con el salario mínimo se debe tener mucho cuidado.