Parte de dichos movimientos desean una lista cerrada con la alternancia de género, que aseguraría la paridad entre mujeres y hombres, una estrategia que a mí personalmente me gusta, pues asegurarían por primera vez en la historia, un sentir de los demócratas con respecto a la participación de la mujer de manera equitativa en la cámara alta.
Pero no todos los movimientos que acompañan a esta coalición, están de acuerdo. Sienten que, con una lista cerrada, Gustavo Petro podría imponer a dedo el orden de los candidatos en la lista para beneficiar a la Colombia Humana, cosa que de ser cierta terminaría convirtiéndose en un altísimo acto de deslealtad con los partidos de esta coalición, entrando en una contradicción con el discurso democrático del seguro candidato por dicho pacto. Para esos movimientos, un éxito de la lista cerrada favorecería el nombre del líder de la Colombia Humana, absorbiéndolos, ya que posiblemente reclamaría un éxito rotundo a nombre propio e invisibilizaría a los otros movimientos y sus reconocidos liderazgos.
El Polo Democrático es uno de los partidos que propone mantener listas abiertas, pues, así, éste no sería absorbido por el petrismo puro, y aunque será una lista donde confluyen muchos movimientos de centro-izquierda e izquierda, fácil sería, al final, discriminar el número de votos que los diversos partidos hayan conquistado para la lista del Senado 2022-2026.
Lo curioso del caso es que el Mais, la UP, el Polo, Decentes, la Colombia Humana y los recién llegados del Partido de la U e incluso los que se vayan acercando del liberalismo y ¡por qué no!, de Cambio Radical (Temístocles Ortega, por ejemplo, apoyó a Petro en segunda vuelta), no parecen tener grandes diferencias de carácter programático, e incluso, son defensores desde siempre de la implementación de los acuerdos de paz con las Farc (hoy partido de los Comunes) y de propuestas sociales para auxiliar de inmediato a las poblaciones más vulneradas por la sindemia de la COVID-19. Ante esto, es curioso entonces ver cómo se van enredando solitos en la puja por las curules y, con toda razón, por la necesidad de mostrar músculo electoral, lo que generará un mayor respeto y reconocimiento dentro de la Coalición que les hará figurar de manera independiente, en caso de un hipotético gobierno Petro.
Nuevas figuras imponen condiciones para aceptar la invitación del Pacto Histórico a ser parte de las listas al Senado de la República. Ariel Ávila no descarta la invitación de esta coalición de centro-izquierda, siempre y cuando las listas sean abiertas, y de igual manera Gustavo Bolívar hace algunas semanas también la apoyaba, al punto de asegurar que, si fueran finalmente cerradas, no participaría. Decisión un poco extrema, pero respetable. Me imagino que Alexander López, Wilson Arias y Alberto Castilla también se alinean en este sentido para darle mayor visibilidad al Polo.
Lo anterior es una desmarcada estratégica frente a Gustavo Petro. Están marcando su territorio y enviando un mensaje contundente al seguro candidato de dicha coalición: “esto es una coalición con bases democráticas, no un proyecto caudillista”, y observando la jugada política de los demás líderes, mucho se me hace que a Petro le tocará, a regañadientes, seguramente, aceptar que las listas sean abiertas, sacrificando la paridad de género por mantener sólida la coalición que mira con optimismo 2022. El mensaje es claro, y Petro como líder inobjetable también logra sufrir control de parte de sus aliados. Todo se debe hacer en democracia.
Ahora bien, ¿cómo conformar las listas? Alguna vez envié al exministro Carlos Bula una propuesta para elegir dentro del Polo el orden de lista en el Senado. Ni leyó mi propuesta, sin embargo, la mantengo y creo que es buena, incluso para una alianza mucho más fornida que la de las diversas facciones que había en el Polo en aquellos años.
Sea abierta o cerrada la lista, esta debe ser puesta a consideración en una asamblea multipartidista, aunque, con el problema de la pandemia pudiese no ser prudente reunir una masa de ciudadanos, por lo que, se me hace, debería ser una asamblea virtual, o, por qué no, una encuesta abierta. ¿En qué consiste?
Para dar derecho a la cabeza del Senado, todos los movimientos se deberán comprometer a participar y aceptar los resultados obtenidos. Demos el caso de 7 movimientos, partidos, organizaciones sociales, campesinas, víctimas de la violencia, comunidades LGTBIQ, movimientos indígenas variados, movimientos afrodescendientes e incluso gitanos, Primera línea y todo aquel liderazgo que vaya emergiendo dentro del pacto. La idea es que la gente vote por el partido de su preferencia, y quien más sufragios obtenga tendrá la cabeza de lista que en listas abiertas no es más que una dignidad simbólica, aunque en la cerrada es vital. El segundo renglón, será para el segundo en votación, el tercero para el que sigue en número de sufragios y así hasta el último movimiento. Si son, por ejemplo, 7 movimientos, cada uno tendrá derecho en orden de votación a su puesto en la lista, y al ubicar el séptimo renglón, se reinicia el octavo con el mismo orden hasta llegar a los 60, 70, 80, 90, o 100 cupos que se vayan a llenar en dichas listas. Claro está que esta metodología tendría efectos en la lista cerrada, porque, si se apunta, a 20 senadores, veremos que cada movimiento tendrá al menos 3 representantes en dicha corporación siguiendo el orden numérico de la lista. En la lista abierta tendría solo valor organizacional.
Vamos a ver que tan democrático es el Pacto Histórico, a quienes van a conceder la prelación de los primeros renglones en caso de una decisión de lista cerrada, que, aunque para mis gustos es mejor, con las condiciones de líderes como Bolívar o Ávila, habría que dejar, al menos para este cuatrienio las listas abiertas, pues, no se puede desperdiciar un electorado importante del primero, y un muy seguro gran electorado del segundo. Yo creo que ellos dos solitos podrían estar poniendo 180 000 votos, pues, no es un secreto la favorabilidad que tienen en la opinión pública por ser Bolívar uno de los más activos senadores de los Decentes, y Ávila, quien tiene un importante número de seguidores por su brillantez como analista político e intérprete juicioso de la realidad del país. Yo por mi parte entraría a apoyar una candidatura de Ariel Ávila, un joven realmente fundamental para la democracia colombiana, aun sin estar en estos momentos inmerso en la política electoral.
Hombres y mujeres tienen el deber de exigir democracia participativa en la conformación de estas listas. Si son inteligentes y mantienen sus intereses personales alejados del proyecto, se va a iniciar con pie derecho, si no, estaremos patinando como ocurre en el Verde que no sabe qué camino tomar por no tener un pegante programático y de tendencia clara en el abanico ideológico que le cohesione.
Finalmente, y uniéndome al análisis de Ariel Ávila, en la escogencia del candidato a la vicepresidencia, valdría la pena ampliar el espectro ideológico, buscando a una personalidad de centro-derecha, ¿quién? Vaya a ver quien se mide, no sé si Alejandro Gaviria, aunque no sé qué tan de centroderecha pudiese ser el actual rector de Los Andes, u otro outsider que se atreviera a levantar la mano y acercarse a dicho Pacto. Si se da esa posibilidad, puede el Pacto Histórico cantar victoria, de lo contrario, una nueva frustración viviremos en este mundo insensato de la política electoral y un deja vú se volverá a vivir con la impotencia que ello conlleva a las ciudadanías libres. “Amanecerá y veremos”.
