“La gloria del Pantano de Vargas pertenece al coronel Rondón y al teniente coronel Carvajal, ambos de los llanos de Venezuela, (sic); a ningún otro se le concedió sino a ellos en aquel glorioso día el renombre de valientes" Francisco de Paula Santander[1].
El 2 de abril de 1830, aquí, en el hoy municipio de Paz de Ariporo, en lo que antes se llamó La Fragua, fue asesinado el general Lucas Carvajal, nadie lo recuerda, muy pocos saben de su vida, los que lo mencionan, generalmente, parten de presupuestos equivocados o lo confunden con otros. La verdad, yo tampoco lo conocía, supe de él por su pariente, aquí presente, el exministro de Educación Nacional Luis Carvajal Basto, que se propuso convencerme de la importancia de su figura y vaya que lo logró, hasta volverme un admirador de sus glorias militares.
Para Paz de Ariporo es muy importante haberle dado cobijo a un héroe de la clase del general Lucas Carvajal y por eso hemos venido a rescatar su figura, para que a las juventudes de la región les quede su vida, cual espejo para mirarse, cual recuerdo para enorgullecerse, cual imagen para mostrar al orbe y enseñarle al mundo del turismo histórico, que deben venir a ver las ruinas que fueron su hogar, para rendirle tributo a un grande de la patria que, injustamente, fue asesinado por sus enemigos y olvidado por la historia.
LA GENERACIÓN DE LA INSPIRACIÓN.
La independencia de Colombia tiene dos etapas claramente definidas, una, la que va del 20 de julio de 1810 hasta la entrada de Pablo Morillo y la otra desde la batalla de Boyacá hasta la salida de los oficiales españoles que comandaban las tropas del rey en el sur y que mediante el armisticio de Bomboná, abandonaron el país, quedando la Nueva Granada libre de enemigos extranjeros. A esta primera generación de próceres pertenecen Antonio Nariño, José María Carbonell, José Fernández Madrid, Manuel Rodríguez Torices, Custodio García Rovira, Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Juan del Corral, José Félix de Restrepo, José Manuel Restrepo, Manuel del Castillo y Rada y un número muy grande de héroes civilistas, que sentaron las bases de la nacionalidad colombiana. En la primera república escribieron 21 constituciones de los Estados y plasmaron en ellas el país ideal que anhelaban para las siguientes generaciones. Fueron abogados, comerciantes, agricultores, ganaderos o mineros, pero ninguno de ellos fue militar de carrera y dejaron una impronta rápidamente reconocida por Bolívar al decir que Venezuela era un cuartel, la Nueva Granada una universidad y Quito un convento. Diseñaron un país que, como lo dijo mi paisano, el poeta Jorge Robledo Ortiz era “Un pueblo de patriarcas/con poder en la voz, no en los fusiles" [2]. La mayoría de esta generación pereció en el cadalso que por doquier montaron los mal llamados “pacificadores”, pero su herencia no murió, cayó en tierra fértil, en esta tierra a la que maravillado le cantó el español don Juan de Castellanos al llegar a Tunja “Tierra grata!, tierra buena, tierra de oro, tierra bastecida, tierra para hacer perpetua casa, tierra con abundancia de comida, tierra de grandes pueblos tierra rasa, tierra donde se ve gente vestida, y a sus tiempos no sabe mal la brasa, tierra de bendición, clara y serena, tierra que pone fin a nuestra pena” [3].
LA GENERACIÓN DE LA GUERRA.
A la generación de la inspiración le sucedió, como tenía que ser, la generación de los guerreros. Aquellos hombres que lanza en mano, a pie o a caballo, se recorrieron toda nuestra geografía, combatiendo a las tropas del rey y sacándolos de cada centímetro de la que entonces se llamaba El Nuevo Reino de Granada. A esta generación perteneció don Lucas. Durante diez años, ninguno de ellos conoció la paz del hogar, sólo la paz de los sepulcros, regados por toda la geografía, marcados las más de las veces con una cruz de madera hecha con rústicos pedazos del primer árbol que estaba cerca, donde encontraban el último reposo, bien los muertos en los combates, bien los heridos que se gangrenaban por la penetración de las lanzas o machetes infectados, que hacían que los muertos fueron no tanto en el campo de batalla como en los hospitales de guerra. A estos valientes debemos la consolidación de nuestra independencia. Liderados por Bolívar y Santander, crearon una nación de la nada y nos dieron un puesto entre las naciones civilizadas del orbe.
CASANARE EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
“En Casanare la bandera de la independencia nunca fue arriada, ni un día, ni una hora, ni un solo minuto. Hasta el final de la guerra, la provincia se conservó como seguro santuario de la idea emancipadora como auténtico semillero para los ejércitos de la república” Fabio Lozano y Lozano[4].
Este departamento de Casanare está lleno de historia, aquí hay que venir con la cabeza descubierta, inclinar respetuosos la cerviz y admirar las ruinas que en Pore muestran lo que fue la antigua capital de Colombia. Al Llano, y a los llaneros, debe nuestra nación la independencia que le arrebatamos a los españoles en fieros combates hace doscientos años.
Gracias Casanare, gracias casanareños, hoy la vida me da el placer de cumplir con el deber patriótico de decirles que a las gentes nacidas aquí y a los recursos conseguidos aquí, Colombia debe su libertad. Tardío reconocimiento a una verdad de a puño, soslayada por los historiadores que se dejan deslumbrar con la personalidad rutilante y avasalladora de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Cuando todo estaba perdido, cuando el imperio español había recuperado el aliento después de la salida del Virrey Amar y Borbón y de las tropas de Pablo Morillo, habían anegado en sangre nuestra geografía y eliminado en el patíbulo a la generación de la inspiración, sólo pudo mantenerse libre un pequeño rincón de la patria: la provincia del Casanare, porque aquí había un grupo de gentes, muy pocas por cierto, que escasamente llegaban al medio por ciento de la población de la Nueva Granada, que se atrevieron a desafiar a esa potencia “donde el sol nunca se ocultaba”, porque estaban hechos, al igual que todos Uds., de coraje, de rebeldía y de amor por la libertad.
Como nos lo cantara Héctor Paúl Venegas [5]:
Ser llanero vale un alma
Y muchas leguas de tiempo,
Hay que sentirse por dentro
Como la sabia en la palma.
Las rebeliones casanareñas no han sido nuevas, desde la lejana época en que los Jesuitas quisieron imponer sus reducciones, como las que con tanto éxito tuvieron en el Paraguay y en la Chiquitanía Boliviana, por la concesión que las autoridades españolas les otorgaron en Morcote, Támara, Pauto y Chita, las gentes de esta tierra se levantaron en guerrillas para combatir a quienes venían a someterlos a un régimen tan extraño a su propia idiosincrasia y, una vez expulsados los discípulos de Iñigo de Loyola, por la Real Pragmática de Carlos III en 1767, siguieron enfrentados a los funcionarios de la corona y a los sacerdotes que pretendieron continuar su explotación, casi en calidad de Encomenderos.
No fue la última vez que en Casanare se luchó por la libertad. En el movimiento comunero, un 19 de marzo de 1781, se depusieron las autoridades coloniales, don Javier Mendoza se declaró Gobernador y reunió a las gentes de Pore, a los de Támara, Manare y otros pueblos, para, entre todos, siguiendo el ejemplo de Clara Tocarruncho en Silos, proclamar a José Gabriel Condorcanqui “Tupac Amarú II”, como rey de América. Y en Zipaquirá, al firmar las traidoras capitulaciones que ofrecía el Arzobispo Caballero y Góngora, también estaban las gentes de Casanare, bajo el mando del Capitán de Chire.
Casanare fue el destino que escogieron Rosillo, Cadena Y Salgar para promover el levantamiento que sacara de la Nueva Granada a los hijos de don Pelayo. Aunque no pasó de ser una aventura juvenil que les costó la vida.
En los tiempos de la independencia hubo en Casanare dos claros períodos. En el primero, de 1810 a 1819, las figuras descollantes fueron las del dominico Fray Ignacio Mariño, “El Tigre” Ramón Nonato Pérez, Juan Galea, Francisco Olmedilla, Juan José Molina, Jenaro Vásquez, Miguel Guerrero y el esclavo Inocencio Calacuerda. En el segundo período la figura fue Juan Nepomuceno Moreno y las visitas del “León de Apure” José Antonio Páez, ambos unidos en su afán por entregar la región del Casanare a la soberanía venezolana, infructuosa tarea que les impidió el accionar patriótico del “Organizador Civil de la República” el general Francisco de Paula Santander.
Pore fue la capital de Colombia a partir del 18 de diciembre de 1818; en señal de soberanía económica y para financiar el Estado y la guerra, Santander emitió una moneda de plata que tuvo gran aceptación. Armó las tropas, las disciplinó, creó los cuadros de mando y se preparó para ascender la cordillera y conseguir nuestra independencia.
Fue tal el saqueo a los recursos de la provincia que don Salvador Camacho, gobernador en 1827 y padre del expresidente de Colombia don Salvador Camacho Roldán, hijo de ésta tierra, nacido en Nunchía, presentó renuncia de su cargo por la extrema pobreza en que quedó el Casanare después de la guerra de la independencia.
La historia regional está aún por escribirse en Colombia y los gobernantes deberían ser sus promotores para no arrojar al cesto del olvido a muchos de aquellos que hicieron nuestra nacionalidad.
OTROS DOS CARVAJAL EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
En muchas de las narraciones históricas acerca de nuestra independencia, se confunden con facilidad a tres Lucas Carvajal, uno, nuestro general, el otro “el comandante Lucas Carvajal, muerto en Genoy[6], sí llevaron ese nombre, el otro no, el llamado “El Tigre Encaramao”.
Se equivocó el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Coronel Hugo Rafael Chávez Frías, cuando en el “Aló Presidente” No. 285 celebrado en la población de Elorza, en conversación con el señor Carlos Carvajal, afirmó: “El Tigre Encaramao. Lucas Carvajal cabalgaba con dos lanzas, era un guerrero de la independencia, era tan bravo que él andaba con dos lanzas, y las riendas del caballo en la boca. Lucas Carvajal, invencible, de aquellos centauros que aquí en estas sabanas hicieron morder el polvo a las mejores tropas imperialistas de España, ¿ves? Por eso es que esta sabana es tan heroica”. Porque “El Tigre Encaramao”, no se llamaba Lucas, se llamaba Francisco del Carmen de la Trinidad Carvajal, bautizado el nueve de enero de 1792 en la Villa de Aragua, Venezuela, como consta en el libro cuatro de bautismos, folio 174, para los años 1788 a 1793, produciéndose su muerte el 17 de agosto de 1814 en la batalla de Aragua de Barcelona y Simón Bolívar, en reconocimiento a su bravura, en el lecho de muerte lo ascendió a Coronel.
En cuanto al Lucas Carvajal muerto en Genoy, el general Manuel Antonio López en su libro “Recuerdos Históricos" [7], precisa: “El Teniente Coronel Lucas Carvajal (Diferente del Comandante Lucas Carvajal que murió en Jenoy)”, en lo cual no puede estar equivocado porque fueron sus compañeros de campaña. El que si debe estar equivocado es el escritor-narrador caucano José María Cordovez Moure en sus Reminiscencias de Santa Fé y Bogotá[8], que lo llama Juan, “Juan Carvajal combatió en Venezuela y en Nueva Granada y se halló en el sinnúmero de combates que libraron los ejércitos de independientes, desde el de Chire hasta el de Jenoy, donde rindió la vida “con la muerte de los bravos”. También Juan llama Santander a nuestro general en sus escritos. En la narración que nos hace don Santiago Arroyo en sus “Apuntamientos sobre la revolución de la Nueva Granada 1808-1824”, compilado y publicado por la Fundación de Patrimonio Cultural del Cauca”, en el aparte correspondiente al año 1821, señala: “En estas circunstancias se presentó el general Valdés en las inmediaciones de Juanambú y el 2 de febrero ocupó a Jenoy, dando orden para un ataque general….murieron algunos de ellos, y últimamente atravesó una bala al intrépido comandante Carvajal. La pérdida de este bravo de Boyacá acobardó a sus soldados, al desaliento siguió el desorden y la derrota del ejército”. Confirma pues don Santiago, con su reconocida autoridad y prestigio la suerte del comandante Carvajal, bien distinto al teniente coronel Lucas Carvajal que murió en La Fragua, diez años después.
Despejado este equívoco histórico, dediquémonos a nuestro general.
EL GENERAL LUCAS CARVAJAL.
Genealogía de los Carvajal:
La familia Carvajal no es nueva ni desconocida en La historia colombiana. Dos mujeres de éste apellido son ilustres pero algo desconocidas, la una doña María de Carvajal, esposa del Mariscal Jorge Robledo y quien con sus luchas en la corte de España logró que se ordenara la detención del Adelantado don Sebastián de Benalcázar por haber asesinado a garrote a su esposo, en donde hoy se asienta el municipio de Pácora, corregimiento de San Bartolomé, departamento de Caldas, en lo que llaman “La Piedra de Pipintá" [9]. La otra, doña Timotea Carvajal[10] segunda esposa del general y expresidente de Colombia José María Obando, padres del general Capitolino Obando, muerto en la acción de La Humareda en la guerra de 1885; Timotea siguió con abnegación a su esposo en el exilio por Sudamérica y fue su gran apoyo moral en los tiempos de tristeza, pobreza y soledad que les tocó vivir en Chile y el Perú, por la persecución inmisericorde del general Tomás Cipriano de Mosquera. En el tercer viaje de ese ser enigmático que fue don Cristóbal Colón, venía don Alonso Sánchez de Carvajal. El Correo Mayor de las Indias fue entregado como concesión por la reina Juana a don Lorenzo Galíndez de Carvajal y sus herederos, desde el 14 de mayo de 1514 hasta bien entrada la colonia en 1768 y comenzó en unas naves rápidas que llamaban “Avisos”, recorría la misma ruta del descubridor, comenzaba en Cartagena, seguía a Porto Belo, Veracruz y regresaba a Sevilla. Otros Carvajal, asentados en Mompox, reclamaban unas encomiendas, en nombre de don Hernando de Alfaro, hijo de don Luis de Carvajal y bisnieto de Alonso de Heredia, el hermano del fundador de Cartagena don Pedro de Heredia. Los Carvajal de nuestro general, que provienen todos de don Juan de Carvajal[11], se asentaron en El Cocuy y de ellos sólo conocemos noticias de su hermano Mariano. Incluso, se ha llegado a afirmar que estos Carvajal eran parientes del Libertador de América don Simón Bolívar, sin que haya podido tener ninguna comprobación.
Vida, luchas y muerte de don Lucas:
¿Dónde nació?, ¿quiénes fueron sus padres?, ¿contrajo alguna vez matrimonio y tuvo descendencia? Nada sabemos, solo que al morir con él estaba una inglesa que era su compañera sentimental, de la cual nunca se volvió a tener noticia.
El Diccionario de Historia de Venezuela[12], dice de él que nació en el Estado Anzoátegui en 1795 y el Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Colombia escrito por Joaquín Ospina[13], lo muestra como un general venezolano, pero, por su hermano Mariano podemos deducir que nació en el hoy departamento de Boyacá, en Socha, en Chiscas o en el Cocuy.
La historia de Lucas Carvajal se confunde con la de las guerras que nos dieron la independencia. De él se llegó a decir que contaba con más batallas ganadas que años de vida.
Su vida militar comenzó de la mano de Manuel Carlos Piar en las dos batallas de Maturín de 1813, la una en marzo y la otra en mayo; con José Félix Ribas estuvo en Niquitao y Los Horcones; con Simón Bolívar en Taguanes, Bárbula, Las Trincheras, Araure, San Mateo y la segunda batalla de la Puerta; con Santiago Mariño en Bocachica y Sabana de Arao; Con Ribas y Bermúdez en Urica; con Gregor McGregor estuvo Carvajal en las batallas de El Alacrán y El Juncal.
En el año de 1817, Carvajal se unió a la campaña de Guyana, bajo el mando de Piar y se cubrió de gloria en la batalla de San Félix, el 11 de abril y de él tenemos noticias al día siguiente, en que Lucas Carvajal era uno de los Edecanes del Libertador Simón Bolívar, como lo consigna Manuel Carlos Piar en su diario de operaciones de esa fecha: “Al amanecer, además de las partidas que quedaron anoche, salió del cuartel general otra a las órdenes del edecán de S.E.[14], teniente Lucas Carvajal, a recorrer el campo de batalla y las riberas del Orinoco. Este oficial ejecutó exactamente su comisión, trayendo algunos prisioneros más, algunas armas, dos cajones de granadas de cañón y varias cartucheras. El mismo oficial ha confirmado a S.E. que habiendo hecho el recorrido hasta las mismas márgenes del río, guiado por las huellas llegó a encontrar el propio lugar en donde se debió haber embarcado Latorre”.
Volvió Carvajal donde Bolívar y con él hizo la campaña del centro de Venezuela y, sin mucho horizonte, se va para los llanos a encontrarse con Santander. Conocedor de la zona porque allí, en dirección a la cordillera había nacido y recorrido el camino ganadero que llevaba a Maracaibo fundado por sus antepasados, fue factor definitivo para que las tropas libertadoras tomaran la vía del páramo de Pisba, el lugar menos protegido y vigilado por el ejército colonial español y que representó una sorpresa para las huestes de Barreiro.
En este punto y hora de su vida de guerrero, comenzó don Lucas el más destacado papel de su vida. Subió con la vanguardia que dirigía Santander, que salió de Pore el 22 de junio y se batió con los españoles en Paya (junio 27), el 5 de julio estaban en Socha, el 7 sorprendieron a una avanzada de los españoles en Corrales, el 12 triunfaron en Gámeza y el 25 fue la batalla del Pantano de Vargas donde se coronaron de gloria Carvajal y Rondón, sin que la historia avara le reconociera los méritos a don Lucas, como si lo hizo el general Santander y como lo dejó en los anales militares el general Manuel Antonio López, quien consignó [15]: “Cuando más se empeñó el enemigo en arrollarnos salió el bizarro coronel Rondón con su caballería y derrotó completamente la infantería del centro del enemigo, poniendo en desorden la que no fue cargada…. Simultáneamente el teniente coronel Lucas Carvajal, con un escuadrón de caballería, cargó por el camino principal a la del enemigo, arrojándola completamente”, consolidando una victoria en la que ya ni Bolívar con su optimismo de siempre creía.
Fue tanta su colaboración a la victoria que, desde allí, fue llamado El León del Pantano.
Lucas Carvajal combatió en Boyacá y se fue para Venezuela con Rafael Urdaneta, como comandante del escuadrón de cazadores montados, haciendo la campaña de Carabobo pero sin participar en la batalla por estar de comandante del puesto de Carora. Lograda la independencia de Venezuela, fue enviado de comandante a Coro. Volvió a su patria y siguió al sur con Bolívar y con él entró a Popayán en 1822, sitio donde dejó una anécdota que muestra la personalidad de Lucas Carvajal contada por Mario Pachajoa Burbano, en su escrito “Pañuelos del Libertador" [16], en la que el Padre de la Patria le solicitó a la señorita Javiera Moure que bailara con el entonces Coronel Lucas Carvajal, sacando éste a relucir sus mejores virtudes de gran bailarín, con lo que hicieron las delicias de los asistentes.
Participó activamente en la batalla de Bomboná o Cariaco [17], abril 7 de 1822, donde fue herido en momentos en que reemplazaba al herido general Pedro León Torres. Esta fue una batalla de perdedores, nadie triunfó, como lo dice el historiador pastuso Enrique Herrera Enríquez en su libro “Yacuanquer y el general Pedro León Torres [18]”, “Las notas que se cruzan entre Bolívar (Simón) y García (Basilio) después del conflicto dicen mucho de cuanto pasó en la que se ha considerado como una de las más sangrientas batallas de la independencia de nuestro país. Razón tienen quienes han dicho que Bolívar perdió la batalla por su gran error estratégico y García por no consumar la victoria”.
Después de Bomboná, participó en las batallas de la cuchilla de Taindala, en abril de 1822 con Mires contra Boves y en la de diciembre contra Agualongo, donde los pastusos demostraron su capacidad guerrera y desestabilizadora contra la república que recién comenzaba.
Pasó por Pasto, continuó al sur, pero regresó con Bolívar para enfrentar la rebelión de los pastusos dando ejemplo de valor en el violento enfrentamiento con las tropas de Agustín Agualongo, Estanislao Merchancano y Benito Boves [19] en el combate de Ibarra o ribera de Tahuandó; entró a Pasto en la salvaje represión republicana contra el pueblo pastuso y fue llamado por Bolívar para que lo acompañara en la campaña del Perú como comandante de la caballería colombiana.
En Junín, Carvajal utilizó la estratagema que les dio tanto éxito en las Queseras del Medio de aparentar huir y cuando tres o cuatro estaban por darles alcance, volteaban caras y les daban muerte con sus lanzas de tres y madia varas; fue ésta una batalla muy sangrienta en que no se disparó un solo tiro, todo fue cuerpo y cuerpo y cuando Bolívar consideró que la batalla estaba perdida apareció el coronel Carvajal, herido él y con un prisionero al anca, para darle el parte de victoria. En sus “Biografías Militares”, José María Baraya, en la parte relativa al coronel José María Córdoba, nos cuenta: “restablecido el combate por los esfuerzos del mayor Brown, del teniente coronel Suárez, de los coroneles Silva, Carvajal, Bruix y el general Miller, los realistas no pudieron resistir a la segunda arremetida, tan violenta como inesperada…
En el más bello canto a Junín, escrito por el poeta ecuatoriano, nacido en Guayaquil, José Joaquín de Olmedo[20], en el verso 255, se exalta la figura de nuestro héroe:
Ora mi lira resonar debía
Del nombre y las hazañas portentosas
De tantos capitanes, que este día
La palma del honor se disputaron
Digna de todos…Carvajal… y Silva…
Y Suárez… y otros mil… más de improviso
La espada de Bolívar aparece
Y a todos los guerreros
Como el sol a los astros, oscurece.
En Ayacucho se vivieron actos de valor que hicieron que Sucre ascendiera en el campo de batalla a Lucas Carvajal a general de Brigada, por esa lucha gloriosa que selló para siempre la suerte del imperio español en América.
Carvajal, comandante del escuadrón de Húsares de Caballería “Granaderos Húsares de Colombia” siguió a Sucre y Córdoba al Alto Perú y volvió a Lima. De regreso de la ya república de Bolivia, en mayo 21 de 1825, fue encargado de la división sitiadora del puerto de El Callao, por órdenes directas de Bolívar.
Ya sabemos por el testimonio de Piar que Lucas Carvajal era teniente en 1817, el 26 de julio de 1818 fue ascendido a teniente coronel de caballería, el 7 de abril de 1822 llegó a coronel efectivo de caballería y el 14 de febrero de 1825 se le otorgó el grado de general de brigada como consta en la carta que en esa fecha le dirige Santander a Bolívar y que corre publicada en las “Memorias del general O'Leary" [21]: “Al Excmo, señor Libertador Presidente de Colombia y el Perú…Adjunto hallará V.E. los despachos que he librado previa las formalidades constitucionales, ascendiendo a….y a generales de Brigada a los coroneles Lucas Carvajal…”. Con este grado acompañó al Mariscal Antonio José de Sucre para enfrentar la invasión de las tropas peruanas [22] que terminó en un triunfo clamoroso de la Gran Colombia en la batalla del Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1827, cerca a la ciudad ecuatoriana de Cuenca, curiosamente el lugar de nacimiento del general La Mar. Pasada esta batalla colgó su espada y pidió la baja del ejército el 27 de marzo de 1827, poniendo así fin a una larga y meritoria carrera de soldado al servicio de la patria.
La muerte:
Por orden de su enemigo el general Moreno, Lucas Carvajal, el héroe de la independencia, el bravo combatiente de muchas batallas, cerró para siempre sus ojos en la inmensidad y belleza de este llano, acompañado del comandante Miguel Segovia y de una inglesa que fungía como su compañera sentimental.
Cuenta el general Rafael Urdaneta en sus “Memorias" [23] acerca de la muerte del general Lucas Carvajal: “Al llegar Urdaneta a Tunja, supo que en Casanare había sido asesinado su socio en intereses, el general Lucas Carvajal, por orden del general Juan Nepomuceno Moreno, sin otra causa que quitarle los intereses que manejaba; y este asunto y el del comandante Miguel Segovia , compañero de Carvajal, produjeron la separación de la provincia de Casanare, que quiso atribuirse luego a causas más nobles”. En estos momentos Urdaneta preparaba un viaje para el Casanare a visitar sus propiedades.
¿Quién fue el asesino? El general Juan Nepomuceno Moreno, hijo de esta tierra, Paz de Ariporo, donde nació en fecha no precisada hacia fines del siglo XVIII y murió aquí mismo el 31 de diciembre de 1831; combatió en Guasdualito en 1815, se proclamó como Gobernador de Casanare en 1816 y rechazó el nombramiento que de dictador de Casanare y Jefe del ejército le había hecho a Rafael Urdaneta el Presidente José Fernández Madrid, en 1818 Páez lo nombró Gobernador de Casanare, comandante del primer regimiento de lanceros y comandante general del cuerpo de caballería en 1819, participó en la batalla de Boyacá y se regresó a su finca en el Casanare, se fue para Venezuela y participó en la batalla de Carabobo y en el sitio de Puerto Cabello, enemigo de Bolívar, fue nombrado en 1831 Oficial del Estado Mayor Libertador, combatió la dictadura de Urdaneta y salió de los llanos con 700 hombres, 300 jinetes y 400 de infantería, con los que llegó victorioso a Sogamoso, pasó por Cerinza y derrotó a las fuerzas de Urdaneta, llegó a Tunja y en Zipaquirá amenazó con derrocar la dictadura del general venezolano y volverse él mismo dictador, pero se encontró con un muro de jefes civiles y se volvió garante de los acuerdos de Apulo.
¿Cuál fue la causa del asesinato?, Carvajal, socio y amigo del general Rafael Urdaneta militaba en el bando bolivariano, había pedido la baja del ejército el 27 de marzo de 1827 y su amigo Urdaneta, con el visto bueno de Simón Bolívar, lo escogieron para que se fuera a manejar las antiguas haciendas de los Jesuitas que habían sido arrendadas a la nación por el general Rafael Urdaneta. Con Carvajal allí, mataban dos pájaros de un tiro, le ponían un dique a Moreno y controlaban el robo de ganado. Por eso se utilizaron las sombras de la noche para acabar con su vida y como dijo Bolívar en alguna ocasión: “Al amparo de las sombras no florece sino el crimen”.
Le tocó enfrentar a don Lucas el malestar que causó en Casanare el que el gobierno le hubiera adjudicado las antiguas haciendas de los Jesuitas al general Urdaneta y eso le facilitó a Moreno la organización del crimen, hecho de noche y por sorpresa porque matar a alguien como Carvajal no era fácil y más cuando hacía honor al dicho de esta tierra “Pa' lante casanareños porque pa' tras asustan”.
Honores al general en el 188 aniversario de su muerte:
Del Casanare a Ayacucho, pasando por Boyacá
En el Pantano de Vargas, buscando la Libertad,
Viene un centauro al galope, es don Lucas Carvajal.
General de generales, de Bolívar edecán,
Brazo fuerte, pulso firme, batallar y batallar.
Desde los Andes se mira, el Llano en su inmensidad
Desde el Cocuy, desde Chiscas, o cualquier otro lugar
Se añoran los vientos recios, la tierra por conquistar,
Los aguaceros en Mayo, las mujeres de verdad.
Hasta allá llegó Don Lucas, rancia estirpe Liberal.
Las coplas de estas sabanas, que son la pura verdad,
Recuerdan aquel baquiano desde Pore hasta Yopal
De Arauca, tierra querida, de Maní hasta Trinidad
Brazo fuerte, pulso firme, batallar y batallar.
La muerte se lo encontró, cumpliendo con lealtad
Al Libertador, su amigo, y Hermano en la realidad,
Dejó estampada su impronta y su valor inmortal,
En esta Paz de Ariporo, de aquí hasta la eternidad.
La muerte se lo encontró, en compañía de una dama
Venida desde Inglaterra, su compañera de cama.
Es mejor morirse así que vivir arrodillado
Morirse le toca a uno, pero así ya no es “pecao”.
Que vuelva siempre, Don Lucas, no olvide como llegar,
Las antorchas que iluminan el camino a trasegar
Le indicaran que este día, y todos los que vendrán,
Las puertas están abiertas para hombres de verdad
Como usted y esos valientes, que “hicieron”, la Libertad.
[1] Francisco de Paula Santander. Escritos Biográficos, 1820-1840. Biblioteca de la Presidencia de la República, administración Virgilio Barco. Bogotá. 1988. Página 127. [2] Jorge Robledo Ortíz. Siquiera se murieron los abuelos. Poema. [3] Tomado de internet: https://bit.ly/2PTjbyq [4] Boletín Cultural y Bibliográfico , Número 20, Volumen XXVI, 1989. [5] http://www.llanera.com/musica/?idl=236 [6] En la grafía de ese tiempo, se escribía “Jenoy”, con J, no con G, como hoy en día. [7] Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual, página 116. [8] Tomado de internet, https://bit.ly/2BtN7Z4 [9] El Cacique Pipintá era el señor de esas tierras hasta la llegada de los españoles. Cuyo tesoro fue buscado como Eldorado o el de Dobaibe. [10] Sancho Londoño y María de Piedrahita, bisabuelos de Timotea, son los mismos choznos tres del autor de estas notas. [11] Don Juan de Carvajal, primer Gobernador de Venezuela y quien abrió el camino ganadero entre Tunja y Cumaná, fundador del Tocuyo (Venezuela) y de Maracaibo, era hijo único de Diego Carvajal y de María de Acosta Cardoso-home. Este Juan de Carvajal “casó en Tonga(sic) con doña Inés Manrique de Velandia, siendo padres de Don Diego De Carvajal, Catalina de Carvajal, dos monjas en “tunja” y dos más en Santafé de Bogotá en el convento de Santa Clara.(Enrique Toral y Peñaranda, Genealogía de los Carvajales de Úbeda: siglos 15 y 16 pág. 19). En Boyacá, como encomendero de Tibaquira, aparece Diego de Carvajal Manrique, hijo de don Juan y de doña Inés. [12] Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas. 1988. [13] Joaquín Ospina. Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Colombia. Editorial Cromos. Tomo I. Bogotá. 1927. Página 481. [14] Para Piar “S.E”., Su excelencia, no era otro que Simón Bolívar. [15] Manuel Antonio López. Recuerdos Históricos. Fundación de Patrimonio Cultural Caucano. Quinta edición. 2010. Pàginas 34 y 35. [16] Tomado de internet: http://pachajoa.110mb.com/javiera.htm [17] En la falda del volcán Galeras. [18] Enrique Herrera Enríquez, Yacuanquer y el General Pedro León Torres. Alcaldía Municipal de Yacuanquer. 2007. Páginas 89 y 90. [19] El español llegado de Venezuela, fugado de Pichincha y que algunos sostienen que era pariente de José Tomás Boves. [20] José Joaquín de Olmedo. La victoria de Junín. Universidad Nacional de Colombia, facultad de ciencias humanas. Bogotá. 2010. Páginas 33 y 34. [21] Daniel Florencio O´Leary, República del Perú, Estancia del Libertador en el Perú, 1823-1826. [22] Las tropas peruanas han invadido a Colombia en tres ocasiones, y en las tres han resultado derrotadas, la primera ésta en que fueron vencidos en el Portete de Tarqui, la segunda cuando estaban defendiendo el monopolio cauchero de la Casa Arana y la tercera cuando invadieron a Leticia en el gobierno de Enrique Olaya Herrera. [23] Rafael Urdaneta. Memorias. Editorial Incunables. Bogotá. 1990. Página 210.