El movimiento de los indignados y de apoyo sin precedentes a un acalde que comienza a reunir a todos los que defienden la democracia auténtica y la paz, vuelve a demostrar que en el Polo lo que prima es su vocación de suicidio.
Primero fue la expulsión, con el cuento peregrino de la doble militancia, del partido comunista hace un par de años, lo que apuntaba a cerrarle el paso a Marcha Patriótica que había mostrado su interés en hacer parte del Polo y con ello fortalecer el proyecto.
Era el 23 de abril de 2012 cuando Marcha Patriótica demostraba su descomunal fuerza con la manifestación de más de cien mil personas en Bogotá y a la cual no se sumó el Polo. Solo se atrevió a saludar la aparición del nuevo movimiento que enarboló desde su nacimiento la bandera de la paz.
En ese entonces no aparecían como aliados de Marcha Patriótica ni Juan Manuel Santos ni el alcalde Petro como si lo hicieron el pasado 9 de abril en la concentración por la paz y de la cual se marginó también el Polo con el otro cuento peregrino de que apoyar semejante demostración por el tema capital de la nación, era cargarle la maleta a la reelección de Santos.
Entonces su vocación de autoinmolarse parecía no tener reversa. Es que no hacer parte de la más grande movilización por la paz de Colombia no tenía precedentes en el accionar de un partido de izquierda que como el Polo levanta en su ideario la divisa de que la superación del conflicto armado pasa solamente por la negociación política con la insurgencia.
Y claro, coincidieron con la ultraderecha que hizo mutis por el foro. Con el Procurador que no aceptó la invitación como representante de la sociedad civil y con Uribe, entre otras joyas de la vida nacional.
Hoy el Polo se aísla de nuevo del movimiento popular cuyo eje decisivo pasa por la defensa de lo público y en este caso particular del alcalde Petro. Solo han sacado un frío comunicado en el que advierten de las arbitrariedades del Procurador al tiempo que vuelven a hablar de la mala administración distrital.
Es como si a alguien a quien le han robado la cartera se le reprenda por su falta de cuidado en lugar de brindársele solidaridad. Pero imposible dársela a quien desenmascaró el carrusel de la contratación en el que apareció involucrado el Polo, que hasta último momento y cerrando los ojos ante las evidencias de los Moreno, se empecinaba en el disco rayado de que se respetara el debido proceso.
Gustavo Petro e Iván Cepeda, de la directiva del Polo, a diferencia del resto de sus compañeros de la dirección, resolvieron unirse a las voces de denuncia y ya sabemos el resultado en el caso del primero: salió electo como alcalde en una rápida campaña. El Polo resolvió irse con un gris candidato que no obtuvo ni el diez por ciento de los votos del jefe de Progresistas.
Y mientras crece la protesta ciudadana con atisbos insospechados en el camino de la movilización en defensa de la democracia y de la paz, otra vez Clara López, cada vez más desdibujada en las encuestas y a quien la UP la sorprendió quitándole el monopolio de la candidatura de izquierda con el lanzamiento de Aída Abella, se limita a decir que apoyar la marcha de este viernes solo corresponde al “fuero personal de cada ciudadano”.
Es que parece que ni siquiera leen las encuestas que dan cotas de apoyo al alcalde que superan el 70 por ciento de la población o las noticias sobre el lleno permanente de la Plaza de Bolívar en cuatro días en las que han resaltado todas las banderas de la izquierda y del movimiento popular, incluidas las de la CUT, donde el Moir, la principal fuerza del Polo, tiene sus contingentes sindicales.
Definitivamente, como en tantos casos de la izquierda, cuando prima la pequeña política, el cálculo estrecho, pero sobre todo el sectarismo, el camino del despeñadero está a la vuelta de la esquina. Así lo demuestra cada vez más el Polo que alguna vez logró sumar el descontento nacional y cuya torpeza política parece no conocer límites.
El lento pero seguro suicidio del Polo
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