El lenguaje de una sociedad criada a los guamazos

El lenguaje de una sociedad criada a los guamazos

"Un país como Colombia, que no es capaz de discutir en medio de la diferencia, no está preparado para la paz"

Por: Clara Gamboa
agosto 19, 2016
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El lenguaje de una sociedad criada a los guamazos

Hablar sobre el  proceso de paz, la  educación para la diversidad y las condiciones sociales de nuestro país parecen ser  difícil y espinoso. Desde candentes conversaciones familiares hasta encendidísimos tuits, lo colombianos demuestran que el país no está preparado para asumir los cambios de paradigma que implican ser  un país  en  camino  hacia  la paz. Una sociedad polarizada que no es capaz de discutir cómo enseñar en la diferencia --que amargamente sigue pensando en la diferencia, no como oportunidad sino como  riesgos de contaminación-- explica por qué no estamos preparados para reconciliarnos.

No obstante, las sociedades no maduran a guamazos. Siete décadas de guerra lo han demostrado. Estrategias como la violencia, la decapitación política del enemigo, la tergiversación  o la mentira, son síntomas de una enfermedad que nos  llevó  a la degradación del conflicto, a la  glorificación  de la corrupción  y al contubernio con la ilegalidad.  Las transformaciones  que se necesitan en este país para educar en la diferencia, respetar el enfoque de derechos y la  garantía de  estos, va más allá de una simple cartilla. Se necesita entender que el sentido de la otredad, ese otro que siente y vive como yo, seguramente tiene derecho a acceder a un aula, a un hospital y ser tratado con respeto.

Por esto la discusión  no se puede centrar en si se debe enseñar que existen  parejas del mismo sexo  o familias  homoparentales. Evidentemente los niños y las niñas no están  abstraídos  de esta realidad y tanto los medios de  comunicación, como las redes  y las conversaciones, muestran los cambios que se han dado tanto socialmente como políticamente en razón de los derechos de la comunidad  LGBTI.  No obstante, se siguen escuchando en las calles, chistes manidos  y  torpes sobre la condición de  género o se  ven los  famosos memes que  ridiculizan una  opción.  Tampoco esta sociedad enmarcada en un estado social de  derecho, Pluri-étnica y multicultural, está lejos de la existencia del racismo y la falta de equidad,  pues a más de un buen samaritano le gusta utilizar la frase “no juegues con niños de color extraño". Habría que preguntarnos ¿Qué tanto de nuestros discursos  están cargados de odio, miedo e ignorancia?. Incluso los de aquellos que extienden la bandera de los  derechos y las libertades y han caído en  estos días  recientes en el juego del improperio y el fanatismo. Digo esto porque  he visto  cómo las redes sociales se han convertido en trinchera de unos y de otros.  Es necesario invitar a la cordura,  a no utilizar los 180 caracteres del twitter como metralleta.

Con esta breve introducción quisiera instalar el problema en las siguientes preguntas ¿Es necesario crear una  cátedra sobre Afrodescendencia, otra sobre población LGBTI u otra sobre la importancia  de la paz?.  Hago esta pregunta porque  la diferencia  y su  riqueza no pueden ser trabajadas desde el concepto de la minoría.  El  concepto de minoría se ha convertido  en un  arma  de doble  filo,  la palabra no  sólo señala  una cantidad poblacional, también  traza un circulo de  aislamiento y establece la clásica teoría de conjuntos: “ uno de  estos animales no es como los otros es diferente de todos los demás”,  por  tanto  estar en la minoría, parece  tener  inherente un  sino  trágico.   La tragedia  de la minoría es la  carencia de  reconocimiento de  sus derechos, el aislamiento social y la carencia de políticas claras. El drama está sociedad en que  como ya lo he  dicho el lenguaje construye  trincheras. Hay que educar para contrarrestar la sintomatología del odio. Hay que educar para las nuevas ciudadanías, por tanto Afrodescendencia, Etnias, Género, paz y ciudadanía no pueden ser trabajadas  de manera aislada pues estos  temas se desprenden  de una raíz central la inequidad. Inequidad que tiene como arma de batalla el lenguaje.

El lenguaje que se convierte en matoneo en el colegio, el lenguaje que señala en el ámbito de lo público por tu preferencia sexual, política o por tu condición social, frases tales como “lo respeto, pero no lo comparto” son una muestra rampante de la homofobia. Si usted no es homosexual  no necesita decirlo  pues uno sólo comparte su preferencia sexual con quien desea y hay que ver que en temas que apuntan a la sexualidad el deseo es fundamental. O qué tal esta otra  perla que escuché en un  bus: “usted es tan negro como su alma”. El negro no es el color de la maldad,  esa es una  gran mentira cultural que se dio para  permitir la esclavitud.  “Es un indio”,muy utilizado  para señalar el comportamiento procaz de alguien, es apenas la punta del iceberg de un proceso de blanqueamiento que ha sufrido esta sociedad.  El común denominador no puede ser que entre más blancos, menos gays, menos comunistas mejor estamos. Con esto no estoy diciendo que lo uno está mal y lo otro está bien, sino que lo correcto es que usted revise su lenguaje. Seguro que encontrará una que otra  falencia y tara que tenga montada en la cabeza. Seguramente se dará cuenta que el problema no es la cartilla, ni el supuesto comunismo de las Farc (digo esto porque por su funcionamiento durante años esta guerrilla se convirtió en una empresa), sino su capacidad de comprender y aceptar otras realidades.

 

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