Un sábado en la mañana Keylor Navas, estrella de Costa Rica , no aguantó más. El técnico de su selección, Jorge Luis Pinto, entró sin llamar a su habitación. Keylor necesitaba privacidad. Eran los días previos al partido definitivo de la clasificación a Brasil en septiembre del 2013 contra Honduras. Pinto estaba nervioso y el equipo reventado físicamente. Por un capricho había puesto a todo el equipo a entrenar en la localidad de Guapiles, cerca a un cultivo de piña en donde la humedad rebasaba el 90%. Quería que sus jugadores se acostumbraran al clima al que se enfrentaría al estadio en San Pedro Sula en Honduras. Pero los jugadores ya estaban hartos del técnico.
Nadie en Costa Rica puede decir que la labor del técnico santandereano fue mala. Al contrario, no sólo les dio una clasificación al mundial sino que ocuparon una posición soñada, histórica: llegar a Cuartos de Final después de ser primeros en el grupo de la muerte y luego perder por penales contra Holanda. En ese mundial nadie les pudo ganar. Pero había algo que sucedía y que reflejaba los problemas internos que carcomían el conjunto Tico: cada vez que hacían un gol ningún jugador celebraba con él.
Los detalles los contó el sicólogo de la Selección Costarricense y amigo personal de Jorge Luis Pinto el cucuteño Jaime Perozzo. Él fue quien relató las molestias y los abusos que generaba el santandereano dentro del equipo. Pinto se ensañó contra el médico de la selección Alejandro Ramírez de quien se burlaba y contradecía todos sus conceptos. Otra que vivió un calvario parecido fue la nutricionista Ligia Chávez. Pinto opinaba sobre cada menú que le servían a los jugadores y, por supuesto, no estaba de acuerdo con ninguno.
Pero lo de Keylor Navas fue la gota que rebasó la copa. Era el líder máximo del equipo. La situación fue tan dura que estuvo a punto de irse a los golpes. Los jugadores calmaron la situación y exigieron un cambio de ritmo, que se dejara a un lado el régimen militar que se había implantado en la Selección. El resultado en el Mundial de Brasil limpió el cielo de nubarrones pero los futbolistas no olvidaron y por eso es que Pinto, a pesar del éxito y de lo que pedía buena parte de Costa Rica, fue despedido de la Selección.
No era la primera vez que Jorge Luis Pinto reventaba un equipo. En su primer paso por Millonarios dejó sentado a Carlos Valderrama, en el Cúcuta Deportivo, según su asistente, la vieja gloria del Deportivo Cali Germán el Burrito Gonzalez, despertaba al sicólogo del club a medianoche a preguntarle por el estado de ánimo de los jugadores. En busca de la excelencia Pinto explotaba sus manías.
Con Millonarios en el 2019 terminó en pesadilla lo que pintaba como un sueño. El equipo azul arrasó en la primera ronda y fue el equipo que cabalgó el torneo en el todos contra todos. En las finales todo parecía ir a las mil maravillas hasta ese partido en Santa Marta. Solo necesitaba ganar ante el eliminado Magdalena pero el calor, la humedad, la brisa y al parecer el disgusto de insignias del equipo como Cristian Marrugo y Santiago Montoya con el cuerpo técnico hicieron que la compleja máquina ganadora que había montado Pinto se empezó a resquebrajar.
En Bogotá, ese miércoles 5 de junio, el Campín se llenó con la esperanza de celebrar una nueva final. El reto era imponerse a otro equipo eliminado y en crisis, el América que venía de ser goleado en Cali por el Pasto. Pero no se les pudo dar. El país se unió en torno al Pasto y sacó a relucir el odio por Millonarios. Por eso creyó a pie juntillas la versión que sacó una cuenta falsa llamada Invictus en donde hablaba de que el camerino se había puesto en contra de Pinto. Hubo medios de comunicación que les hizo eco, solo basado en un falso rumor. Cría fama...
