El próximo miércoles 23, a las 5 y 30 de la tarde, tendrá lugar en la sede del Centro de Memoria Paz y Reconciliación, en la calle 26, el lanzamiento de un nuevo trabajo literario realizado con reincorporados de la antigua guerrilla de las Farc. En el año 2021 se materializó un primer producto titulado Naturaleza común, que reunió once relatos de excombatientes en torno a sus experiencias con la naturaleza.
La obra que se presentará esta vez lleva por título Agua corriente, y como lo indica su subtítulo, comprende diez relatos de no ficción de excombatientes para la reconciliación. Se trata de un libro digital, por ahora, resultado de la conjunción de esfuerzos entre el Instituto Caro y Cuervo, adscrito al Ministerio de Cultura, y el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, dependencia de la Alcaldía Mayor de Bogotá y su Alta Consejería de Paz, Víctimas y Reconciliación.
La idea provino del Instituto Caro y Cuervo y en ella se empeñaron Juan Álvarez, Lisa Colorado, Andrés Castaño y Christian Rincón, con el aporte ilustrativo de Sergio Román. Gracias a ellos se realizaron los distintos talleres sobre lo que sería el tema central del trabajo, el agua en la literatura, y también con su asesoría permanente se fueron tejiendo las historias que brotaron de recuerdos y narraciones de los exguerrilleros.
El resultado está ahí, a los ojos del lector, un humilde desafío al relato impuesto desde el Establecimiento acerca de las Farc, sus combatientes, la forma en que llegaron a filas, sus convicciones, sueños, sentimientos y pesares. Ajena a cualquier pretensión política, la obra nos brinda una visión espontánea de esas mujeres y hombres que pasaron gran parte de sus vidas en medio de la selva, creando y viviendo su propio universo.
Cada uno elaboró su narración por aparte, sin saber lo que escribían los otros y sin otro referente que su relación con el agua y sus propias experiencias. De sonrisas y lágrimas nos habla la historia que retrata Manuel Bolívar, Todo es agua. En ella nos hace sentir la alucinante presencia de Leidy, la muchacha de largos cabellos negros que conoce sentada sobre una roca a la orilla de una quebrada, y por cuya vida nos hace derramar lágrimas al finalizar su historia.
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Ajena a cualquier pretensión política, la obra nos brinda una visión espontánea de mujeres y hombres que pasaron gran parte de sus vidas en la selva, creando y viviendo su propio universo
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Sara Luna nos traslada al placer infinito que le inspira permanecer durante horas hundida en aguas profundas, al que nos conduce tras su descripción de una creciente que lentamente inunda por completo el campamento, en medio de vívidos retratos de la cotidianeidad guerrillera y su particular lenguaje. Martín Cruz nos lleva de la mano a las marchas guerrilleras en medio del Chocó y a la tierna relación de un indígena en armas con la mascota iguana que adora.
Carolina, experta enfermera en filas, primero reflexiona sobre la pandemia del covid, para llevarnos de la mano a su infancia en el Meta, aprendiendo a nadar entre dos ríos hasta volverse una experta, habilidad que resultará fundamental años después, en el Catatumbo, cuando siendo guerrillera, en medio de los temibles relámpagos y las violentas tormentas, se ocupará en salvar vidas de compañeros de armas, muchachos tan nobles como ella.
Guzmán compara la contaminación de las aguas del río San Francisco en Bogotá, con las aguas en medio de las cuales vivió su infancia en la frontera con Venezuela en el Norte de Santander. Y cómo la violencia en el Cauca y el Catatumbo lo fue conduciendo a la toma de las armas. Cómo descubre la diferencia entre la familia de sangre y la familia política. Paradójico que al reincorporarse a la vida civil tras la firma del Acuerdo, mire atrás y concluya que seguimos iguales.
Disfrutamos con Lizeth, indígena caucana, corriendo a ver las truchas asomarse a las cinco de la tarde en las lagunas. Y el recuerdo de cómo al marchar por los páramos se siente el piso blandito, como si se caminara sobre una bomba llena de agua. Su comunión con la naturaleza a la que aprendió a leer y escuchar. Carmen nos cuenta cómo ahora sí puede llorar y expresar el dolor por los muertos, en comparación a la dureza que exigía la muerte en la guerra.
Por eso se explaya en recordar a Efrén, un querido mando del Bloque Oriental y la dura marcha que vivió a su lado. Guillermo nos habla de los científicos japoneses que tuvieron su centro de investigación en el río Duda y lo infestaron con caimanes traídos del Congo, mientras Yesenia se ve a sí misma niña de 13 años, sin desarrollarse, tomando parte de la lucha que tras décadas de templanza, ya en la paz, se le llevó por manos criminales lo más querido, su compañero.
Podrá afirmarse lo que se quiera sobre quienes firmaron la paz y la defienden. Eso no borrará jamás su impronta.
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El libro en este link: http://centromemoria.gov.co/wp-content/uploads/2022/02/Agua-Corriente_CMPR.pdf