La gama de primorosos blancos y azules impresas en las fotografías del maestro del lente Abel Enrique Cárdenas Ortegón, sugiere en la óptica sensible del espectador proclive a las milenarias artes dancísticas de la Rusia zarista un irresistible pasaje a bordo por el fascinante universo del ballet en su brillo y majestad, y en una de sus más bellas representaciones de todos los tiempos: El Lago de los Cisnes, gala de hadas en cuatro actos, original del gran Piotr Tchaikovsky., estrenado en el Teatro Bolshói, en 1877, con innumerables versiones alrededor del mundo, y en 1985, estelarizada por el Ballet Real de Rusia.
El blanco en su nítida pureza es el alma de los esbeltos seres ingrávidos que se levantan armoniosos al ritmo de la sublime melodía en el proscenio del Teatro Colón de Bogotá, y los azules en sus contrastes, el aguamarina, el cobalto, el tungsteno, réplicas minerales del cielo y el agua. El lago a disposición de la belleza que emerge con los movimientos sincopados de los bailarines, en fiel conjunción con la partitura de celestas.
El maestro Cárdenas Ortegón es especialista en estas visiones relacionadas con el ballet clásico. En la toma de impresiones convocada por el Teatro Colón esta semana, con la compañía mencionada, dejó claro su admiración y devoción por una de las disciplinas más hermosas y milenarias de la cultura rusa, en su origen, cultivada con esmero y reconocimiento por las élites y la aristocracia. Lo que el respetado lector tiene a la vista, son unas postales de colección.
Allí estaban con su vestuario original los herederos de Timoféi Búblikov, Serguéi Diáguilev, Anna Pávlova, Tamara Karsávina, Matilda Kshesinskaya, Olga Spesívtseva, Ida Rubinshtéin, Vatslav Nizhinski, Leonid Miasin, Vátslav Nizhinsk, y del grande entre los grandes, el inmortal Rudolf Nuréyev, entre una extensa lista de recordadas figuras que le han dado lustre y altura a la icónica escuela del ballet ruso.
El Lago de los Cisnes, en su coreografía iniciática, con la tutoría del maestro de ballet clásico Marius Petipa con música de Tchaikovsky, significa una de las grandes obras de la música de ballet, motivo de inspiración para otras clásicas del mismo género como La Cenicienta y Cascanueces.
Tiene su génesis en una leyenda germánica en el tránsito de unas hermosas jovencitas convertidas en cisnes por caprichos de un malevo mago, el siniestro Von Rothbard, que en la penumbra y por antojo del prestidigitador, retornan a su esencia humana.
En el primer acto, el príncipe Sigfrido sale orondo de cacería con sus compinches y en la saga de sus presas se cruza con Odette, líder de las primorosas convertidas en cisnes. Ella le confiesa su trágico desenlace y el de sus amigas, al tiempo que lo compromete en la única solución a ese conjuro: una promesa de amor. Sigfrido asume el reto al día siguiente en el palacio, donde justamente deberá elegir entre las invitadas a un festejo, a la que será por siempre su compañera de vida.
Para el Teatro Colón de Bogotá y para los seguidores puntuales del arte dancístico en su máxima expresión, es un enhorabuena de orgullo y satisfacción contar por primera vez en su escenario con la compañía del Ballet Real de Rusia y sus treinta bailarines, acompañados en los acordes de la vernácula pieza del Lago de los Cisnes por la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, en esta oportunidad bajo la batuta del maestro invitado Cristian Sandu, director de la orquesta de la ópera y del ballet nacional de Rumania.
Cabe destacar que para esta representación se conservó la escenografía de su estreno en San Petersburgo, en 1895, lo mismo que los bocetos originales del sobrio vestuario, con una extraordinaria infraestructura luminotécnica que aproxima al espectador a los lugares fantásticos que inspiraron a Tchaikovsky a escribir su magnífico cuento de hadas.
Los roles estelares corren por cuenta de dos enormes exponentes del Teatro Marinsky de San Petersburgo, semillero de los mejores bailarines del ballet clásico a escala mundial: Nika Tskhvitaria, quien asume doble protagónico en las interpretaciones de Odette y Odilia (el bien y el mal); el espigado Alexander Volchkov, primer bailarín del Ballet Bolshói de Moscú, encargado de narrar la vida del príncipe Sigfrido. Completa la terna del frente privilegiado el bailarín Iván Sitnikov, de quien la crítica se ha referido como el digno sucesor del recordado Boris Godunov.
El de El Lago de los Cisnes, a merced del Ballet Real de Rusia, con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, es un espectáculo de lujo, justo para correr el telón de la Temporada 2020 del Teatro Colón de Bogotá.
Apertura Temporada 2020 Teatro Colón de Bogotá (Calle 10°#5-32): Ballet Real de Rusia. El Lago de los Cisnes. Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. 30 y 31 de enero (7:30 p.m.), 1° de febrero (3:00 p.m. y 7:30 p.m.) y 2 de febrero (5:00 p.m.).