Aficionados sienten miedo porque el ‘killer’ les puede destruir su ilusión.
Las protestas de ciudadanos indignados por los 11 billones de dólares que legalmente ganará la FIFA entre junio y julio de 2014 no representan un peligro para la obtención de la sexta Copa del Mundo, objetivo máximo de Dilma Rousseff, la Confederación Brasileña de Fútbol y 200 millones de habitantes. Con el entrenamiento que le dio la multinacional de mercenarios Blackwater a sus policías, responsable de conformar ejércitos privados para combatir en Irak, Afganistán, Siria, Libia, entre otros, es suficiente.
Y aunque los trabajadores del metro hagan huelga, los distribuidores de droga se encuentren con una demanda creciente y los turistas se sorprendan por pagar USD30 por una hamburguesa, ese no es el miedo que aqueja a los brasileros, quienes gozan de una reputación mundial por tener la segunda economía más fuerte de América, después de la ‘gringa’. Ellos saben que su país goza de grandes bellezas naturales y arquitectónicas, y eso les valdrá millones de turistas más para 2016 cuando se realicen los Juegos Olímpicos.
Ahora, más que miedo hay un pavor en los estadios de Brasil. Un lagarto a quienes los más reconocidos dirigentes del ‘brasileirao’ no tuvieron en cuenta, hasta el punto de hacerlo emigrar a la fría Europa, llegó a Brasil vestido de rojo y con ganas de demostrar que el menosprecio se paga caro, una actitud bastante común cuando en una misma cancha se cuenta con jugadores como Neymar (Barcelona), Paulinho (Tottenham), Oscar (Chelsea) o Thiago Silva (PSG).
Dicen que los jugadores hablan goles, y eso lo entendió Diego Costa, quien luego de pasar por varios equipos en el viejo continente adquirió un gran nivel de juego, hasta el punto de ser el goleador del Atlético de Madrid y gran artífice del título de la Liga. Cuando Falcao partió al Mónaco se dijo que él no podía hacer lo que el “Tigre” conquistó. Solo le bastaron unos partidos como titular para acallar a los periodistas y conquistar el corazón de su entrenador, Diego Pablo Simeone.
El boom de sus goles fue tanto que en la selección de Brasil, al mando de Luiz Felipe Scolari, lo convocó para jugar un amistoso contra Italia. Así, para marzo de 2013, Costa ya lucía la tan anhelada verdeamarela. Entró al minuto 68 como remplazo de Fred pero no pudo marcar. No obstante, a un goleador como el “Lagarto”, conocido así por ser originario del municipio Lagarto, estado de Sergipe, no le gustaba ser suplente.
Aunque no presume de sus habilidades en los medios, Diego Costa tiene una personalidad ganadora. Siempre quiere ganar. Incluso ha arriesgado su integridad por marcar un gol, como ocurrió en un partido contra el Getafe, cuando por un ‘score’ se estrelló contra el arco contrario. Una cortada y mucha sangre hacían pensar en una terrible lesión, pero no fue así, el lagarto supo rehacerse y en pocos días ya estaba en el mítico Stamford Bridge marcándole un gol al Chelsea de Mourinho, que tenía en sus líneas defensivas a David Luiz, y un poco más arriba, a William, Oscar y Ramires, todos titulares de Brasil.
Gracias a su talento y a la nacionalidad que el gobierno español le dio, Costa optó por lo que todos creyeron imposible en su momento: abandonar la ‘Canarinha’ para jugar con la ‘Roja’, la misma que en 2010 se alzó como campeona del mundo ante Holanda. En Brasil, luego de ver que Costa marcaba más goles que el popular el Neymar, las reacciones no se hicieron esperar. Scolari hizo hasta lo imposible para que el “lagarto” jugara con Brasil y no con España, pero eso no bastó. Costa reveló que Scolari nunca se preocupó por él y que en cambio Vicente del Bosque sí lo hizo, tanto así que lo invitó a comer y le dejó las puertas abiertas.
Hay mucho oportunismo en Brasil por esto. Cuando este talentoso jugador quiso jugar para la pentacampeona mundial fue menospreciado, lo cual es muy doloroso para un futbolista que es goleador y titular indiscutible en su club. Los hinchas de Brasil no quieren a Diego Costa, aunque el jugador haya asegurado en repetidas ocasiones que es más brasilero que la samba misma. En los estadios de Brasil se siente un miedo por el lagarto, que se reconoce como brasilero, pero quiere ganar el mundial con España.
Esta situación fue tan lejos que pasó de lo deportivo a lo legal. El director deportivo de la Confederación Brasileña de Fútbol, Carlos Eugenio Lopes, inició trámites ante el Ministerio de Justicia para quitarle la nacionalidad al “lagarto”, valiéndose en la Constitución Brasileña, la cual indica que “a una persona se le retira la nacionalidad cuando tiene cancelada su naturalización por sentencia judicial o por adquirir otra nacionalidad por naturalización voluntaria”. Y es que Costa firmó ante notario español su nacionalidad ibérica.
Esto es una novela que no tiene fin. En España por su parte se han escuchado cánticos racistas contra Diego Costa, a quien le dicen que no es español y por lo tanto no merece jugar con la ‘roja’. El delantero se ha hecho en España. Fue en ese país donde alcanzó la cima, por lo que se siente agradecido por el apoyo recibido. La mejor manera de expresar ese afecto y agradecimiento es jugando para Del Bosque y no para Scolari. Ya para España había jugado un brasileño, el mediocampistas Marcos Senna, quien ganó con Luis Aragonés la Eurocopa de 2008.
El fútbol no entiende de tradiciones. Es más bien el amor por un color lo que determina la camiseta que se ponen. Debe primar el amor ante la tradición. Selecciones como Holanda, Francia o Inglaterra lo aplican, por eso tienen jugadores de todas las razas y credos en el mismo equipo.
Posdata: ¿Qué culpa tiene el lagarto de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda? Es de admirar la sangre fría con la que tomó esta decisión, sin crear polémica y hacer un espectáculo. Son los medios de Brasil y los hinchas de la pentacampeona quienes lo increpan. Sienten miedo de que el ‘killer’ les destruya su ilusión. Pese a la polémica, en Lagarto, Sergipe, su tierra natal, apoyaron la decisión de su hijo pródigo, que debió salir lejos de su tierra para conquistar su sueño y hoy vuelve como un profeta que quiere hacer historia en su propia tierra, vestido de rojo, no de amarillo.
Andrés Emilio Vargas
@andresvach
