Como ya sabemos, Colombia es un país lleno de diversas culturas, historias, mitos y leyendas.
El municipio de Plato, Magdalena, está ubicado en el centro del departamento, en la subregión centro a la margen del río Magdalena.
La población de Plato no solo es reconocida por su cercanía al río, su gastronomía o por ser la tierra nativa del humorista Álvaro Lemmon. También porque por las calles de este pueblo del Magdalena todos hablan sobre una leyenda que ha traspasado fronteras. Se trata de un hombre que se convirtió en caimán.
Esta es la historia
Cuentan los ancestros que en el pueblo existió un hombre llamado Saúl Montenegro, que se dedicaba a la pesca, pero tenía un defecto que no podía dejar: era parrandero, mujeriego y bebedor.
Cuando las mujeres más hermosas del pueblo, principalmente las vírgenes, iban a bañarse al río Magdalena, el pescador se escondía sigilosamente detrás de los arbustos y árboles para verles su desnudez. Saúl disfrutó por mucho tiempo de esta manía, hasta que fue sorprendido por las mujeres. Este salió despavorido del lugar.
Una mañana se enteró de un brujo nativo de la Alta Guajira que preparaba pociones.
Montenegro viajó a La Guajira y se encontró con aquel brujo. Le dijo el hombre al brujo que deseaba convertirse en caimán para poder ver de cerca a las muchachas cuando disfrutaran de un baño en el río.
El brujo le preparó dos pociones. Una de color rojo, que lo convertiría en caimán, y otra blanca, que lo convertiría en hombre de nuevo.
Saúl regreso muy contento a su tierra, buscó a un amigo suyo y le contó aquel secreto. De inmediato se fueron al río. Al ver a las mujeres bañándose, Saúl le pidió a su compañero que le rociara la pócima roja. Una vez convertido en caimán se sumergió en las frías y profundas aguas del Magdalena a disfrutar, observando a las muchachas del pueblo bañarse.
Una tarde aquel pescador fue a buscar a su amigo, pero este estaba borracho y no pudo acompañarlo. Decidió invitar a otro amigo, y camino al río le contó todo.
Aquel amigo le roció la pócima roja, y al ver que su amigo se convirtió en un enorme caimán, se asustó bastante. Por los nervios, dejó caer el frasco de la pócima blanca, salpicando solo unas gotas en la cabeza.
Montenegro se sumergió así al agua. Transcurrió un tiempo y las jovencitas se percataron de que un hombre con cuerpo de caimán las estaba asechando. Ellas salieron atemorizadas del río y corrieron al pueblo a contarles a todos lo que habían visto.
Los habitantes de Plato empezaron a cazarlo, pero el hombre caimán se escondió en casa de su madre, quien lo cuidaba dándole su comida favorita: pan con queso y una botella de ron.
Su madre viajó a la Alta Guajira en busca de aquel brujo, pero se encontró con la desalentadora noticia de que había muerto. De un momento a otro ella también enfermó al ver que no podía hacer nada para salvar a su hijo, hasta que murió.
El hombre caimán decidió nadar por el río Magdalena hasta que llego a la ciudad de Barranquilla, en donde también los cazadores lo esperaban. Pero de un momento a otro desapareció.
Hasta nuestra época, nadie sabe que pasó con aquel hombre caimán cuando llegó a la ciudad.