En 1997, en una reunión nacional de secretarios de salud, convocada por la Ministra de Salud de esa época, aquí en Cartagena, se presentó un balance de los recursos enviados por el Gobierno Nacional a las EPS e IPS y lo realmente invertido.
Como era de esperarse los resultados de "esa rendición de cuentas", todavía no se llamaba así a los balances obligatorios que debían presentar las entidades del orden nacional, regional y local, la ministra manifestó que el departamento peor calificado (léase corrupto) era Bolívar, seguido del Chocó.
Hoy en día, después de 25 años de esa memorable reunión y de la prolongada intervención de la Supersalud, Bolívar parece haberse recuperado un poco y los dos primeros lugares, ahora, están ocupados por Chocó y Guajira.
Es decir, que desde ese entonces, Chocó ha sido víctima de la corrupción pública y privada y esa sería la explicación más convincente para el estado calamitoso de pobreza en el que actualmente se encuentra su población que sigue siendo víctima de toda suerte de actores armados, incluyendo a la fuerza pública y el sempiterno abandono del Estado.
Desde paramilitares, guerrilleros, pasando por ladrones de "cuello blanco" y delincuentes comunes, hasta dirigentes políticos corruptos, tienen en jaque mate a una de las regiones más ricas y potencialmente productivas de la nación.
La Iglesia católica se ha ofrecido, en varias oportunidades, a través de su conferencia de obispos, a servir de mediadora en un conflicto interno que es, quizás, guardadas las proporciones, tan crítico como el de Ucrania, con la diferencia de que aquél, Estados Unidos y Europa, por intermedio de la OTAN, lo han vuelto internacional, y el nuestro, como es local, tiende a que se le considere como de "menor cuantía", incluso, por el mismo gobierno nacional.
En una de las últimas reuniones de los prelados de la Iglesia con los líderes sociales del Chocó, el Ministro de Justicia le restó importancia a la situación y la redujo a "un simple enfrentamiento entre bandas delincuenciales por el control territorial del narcotráfico", desestimando los argumentos de la Iglesia e ignorando las circunstancias sociales, políticas y económicas que conlleva el conflicto armado en la región. La comisión, por supuesto, se levantó de la mesa y se marchó.
Finalmente, como lo señalan los líderes estudiantiles de Quibdó, basta ya de tanto informe mediático de los medios y de tanta palabrería, pues, lo que se necesita, en estos momentos, son soluciones efectivas, por parte del Gobierno Nacional, para con los numerosos problemas que aquejan a esa atribulada región de Colombia.
