La serie de Netflix cuya trama versa sobre un Jesús de Nazaret homosexual ha encendido la polémica con respecto a las inclinaciones del profeta de Nazaret. Los más puritanos de sus seguidores se han mostrado bastante disgustados por lo que implica una burla a sus más arraigadas creencias. Otro aspecto que en términos generales ha suscitado suspicacias y debates es el relacionado con María Magdalena y su relación con Jesús. ¿Merece tal debate estas dos cuestiones?
Evidentemente, es aventurado e ingenuo afirmar que Jesús era homosexual. Los más sensacionalistas infieren amoríos de Jesús con Juan, el discípulo amado (aunque en ningún lugar se menciona que Juan sea el discípulo amado). No tenemos ningún dato histórico que mencione algo al respecto y ningún historiador serio podría siquiera plantearse esta opción. En la Palestina del siglo I posiblemente ya era una práctica común particularmente entre los romanos, pioneros en este tipo de asuntos, pero no poseemos una prueba que permita afirmar tal cosa sobre Jesús. Su celibato, escandaloso par un judío de su tiempo, de ninguna manera prueba su homosexualismo, sino que se debe más a razones prácticas dada su itinerancia y su desarraigo familiar.
Naturalmente, se parte del principio de que ser homosexual es algo negativo y ello el quid del asunto y de la polémica: el hijo de Dios no puede ser homosexual bajo ninguna circunstancia (como si los homosexuales no fueran hijos de Jesús). Las intenciones del seriado en cuestión no son en absoluto teológicas o históricas, se trata más bien de una comedia sensacionalista y debe ser asumida como tal, teniendo en mente que el homosexualismo no es una condición pecaminosa y que probablemente, de existir en los días de hoy, Jesús se pondría del lado de los homosexuales al ser éstos sujetos rechazados por la sociedad, y la inclinación de Jesús por los excluidos es más que evidente en los evangelios.
En el caso de los amoríos de Jesús con María Magdalena, los defensores de tal teoría se basan en el evangelio apócrifo de Felipe, el cual se refiere a María como la “compañera de Jesús”, pero ningún historiador serio intenta datar este evangelio antes del siglo II, con lo cual su validez queda entredicha. Por otro lado, debe tomarse este evangelio en el contexto en el cual fue escrito: un ambiente gnóstico en el cual las divinidades no pueden ser comprendidas sin un complemento femenino. En otro sentido, la adjudicación a María de “prostituta”, se debe a una confusión en la lectura del texto, pues la mencionada meretriz es otra persona diferente a la discípula de Jesús.
En síntesis: si Jesús fue o no homosexual es un detalle completamente carente de importancia, así como si tuvo o no amoríos con María Magdalena, pues son detalles que no tergiversan en ningún sentido lo más importante de su mensaje: su inclinación por los débiles, su defensa de los pobres, su amor por los oprimidos. Los creyentes deberíamos fijarnos más en lo importante y dejar de lado la banalidad de la vida sexual de Jesús, haciendo mayor hincapié en lo importante de su actuación para hacer de nuestra fe una fe militante, que tome postura frente a la difícil situación que el país afronta hoy.
