Dos veces al mes su finca en Santa Fé de Antioquia se llenaba de farándula criolla. Desde que se casó en ese lugar a orillas del Río Cauca con la modelo y presentadora Vanesa Peláez, Sebastián Murillo Echeverri dejaba de ser el jefe de cobros de la Oficina de Envigado para convertirse en un empresario que se codeaba con actores y ganaderos. Le encantaba ser el anfitrión de fiestas de tres días en donde los invitados podían disfrutar de una docena de Ponys o de las guacamayas de 30 millones de pesos que compraba en el mercado negro y que coleccionaba. Las fiestas por lo general las amenizaba su amigo, el cantante Pipe Bueno. En su círculo también se movía Daniela Ospina, la ex esposa de James Rodríguez, íntima amiga de Vanesa Peláez con la que presuntamente tenía una empresa de vestidos de baño. Los invitados sentían curiosidad ante ciertas excentricidades que tenía la finca. La más extravagante de todas era el cuarto completamente blindado que tenía la propiedad.
Allí en Santa fe de Antioquia, en el 2012, Sebastián Murillo Echeverry se casó con Vanesa Peláez. En esa época todo brillaba. Tuvo dos niños con la modelo y la buena racha parecía eterna. Ya lo conocían dentro de la estructura de la oficina de Envigado con los apodos de Lindo o de Lindolfo. Tenía en esa época 26 años y su ascenso en la organización criminal había sido espectacular. En poco tiempo se ganó la confianza de Fredy Alonso Mira Pérez, alias Fredy Colas, jefe de la Oficina de Envigado. Cuando se entregó en abril del 2015 a las autoridades norteamericanas, el protagonismo de Lindolfo se acentuó hasta el punto que desde esa época entró en el radar de las autoridades colombianas.
Toda su vida Murillo Echevarria vivió entre el narcotráfico. Su papá, Rodrigo Murillo Pardo, dueño de la joyería Felipe, patrocinador de equipos de ciclismo y quinto hombre al mando del Cartel de Medellín. Fue secuestrado, torturado y asesinado por su socio, Pablo Escobar Gaviria en enero de 1986, cuando Sebastián era apenas un recién nacido. La admiración que despertó su papá se evidencia en la colección de recortes de periódico que tenía en su apartamento en el Poblado, el lugar donde fue sorprendido el pasado miércoles siete de febrero por la policía.
Captura por parte de la Policía de Sebastián Murillo, alias 'Lindolfo'. Video Policía Nacional
Lo primero que hizo alias Lindo, ante la inminencia de su captura, fue pedir que lo dejaran arreglar. Era de madrugada, estaba durmiendo y necesitaba bañarse. Le preocupaba como iba a aparecer en la foto. La operación había sido coordinada por la DEA y en ella fueron capturados seis integrantes de la Oficina de Envigado en Medellín y en Cartagena. Las autoridades dicen que a su lado estaba la modelo Vanessa Peláez quien, aunque presuntamente ya se habían separado, aún vivían juntos. Ante la policía la presentadora quiso ocultar su nombre lo que generó una discusión entre la pareja.
Cuando alguien debía más de 1.000 millones de pesos a la oficina, recurrían a Sebastian Murillo. Poseía un ejército de sicarios que servían para intimidar a los deudores. Si no tenían plata en efectivo los sicarios de Murillo los obligaban a traspasar sus bienes. Murillo tenía una red de testaferros para traspasarlos y luego venderlos o devolverlos después de exigir millones de comisión. El escándalo apenas empieza y todo indica que los famosos que estaban vinculados al narco son numerosos. Un escándalo que podría equiparar al de alias Fritanga