Hay un coctel que se ha tomado las noches europeas en la última década, cuya popularidad mundial preocupa mucho a las autoridades. Se trata simplemente de acortar el precio de la borrachera y también el tiempo en alcanzarla; al menos es lo que persiguen los jóvenes con esta innovación coctelera que triunfa en los denominados «botellones» y que se logra al unir el Jägermeister, un licor alemán que se hace mezclando 51 hierbas, de 35 grados de alcohol, revuelto con Red Bull, la famosa bebida energética. Como el efecto que produce la taurina es la estimulación instantánea del sistema nervioso, la mezcla es toda una «bomba de relojería» etílica, y se llama «Jägerbomb». En Alemania pusieron de moda beberlo en Jäger-train, entiéndase por tal, una hilera de vasos que van cayendo y se van mezclando en un largo y explosivo efecto dominó, en el que se pierde la conciencia.
La tóxica mezcla alemana, se asemeja a la que nos viene alistando para servir el gobierno del cambio, un coctel de vías de hecho con omisión de autoridad que amenaza con causar una explosión con onda expansiva, que nos causará mucho más daño que una tenebrosa resaca. Petro viene preparando ese coctel y el efecto bola de nieve, no se hará esperar.
Hace un mes, en la noche del domingo 21 de agosto, algo más de 200 personas entraron a un predio, en Curumaní, Cesar, armadas de palos y machetes amedrentaron a los trabajadores, le quitaron las llaves al administrador diciendo que eran parte de un “comité prorreivindicación de tierras” y, que necesitaban la finca para “producirla a su manera”. Eso es vía de hecho, dijo alguno. Un verdadero atentado a la propiedad privada que generó zozobra en varios lugares, dijo Lafaurie.
El invasor atenta contra el derecho de propiedad, como en este caso, cuando irrumpe en tierras o edificaciones ajenas, haciendo imposible al propietario el goce y uso del bien, y en el peor de los casos, cuando le priva de la percepción de sus frutos y su disposición. Si la invasión se hace con el propósito de obtener provecho ilícito para sí o para un tercero, pasa de ser vía de hecho a convertirse en un delito. Las leyes son claras.
El caso de Curumaní no es aislado. Hay rumor y acción invasora en varios y diversos puntos de la geografía nacional. Las coincidencias en todos los casos son grandes: numerosos grupos de personas, algunas encapuchadas, usan la fuerza, dicen que van a hacer justicia social tomándose las tierras para ponerlas a “producir”, como quien tiene licencia para todo.
________________________________________________________________________________
En los últimos 10 días se han registrado más de 54 denuncias de invasión de tierras en todo el territorio nacional.
_______________________________________________________________________________
Según cifras de la Policía, tan solo en los últimos 10 días se han registrado más de 54 denuncias de invasión de tierras en todo el territorio nacional. Sobresalen los casos del Cauca y varios municipios del Cesar, en La Guajira, Córdoba, Santander, el Valle, Huila, Córdoba y Atlántico. Transcurridos los días, es inevitable preguntarse, ¿por qué no lo hicieron dentro de los cuatro años pasados? ¿Acaso saben los invasores que la fuerza pública bajo este gobierno no va a actuar? ¿Qué saben ellos que no sepamos nosotros?
Claramente, el gobierno Petro se está dejando conocer en muchos aspectos tanto a nivel externo como interno. En el ámbito estrictamente administrativo, reina la improvisación, el repentismo, la descoordinación, el revanchismo y la omisión.
Pero vale la pena resaltar un aspecto que -muy temprano- ya parece incuestionable, y es que al parecer la “omisión administrativa”, es y será la impronta de este gobierno. Tomen atenta nota. Cuando la Administración Pública, tiene conocimiento acerca de una situación de vulnerabilidad en la que se encuentre determinada persona, el deber genérico de protección y seguridad exige una conducta activa de su parte que, de omitirse permite que se materialice un daño al ciudadano. Llegados a este punto, conviene hacer una advertencia: Viene un alud de demandas de responsabilidad civil por omisión del Estado, sin parangón en la historia del país. Y ojalá me equivoque.
Resulta que, a los invasores de tierras, antes que reconvenirles, se les amenaza con plazos que no se cumplen. La rueda de prensa aquella de los ministros y Francia Márquez, en la que rechazaron las invasiones fue un paripé. Por arte de magia, la Policía ha renunciado al deber de ejercer la “acción preventiva por perturbación”, prevista en el artículo 81 del código de policía que en su letra dice: “Cuando se ejecuten acciones con las cuales se pretenda o inicie la perturbación de bienes inmuebles sean estos de uso público o privado ocupándolos por vías de hecho, la Policía Nacional lo impedirá o expulsará a los responsables de ella, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la ocupación”. Se renuncia deliberadamente a cumplir la Ley y esto trae consecuencias jurídicas, lo curioso es que el ministro de defensa probablemente no lo ignora.
Las señales dadas por el gobierno son una invitación a la anarquía. Un semáforo en verde sostenido para los que van en contravía. El cuento del decrecimiento no es ficción, es real. Se ha abonado mucho en la cuenta de las vías de hecho. No parecen tan lejanos aquellos 40 días de protestas que generaron un destrozo económico superior al que propinó la pandemia. Al menos 3.200 bloqueos en carreteras, la pérdida de 34 millones de litros de leche, 3 millones de pollos, 9.000 toneladas de trucha y 25.000 toneladas de aguacate, entre otros ejemplos.
En aquel entonces pensábamos que se trataba de una estrategia para debilitar al gobierno de Duque. No es así. Es la nueva manera de acceder a lo que se persigue. El Estado de Derecho es una quimera. La semana pasada, con cerramiento de vías, buscaban acabar con el funcionamiento del Guavio, la hidroeléctrica más importante del país, a sabiendas del costo que ello supone.
Ante semejante panorama, no sabe uno si reír o llorar cuando leemos que Santos le pide a Petro, vía entrevista en El País, “que afine la narrativa”, como si el problema fuera ese. Como sí el batiburrillo de las ministras Cecilia e Irene no hubiera llegado al clímax, como si eso de desconocer la propiedad privada, borrar la inteligencia policial, destruir el ejército, y alentar la invasión de tierras, no fuera un dislate suficientemente preocupante. Lo sabe él y lo sabe cualquiera, que si ante las vías de hecho se abdica de la Ley, se está preparando un coctel bomba de imprevisibles efectos. Tal es el Jägerbomb, o el brebaje letal, de vías de hecho con omisión de autoridad, que nos ha mezclado el doctor Petro…
@sergioaraujoc