Mucho se ha escrito sobre esta película. Se dice que es "épica" y que está llena de actores "fabulosos", pero la verdad es que te vas a estrellar con un filme sórdido y miserable, además de largo y tedioso.
Tiene su sustento en el cine narcolatinoamericano, que es lo único que aporta nuestra región. Pero no nos dejemos engañar, esa película lo único que hace es una apología a la violencia en su más baja condición, como es la negación del ser humano. Es decir, sus personajes son hombres simples que quieren dinero y traicionan los profundos valores que la humanidad ha logrado medio construir con tanto esfuerzo.
Es otra historia más de sicarios que enseñan que lo fundamental es el poder de las armas, el poder de la corrupción, el poder de la deslealtad, el poder del dinero. El amor, la solidaridad y la amistad se encuentran subordinados a la mafia.
Nos dice la publicidad que esta es una "aclamada película", pero lo único que encuentro es el intento de viejos actores por sobrevivir mediante el uso de tramas truculentas, bajas y desafortunadas. Menos mal que dura tres horas, pues a los diez minutos bien te puedes pegar un sueñito si no tienes nada que hacer.
O mejor dicho, Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci ya se pueden despedir del cine con este fiasco de película. Ni qué decir de Martin Scorsese, su director, que no tuvo otra mejor idea que hacer un refrito de la violencia, de lo mal habido.
No hay consuelo, esta es una película nefasta de apología a la violencia, propia de esos amantes a considerarse dueños de los demás que, bien sabemos, abundan en nuestra querida Colombia, así, igualmente, con el vestido de moda, el carro de moda, la mujer de moda.
Todo lo tienen a punta de triquiñuelas, de contratos mal habidos, dueños de bancos, dueños de grandes empresas y... pobre del que se interponga en su camino. Lamentables estos ejemplos de un cine que mal enseña.