La portada protagonizada por Petro de Semana, que tiene mucho de pasquín y nada de revista, es un insulto que tiene flanco en varios frentes:
En primer lugar, en los verdaderos protagonistas del paro, las ciudadanías libres que hoy se expresan en las calles, ajenas a cualquier dirección o liderazgo, y encabezadas principalmente por los jóvenes que se muestran hoy como una generación sin miedo.
En segundo lugar, en el periodismo y quienes ejercen la profesión. Es vergonzoso tanto para la casa editorial en sí, como para quienes ejercen como "profesionales" de la misma; no debe haber mayor bajeza que sentirse empleado de esta vulgar puesta en escena de un oficio que debería ser merecedor del mayor respeto. De esto último no sabe nada ni Victoria Eugenia Dávila, ni los dueños del engendro.
En tercer lugar, es una ofensa a la inteligencia de los lectores. Aunque habrá muchos a los que o esa inteligencia les falta o, como a Victoria Eugenia, les sobra espíritu maniqueo y cizañero y acogerán sin fórmula de juicio el tenebroso mensaje. Esos sin duda serán los uribistas. Pobres de ellos.
En cuarto lugar, es una ofensa a Gustavo Petro, quien ha manifestado una y otra vez su respeto a la marcha y al liderazgo y autonomía de los jóvenes y demás sectores que se movilizan contra el verdadero responsable de la movilización: el gobierno inepto y criminal que encabeza el subjudice Uribe a través del subpresidente Duque. Petro no es el protagonista de la movilización ciudadana, es uno más de quienes se sienten identificados con ella.
Hay que rechazar de todas las formas posibles esta ofensa a la dignidad de la prensa, al pensamiento libre y a la inteligencia de quienes hoy en las calles le dicen basta ya a tanta ignominia y al fascismo ejercido a la colombiana.
Que se pronuncien los periodistas, no hay derecho a que su profesión hoy se vea tan vilipendiada y humillada.