En octubre del 2013 Camilo Zúñiga, a escasos meses del mundial de Brasil, decidió operarse su rodilla derecha. Reaparecía una vieja lesión en los meniscos que se había presentado en el año 2004 mientras formaba parte de la selección juvenil que dirigía Eduardo Lara. En esa época, cuando era una de las grandes promesas del fútbol colombiano, le aplicaron una artroscopia y la meniscoplastia. Es decir le reconstruyeron genéticamente su menisco externo. En esa época su recuperación se demoró seis meses. Si Zúñiga tendría que demorarse la misma cantidad de tiempo no tendría duda de que se perdería el mundial. Decidió tomar el riesgo y aceleró su recuperación. Sabía que se exponía a lo peor. Adelantar un proceso de recuperación podría costarle un retiro prematuro. Ante la duda Zúñiga decidió arriesgarse: A sus 29 años jugaría un mundial de fútbol y nadie le garantizaba que tendría una nueva oportunidad. Así que viajó a Roma Italia y lo operaron los mejores.
Los meses pasaban y Zúñiga no se recuperaba. Había dudas en su equipo de entonces, el Napoli de Italia en donde era figura indudable y la preocupación crecía en la selección. En abril reapareció y parecía que volaba hasta el punto que el lateral fue una de las grandes figuras de la selección nacional durante el espectacular mundial. El rodillazo en la espalda a Neymar, que lo sacó del certamen, lo hizo formar parte de la historia de los mundiales.
Zúñiga regresó con todo al Nápoles. Era considerado una de las estrellas del fútbol italiano. El riesgo que asumió acelerando su recuperación para llegar al mundial parecía la correcta. Todo cambió el 14 de octubre del 2014 cuando, en un partido contra el Inter de Milán, Zúñiga tuvo un golpe en su rodilla derecha. Se levantó, intentó seguir en el partido pero cinco minutos después pidió su relevo. Ese fue el momento donde todo cambió. Al principio dijeron que tenía sólo una inflamación del cartílago. Lo volvieron a operar en Roma, el encargado de hacerlo fue el doctor Enrico Castellacci, el médico oficial de la Selección Italiana. No había nadie mejor. Le hicieron una limpieza articular. Encontraron que el menisco estaba destrozado. Tuvieron que reconstruirlo con células madres. Al principio dijeron que sería 10 semanas, luego el tiempo se duplicó. Igual fue a la Copa América del 2015 pero Camilo Zúñiga ya no sería el mismo.
Ese verano su equipo el Nápoles lo prestó al Bologna y luego Watford Inglés donde nunca brilló. Desde esa época Camilo Zuñiga no ha podido volver a rendir como nos tenía acostumbrados. El dolor en la rodilla derecha es insoportable hasta el punto de que no ha podido entrenar en paz. Ahora, con apenas 32 años, Zúñiga quiere regresar a un nivel que no tiene desde hace cuatro años. Está entrenando día y noche en las canchas de su viejo club, el Atlético Nacional, en donde empezó a transformarse en uno de los mejores laterales de Colombia. Su objetivo es volver a tener el nivel para volver a la Selección Colombia. Sus amigos lo ven mejor. El dolor y la inflamación en su rodilla derecha, que llevó a pensar en su retiro prematuro, empieza a desaparecer. Quiere jugar su segunda mundial, algo que va a ser muy difícil ya que Zúñiga no jugó la eliminatoria. Pero él se ha acostumbrado a lo imposible.