A raíz de la separación de Shakira y Piqué ha vuelto a aparecer por ahí aquella fotografía cálida en donde la cantante desprevenidamente se pinta las uñas de los pies. Pero el ambiente cálido de la imagen se transforma en escalofriante cuando se advierte que en la parte de debajo de la mesa asoma el cuerpo intimidante de un luminoso consolador de tamaño familiar.
¿Tendrá Shakira una «fijación oral» por los tamaños grandes? Puede ser, ya que en una publicación en sus redes sociales en 2020 subió un video jugando golf y comentó: «Tenía dos años que no tocaba un palo (de golf!)» a lo que inmediatamente sus seguidores y la prensa lo relacionaron como una indirecta a los atributos de su marido.
Como la plata todo lo puede, quizás el venerable consolador rosado que descansa perezoso sea una réplica a escala natural del «piquetón», que es la forma burlona como los medios españoles denomina al pene de ese gran gilipollas que resultó ser Gerard Piqué.
La prensa chismosa de ese país se ha visto intrigada en comprobar las dimensiones del pene del deportista que, como se sabe y como si no fuera suficiente, también es miembro activo del Barcelona Fútbol Club.
En gran parte la curiosidad de la prensa se debe a que el mismo Piqué ha dado motivos para ello: aparece fantoche en calzoncillos insinuando sus propiedades, o con pantalones ajustados en donde la mirada de los lentes se centra en su paquete.
Algunos creen que Piqué no es más que un fanfarrón exhibicionista endiosado por la notoriedad, y otros asocian este comportamiento como una evidente característica de su adicción al sexo. Así lo expresa la periodista mexicana Elisa Beristain, quien confirmó que una fuente cercana al futbolista atribuyó una adicción sexual en Piqué y que esta sería la causa del rompimiento de la relación de 12 años ya que Shakira no pudo tolerar las infidelidades de su pareja.
Para acabar de completar, la modelo brasileña Suzy Cortés ha dicho que el futbolista le enviaba mensajes todos los días por Instagram preguntándole cuándo regresaba a Europa, y por ahí de paso, cuánto medía su trasero. «Me envió fotos que no abrí, pero pude ver que era desnudo», dijo la modelo, y con lo cual se demuestra además, que Piqué no solo es un bobo grande, adulterado por la fama y el dinero, sino que tampoco lo sabe pedir.
En esas andaba el futbolista: mandando orgulloso fotos de su “muñeco”. Como diríamos por estas tierras: «¡ese si es mucho vergajo, oiga!».
El episodio de Piqué con la modelo es como una versión de mayor envergadura del que hace un tiempo fue protagonista un defensor del pueblo en éste país, quien en sus ratos libres también solía mandar fotos de su «chito» a una subalterna.
No se sabe si la sexopatía de Piqué lo indujo también a enviar, en medio de su calentura y por equivocación, fotos de su pene a Patricia Mamona, la atleta portuguesa o a Andrés Chocho, el corredor ecuatoriano, confundiéndolo tal vez con una admiradora. Como tampoco se sabe si Piqué sea pariente lejano del exfutbolista Emiliano Verga o del delantero suizo Aimery Pinga. Nada raro que lo sea.
Que el mediático futbolista no pierda oportunidad para exhibir presuntuoso su dotación, o que el consolador de la mesita de Shakira sea una réplica de la entrepierna de su marido, es cosa de ellos, pero que tampoco Piqué ande por el mundo creyéndose el hombre trípode, porque por ahí también anda un gringo llamado Johan Falcon que fue catalogado como el hombre con el pene más grande: la bicoca de 34 centímetros. De Falcon se puede variar el poema de Quevedo: «érase un hombre a un falo pegado». No cabe dudas que el tamaño del miembro del míster es de marca mayor y nada comparable al «piquetón» que no le llega ni a las rodillas (literalmente).