El presidente Duque ha logrado lo que no ha podido la oposición en tantos años: acabar con el uribismo.
Como dice el viejo refrán, "no hay cuña que más apriete que la del mimo palo". Eso mismo se deben estar cuestionando los uribistas pura sangre; para su tormento, es el mismo presidente el que pondrá a Uribe y su partido contra las cuerdas.
Aunque aún es prematuro, el escenario del 2022 no pinta nada bien para el partido de gobierno. Difícil será desmarcarse de una política de fracaso que lo único positivo ha sido desnudar las siempre intenciones de repartir las perdidas entre el pueblo.
Por lo demás, Duque viene siendo el infiltrado; algunos dicen que incluso es el caballo de Troya del viejo zorro de Santos con el cual se hizo en lo político.
Todo está servido en bandeja, no falta sino una sola cosa: lograr que se junten los alternativos, los de centros, los que se consideran impolutos; justamente los que no han podido ceder a sus egos y prefieren irse a ver ballenas, porque el señor presidente Duque ya hizo lo más duro infiltrar al uribismo.