El infierno tiene su cartógrafo

El infierno tiene su cartógrafo

Con una obra donde desnuda la ambición, el despojo de tierras y la violencia insaciable de muertes, llega Harold Kremer, escritor de amplio reconocimiento

Por: Fabio Larrahondo Viáfara
abril 01, 2022
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El infierno tiene su cartógrafo

Escribir sobre Harold Kremer es ingresar al mundo de un letrado muy mencionado, respetado y de amplio reconocimiento literario en el mundo académico por su acervo de escritor y por todo aquello que significa la construcción de oportunidades de expresión, como aquella revista Ekuóreo que le abrió las puertas al minicuento en los ochenta.

De sus escritos y creatividad he escuchado en mi paso por la Universidad del Valle como estudiante amigo de las bibliotecas y las conferencias; de Harold Kremer también escuché bastante en mis andanzas de profesor en la Universidad Santiago de Cali, en cuya biblioteca su director, el poeta Aníbal Arias, me lo mencionaba con especial reverencia y admiración. Por esto y mucho más he sido un seguidor de su producción y me llena de satisfacción y buen pálpito saber que, gracias a su creatividad e investigación, el infierno ya tiene su cartógrafo.

Es un escritor prolijo y con sitial especial cuando se habla del cuento, pero en especial en cuento breve o minicuento, como le llaman con frecuencia, los mismos que se caracterizan por su profundidad, intensidad, por llegar desde el detalle, desde la filigrana a lo máximo y todo aquello que significa conectar con el lector.

Sobre el particular, en una semblanza sobre su obra, en la BibliotecaDigitalUnivalle.edu.co se escribe: “Minicuento es cercano al cuento y la poesía. Del primero toma la brevedad, la tensión, la armonía y la dedicación a un solo asunto o tema. Esta brevedad, que implica necesariamente la totalidad de una forma narrativa del relato, en la que también está presente un lenguaje preciso, sin ripios, es llamada modernamente minimalismo y consiste en que el minicuento debe ser capaz de expresar, a través de lo mínimo, la infinita complejidad del ser humano”.

Pues bien, esto no significa que este escritor nacido en Buga, en 1955, no haya incurrido en escritos de largo aliento, por el contrario, en su obra figuran novelas y ahora, como un escritor maduro, término apropiado para aquellos que han logrado decantar su estilo y continuar robusteciendo sus conocimientos y saberes, llega con una novela cuestionadora, denunciante y capaz de remover historias, es un libro valiente.

Su nuevo libro se titula El cartógrafo del infierno, publicado por el prestigioso sello Seix Barral bajo el Grupo Planeta, que lo distribuye en Colombia y que ha emprendido una avanzada que lo coloca en la órbita de los libros que generan y despiertan el interés de los amantes de la lectura, todo cimentado en el reconocimiento de un escritor reconocido y que ha trajinado el territorio escenario en esta ocasión.

 En Colombia los conflictos armados, desde aquellos tiempos bautizados como “La violencia”, con “pájaros” y “chulavitas” entre los protagonistas, hasta los que estamos viviendo por estas calendas con “paras”, “guerrillas”, “disidencias” y “delincuencia común”, entre otros protagonistas, siempre han tenido entre sus principales objetivos el despojo de tierras que se refleja en asesinatos selectivos, masacres y éxodos que van a parar a los cordones de miserias de las ciudades. Sin olvidar los desplazamientos temporales y el confinamiento de pueblos, tal como ha sucedido muchas veces en el Chocó, Cauca, Nariño, Putumayo, Caquetá, Meta y otros departamentos.

Esta vez Harold Kremer bebe de esa temática teniendo como escenario su natural Buga y sus alrededores, municipio del Valle que no ha sido ajeno al despojo y que en esta ocasión él se atreve a poner en primer plano a través de la vida de Pedrito Ospina, quien sirve de narrador en una historia que puede llevar muchos apellidos.

Faltaba que alguien, con recorrido y riqueza literaria lo abordara en esta región, pues recordemos que sobre Tuluá ya lo hizo de manera novelada el magistral escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal con su inmortal Cóndores no se entierran todos los días, mientras que a manera de ensayo y documento histórico lo plasmó el periodista, escritor e historiador Omar Franco Duque en su libro Carta suicida de Tuluá.

 El libro El cartógrafo del infierno, Harold Kremer se aleja de lo onírico, lo fantástico y la ficción e ingresa en un realismo que se siente y se sigue expresando con mucha frecuencia, por esto y porque se trata de un escritor de grandes méritos y consagración es tiempo de sumergirse en las páginas de su nueva obra.

 

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Una aproximación

Harold Kremer tiene un amplio y profundo surco literario, en especial en el campo del cuento y sus antologías y compilaciones han visto la luz en variadas latitudes, como Estados Unidos, México, Francia y España…y su amada Colombia.

Desde lo regional, como dirían especialistas, ha sabido ser internacional. Sin pretender hacer un ABC de sus obras me atrevo a mencionar Rumor del mar, El enano más fuerte del mundo, La cajita cuadra, El patíbulo y los más recientes como Doce mujeres, doce pequeñas muertes que vio la luz en 2021. Quedan muchas obras por nombrar y es oportuno que organismos académicos y culturales del Valle le abran los espacios necesarios para conocerlo más y, sobre todo, adentrarnos más en su obra.

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