El infierno que vivió un colombiano tras ser acusado de robo en Tailandía

El infierno que vivió un colombiano tras ser acusado de robo en Tailandía

Lo que comenzó como una aventura por el Sudeste Asiático, terminó siendo una pesadilla para el cucuteño Juan Diego Moros y su familia

Por: Camilo Estupiñan Martinez
febrero 28, 2020
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El infierno que vivió un colombiano tras ser acusado de robo en Tailandía

No se puede ser lo suficientemente precavido cuando se viaja a Tailandia, y a Asia en general. Las políticas punitivas suelen ser muy fuertes y una pequeña equivocación puede salir muy costoso. Sobretodo porque no tenemos ni idea de cómo funcionan allá las autoridades ni las ideas detrás de las políticas.  Y los colombianos no solemos llevar el sutil respeto a la cultura por dentro francamente.  Pues bien, historias de colombianos emproblemados por fuera hay miles. Pero historias como la de Juan Diego Moros, un cucuteño de 26 años que siendo inocente le tocó declararse culpable para volver a Colombia siendo una persona libre, no hay tantas. No muchos son así de afortunados.

Sin embargo, lo que más me gusta de esta historia son las ganas de Moros por sensibilizar a los viajeros a tener cuidado incluso en lo impensable. Se lo agradezco porque, como dice él: cómo le paso a él, le puede pasar a cualquiera. Y nadie es exento a cometer errores involuntarios. Por eso, queda esperar que este testimonio sirva para construir una cultura del cuidado propio, cuidado al otro y cuidado al entorno, sobretodo cuando nos encontramos de viaje.

Aquí el testimonio copiado de su pagina de Facebook:

"Lo que comenzó como una aventura por Tailandia con mi hermana, terminó como una escalofriante pesadilla. La noche del 22 de noviembre mientras estaba en un bar en un sector turístico de Bangkok y después de unas copas, cometí una equivocación que transformó mi vida dándome una gran lección.

Me reuní con un amigo tailandés, él me convenció de ir a un sitio de fiesta propio de su cultura, estando allí, me senté frente a la barra, bebí unos tragos, escuché un poco de música y ya cansado después de un largo día de turismo, decidí irme al hotel en que me hospedaba, cogí mi mochila y guardé un celular que pensaba era el mío, (Mi hermana ,guardo mi teléfono para que yo no lo perdiera sin avisarme , cuando me levante de la barra vi un teléfono exactamente igual y lo guardé pensando que era el mío) vaya sorpresa! Cuando a la salida fui rodeado por personas de seguridad , policías y una chica gritando - ! Ese es el ladron de mi celular!, los policías me requisaron y efectivamente, para mi desfortunio, no era mi teléfono .... En menos de dos minutos estaba esposado y en camino al calabozo, pase la noche ahí. Desperté entre rejas y un hueco en el suelo para hacer mis necesidades, descalzo, sucio y con mucho calor. Mientras tanto mi hermana recorría la ciudad en busca de ayuda, abogados , y dinero para poder salir bajo fianza. (A la afectada también le dimos una indemnización para enmendar el error , pero ni así me perdonaron la equivocación).

En Tailandia el robo es un delito grave, así que mi caso fue llevado a la corte. El 3 de enero tuve la primera audiencia , sin pruebas más que mi palabra, el juez me envió a la cárcel, allí pase 24 horas eternas, me raparon el cabello, me quitaron los zapatos, me encerraron con 20 personas más en una jaula, con gente que me señalaba y se reía, nadie hablaba inglés , mucho menos español. Mis padres lograron enviar dinero para pagar una segunda fianza, así que pude salir a esperar el juicio que sería 3 meses después de lo sucedido, el 19 de febrero, aún con la posibilidad de ser sentenciado a cárcel, pase los siguientes días en libertad pero con los barrotes en mi mente. Desesperado, ansioso, arrepentido, rebobinando una y otra vez el momento en que todo pasó, con insomnio, miedo y con mucha impotencia, llegó el día y por asesoría de los abogados tuve que declararme culpable para obtener una reducción de condena, al ser esta menor de 3 años, tuve la posibilidad de pagar una fianza y poder de una vez por todas regresar a mi país. Ahora con tranquilidad pero aún con los nervios a flor de piel les comunico lo sucedido para que tomemos precauciones, a veces uno piensa que las cosas no le suceden a uno, y vamos por la vida sin informarnos, y resulta que cada país tiene costumbres y leyes muy distintas y en este caso muy radicales. !como me pasó a mi, le puede pasar a cualquiera!"

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