No existe profesión más difícil que la de ser técnico del América. Aunque el argentino Juan Cruz Real sacó campeón al equipo el año pasado, los hinchas quieren más, quieren que aplaste a su rival, que muestre una hegemonía absoluta, que juegue bien. Por eso existe una presión constante hacia el argentino. Desde redes sociales se pide que se saque al actual técnico sin importarle que le haya dado su segunda estrella desde que subió a la máxima categoría del fútbol colombiano.
América en este momento se encuentra por fuera de los ocho pero, ojo, es difícil históricamente que un equipo que venga de ser campeón retenga su título o muestre la misma solvencia. Los hinchas del América tienen dentro de la sangre el gen del exitismo. Antes de 1979 los diablos rojos no habían ganado un solo título luego se convirtió, de la mano de Gabriel Ochoa Uribe y de la inversión de los hermanos Rodríguez Orejuela, en uno de los equipos más potentes y ganadores del continente. A la racha de títulos en la década del ochenta se suman los subcampeonatos de la Libertadores en 1985, perdidas contra Argentinos Juniors, 1986, contra River y 1987 en esa increíble final contra Peñarol. Los hinchas no entienden que esos tiempos de bonanza difícilmente volverán.
A Juan Cruz Real no le perdonan su pasado con equipos chicos y creen que si el Cúcuta Deportivo no le hubiera regalado tres puntos por su desaparición el equipo nunca hubiera avanzado a las finales en el torneo pasado. Los insultos son cada vez más injustos e inapropiados para un técnico campeón. Su última victoria significa un respiro y espera contra el Pereira en la próxima fecha encarrilar por fin la campaña.
