“Me violaban por grupos. El primer grupo me cortó las piernas y los brazos con una Gillette; me enterró chuzos en las piernas, me hizo una herida en la frente y me cortó las cejas con todo y carne”.
Este testimonio, que sorprende por su crudeza, hace parte de los 39 casos que hasta el momento ha podido documentar la Fiscalía sobre las violaciones cometidas por los paramilitares que operaron en el Catatumbo y el área metropolitana de Cúcuta.
Son 39 agresiones sexuales perpetradas por los hombres que, bajo el mando de Salvatore Mancuso, delinquieron en Norte de Santander entre 1999 y 2004. Hoy, la Fiscalía, a través de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, busca que estas violaciones sean declaradas delitos de lesa humanidad.
La petición hecha por la Fiscalía se soporta en un informe presentado por el Despacho 54 de Justicia y Paz en el que se hace un análisis, basado en testimonios, de los vejámenes que los hombres de Mancuso cometieron contra las mujeres, incluidas menores de edad, en aquellos territorios donde tuvieron injerencia.
De las 39 violaciones, 15 fueron cometidas por el Frente Tibú, bajo el mando de José Bernardo Lozada Artuz, alias Mauro; 11 por el Frente La Gabarra; 10 por el Frente Fronteras, bajo el mando de Jorge Iván Laverde Zapata, alias El Iguano y 3 por el Frente El Tarra. Los frentes La Gabarra y El Tarra estaban bajo el mando de Armando Alberto Pérez Betancourt, alias Camilo.
Los ataques contra las mujeres se concentraron, especialmente, en Tibú y los corregimientos de La Gabarra y Campo Dos. Sin embargo, también hubo violaciones en Cúcuta, El Tarra, El Zulia, Puerto Santander, Sardinata y los corregimientos de Luis Vero y Las Mercedes.
Según los testimonios entregados por algunos de los desmovilizados que se han atrevido a hablar del tema, las violaciones se cometían por dos razones principalmente: como muestra de poder sobre la víctima (28 casos) y por pertenecer o colaborar con la guerrilla y el Ejército (11 casos).
Esta última motivación, no obstante, obedecía más a falsos señalamientos hechos por los paramilitares sobre quienes pretendían violar. Así se desprende del testimonio entregado por una de las víctimas.
“Me puse unas botas y me fui a buscar agua. En el camino me encontré con los paramilitares, quienes me agarraron, me tiraron al suelo y me señalaron de ser guerrillera solo por andar con las botas. Me llevaron a una casa donde vivía un mando de ellos que, en la noche y aprovechando que estaba amarrada, me tiró al piso, me quitó la ropa y abusó de mí. Después llegaron otros y también abusaron de mí”.
De las violaciones de los ‘paras’ también fueron víctimas algunas prostitutas de La Gabarra, que tuvieron que soportar cómo grupos de más de 20 hombres abusaban de ellas sin ningún tipo de protección y bajo la amenaza siempre latente de ser asesinadas si los denunciaban con las autoridades.
“Llegaron al bar Brisas y nos agarraron a todas por el pelo y nos metieron a las piezas, amenazándonos con los fusiles. Luego nos violaron”, contó una prostituta cuyo caso ya fue documentado por la Fiscalía.
En la mayoría de las violaciones, los paramilitares emplearon tratos crueles e inhumanos, sometiendo a las mujeres a golpes, cachetadas, mordeduras (especialmente en los pezones), pellizcos e inclusive, la tortura.
Dentro de las víctimas, las menores de edad, con 21 casos, fueron las más afectadas.
Según el informe presentado por la Fiscalía, 7 de esas menores tenían edades entre los 10 y los 13 años y 14 más, estaban entre los 14 y los 17 años. Entre los 18 y los 25 años fueron violadas 6 mujeres y de los 26 a los 40 años fueron violadas 8. Otras 4 mujeres, mayores de 40 años, también fueron violadas.
Uno de los relatos que más sorprendió a la Fiscalía, fue el de una menor de 17 años que fue asediada por su victimario por más de un año y medio.
“Trabajaba en un almacén al que un día llegó alias Adolfo, quien me empezó a mandar mensajes con una muchacha que andaba con ellos, diciéndome que necesitaba hablar conmigo, que fuera a una casa que ellos tenían. Yo me negué y del susto, mi familia me mandó un año y medio para Cúcuta donde un familiar. Pensando que ya había pasado todo volví a mi casa y me encontré con que todavía ese señor estaba por allá. Apenas me vio me dijo, con groserías, que si pensaba escapármele. Al rato, me mandó a un tipo que, arma en mano, me montó a una camioneta y me llevó a la casa donde él estaba. Allá, después de un año y medio de estarle huyendo, logró su cometido: violarme”.
Las violaciones, según algunos desmovilizados, estaban prohibidas dentro de las filas paramilitares. Sin embargo, como se evidencia en los testimonios de las mujeres que se han atrevido a señalar a su victimario, estas eran perpetradas, en la mayoría de los casos, por los mandos medios que, luego de violar a sus víctimas, permitían que algunos de sus subordinados hicieran lo mismo. La única premisa era que el comandante Camilo (segundo al mando del Bloque Catatumbo después de Mancuso), nunca se enterara.
En algunos casos se pudo constatar que las víctimas, además de convertirse en esclavas sexuales, pasaban a ser casi que una propiedad del mando ‘para’ que las había violado.
“Me violaba cada vez que quería, decía que yo era su mujer. También me obligaba a cocinarles a 50 hombres que estaban bajo su mando. Me tocaba hacerles desayuno, almuerzo y comida. En ese grupo eran solo hombres, no había mujeres, yo era la única”.
Los 39 casos que podrían pasar a ser considerados como delitos de lesa humanidad, no son los únicos que actualmente la Fiscalía tiene documentados en el Catatumbo. Algunas fuentes cercanas a la investigación de estos delitos sostienen que las mujeres violadas en esta zona del país podrían ser más de 300.
“Lo que pasa es que a la falta de confesiones por parte de los victimarios, que parecieran haber hecho un voto de silencio entre sí para no hablar del tema, se suma que muchas de las víctimas, por miedo al rechazo o porque ya han hecho familia y tienen hijos con sus parejas, se abstienen de denunciar lo que les ocurrió”, contó un investigador del tema.
Según esta fuente, uno de los casos que se ha ido trabajando tiene perplejos a los investigadores. Se trata de la violación de un hombre ocurrida en Tibú, por el sector de La Pista (aeropuerto).
“El hombre fue violado por varios paramilitares. Nosotros conocimos el caso pero no lo pudimos incluir dentro del grupo que fue presentado para ser considerado como delitos de lesa humanidad porque no teníamos mayores datos. Sin embargo, hoy hemos podido establecer que la causa de la violación fue una condena que la víctima pagó por, precisamente, violación. Apenas salió de la cárcel y volvió a su pueblo, los ‘paras’ lo violaron”.
*Este articulo se publica con autorizaciòn del periódico La Opiniòn de Cúcuta