El infame fusilamiento ordenado por Bolívar

El infame fusilamiento ordenado por Bolívar

Por empuñar las armas a favor de la libertad de los esclavos, la igualdad de los pardos y el reconocimiento de los indígenas, Manuel Piar fue asesinado

Por: JOSE ALVAREZ C
octubre 16, 2019
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El infame fusilamiento ordenado por Bolívar
Foto: Ricardo Acevedo Bernal

El 16 de octubre de 1817, en la plaza principal de Angostura, un pelotón de fusilamiento asesinaba al militar de más alto rango en las tropas insurgentes que luchaban por la independencia de la América Española. El nombre de la víctima, Manuel Piar, general en jefe del ejército insurgente. El jefe de los verdugos, Simón Bolívar, hasta ese momento combatiente del mismo bando del ahora fusilado. El motivo la condena, la decisión de Piar de empuñar las armas no por puestos burocráticos para los criollos ricos de la América Española, sino a favor de la libertad de esclavos, de la igualdad de los pardos (mestizos y mulatos) y del reconocimiento de los indígenas.

Manuel Piar había sido hasta ese momento el militar más destacado en la guerra de independencia. Invicto en 24 batallas, con su triunfo en San Félix a la orilla del Orinoco, había logrado por primera vez desde la reconquista de Murillo que las maltrechas tropas patriotas venezolanas pasaran de la guerra de guerrillas a una guerra de posiciones, con un territorio bajo control en la provincia de Guyana, lugar que se convirtió en la retaguardia del ejército que luego liberó de presencia realista a lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Si en Ayacucho y Tumusla bajo el mando de Sucre y Santa Cruz culminaron la campaña de independencia, en San Félix empezó esa larga marcha, bajo las órdenes de Piar. A pesar de esa hazaña heroica, Piar tuvo el infortunio de tropezar en el camino con Bolívar y de amenazar directamente los intereses de clase de este último. Bolívar, Terrateniente caraqueño propietario de las haciendas más grandes del país, tanto en los valles de Aragua como en el Orinoco, lo tenía claro, su lucha era por la secesión, no por la transformación radical de las estructuras sociales impuestas por la colonia.

Aunque Piar y Bolívar luchaban en el mismo bando, eran muy diferentes. Bolívar había nacido en una de las familias terratenientes y mineras más ricas de Venezuela y de América, Piar en una familia modesta, inmigrante de Curazao. Bolívar era blanco, descendiente directo de españoles, quien antes de iniciar la guerra de independencia tenía más de mil esclavos bajo su servicio; Piar era mulato, descendiente de negros y de canarios y, por lo tanto, enemigo jurado de la esclavitud. Mientras Bolívar de forma cobarde con su derrota en Puerto Cabello en julio de 1812 había sido el causante del fin de la Primera República, Piar había logrado mantener a toda costa a su ejército en Margarita. Mientras Bolívar había salido huyendo antes de que cayera la Segunda República y había abandonado a sus tropas en la expedición de Los Cayos, Piar, por el contrario, se había mantenido combatiendo en el oriente. Mientras Bolívar para consolidar su liderazgo había traicionado a Miranda, Piar solo había ascendido por sus triunfos.

En lo ideológico también eran caras opuestas de esa moneda llamada independencia. Bolívar abogaba por gobiernos centralistas cuasi monárquicos y detestaba a cualquier intento de democratización. Su miedo a “la pardocracia” (posibilidad de que los mulatos, mestizos o negros pudieran gobernar), lo llevaba a estar rodeado de oficiales que como él eran ricos, blancos y mantuanos. Piar, por el contrario, entendía que la mayoría del pueblo americano se componía de descendientes de esclavos, de indígenas, de canarios y de españoles pobres. Por eso, Piar prometió la abolición de la esclavitud de forma inmediata, sin ningún tipo de condición. Piar quería una revolución social, Bolívar solo reforma que les permitieran a los blancos americanos el poder absoluto, con él a la cabeza, en un régimen profundamente conservador, vitalicio y proinglés, como se vería años más tarde con su famosa constitución boliviana y con su Decreto Orgánico de la Dictadura.

El fusilamiento de Piar y del proyecto emancipador que este encarnaba tuvo profundas repercusiones históricas. Aunque las tropas de Bolívar alcanzaron la independencia, la esclavitud pervivió hasta la segunda mitad del Siglo XIX. Bolívar se rodeó de oficiales ricos, terratenientes y hambrientos de poder. El mismo Bolívar les alimentó se apetito por la tierra. Justo una semana antes del fusilamiento de Piar, el 10 de octubre de 1817 Bolívar expidió un Decreto que formalizaba la desigualdad al respecto: Los Oficiales recibirían propiedades confiscadas de hasta 25.000 pesos, mientras los soldados tendrían que conformarse con un máximo de 500 pesos. Posteriormente creó una comisión de tierras que no terminó beneficiando a las tropas de a pie, sino a oficiales que ya eran ricos. Las haciendas fueron repartidas a Soublette, Mariño, Cedeño, Bermúdez, Urdaneta y otros tantos bolivarianos que años más tarde fundarían los partidos conservadores de Venezuela, Colombia y Ecuador.

La traición a Piar no fue la primera cometida por Bolívar ni la última que cometería. Ya en julio de 1812 había ordenado arrestar a Francisco Miranda, su Jefe en la lucha independentista, quien lo había hospedado dos años antes en Londres. Lo entregó al enemigo y así consolidó su poder. Igualmente, en 1814 en vez de enfrentar a la Santa Marta realista, incumplió la orden del Congreso de la Confederación Granadina y prefirió atacar al gobernador patriota de Cartagena Manuel Castillo y Rada. Luego, mientras él huía a Jamaica, le impidió abordar el barco, por lo que fue apresado por las tropas de Murillo y luego fusilado. Tampoco sería su último asesinato infame. En 1828 mandó a fusilar al Almirante Padilla, único mulato con ese rango militar. El delito de Padilla también fue ser de color y oponerse de forma radical a la esclavitud. Bolívar era antiesclavista de palabra, Padilla de acción. Padilla fue acusado de “participar en la Conspiración Septembrina” a pesar de estar preso en esos momentos, mientras que el líder confeso Pedro Carujo fue perdonado. Solo había una diferencia, Padilla era mulato antiesclavista, mientras Carujo era blanco y mantuano.

Acciones como estas fueron las que llevaron a que todos los partidos reaccionarios y conservadores idolatraran a Bolívar durante el Siglo XIX y hasta mediados del siglo XX. Las mentes progresistas y liberales trataron de hacer lo mismo con Santander, quien, a pesar de sus errores, siempre fue fiel al pensamiento liberal, la ideología más revolucionaria que existía para esa época. Esto cambia en los años 50 del Siglo XX cuando Indalecio Liévano Aguirre publica su biografía de Bolívar donde intenta presentarlo como lo que nunca fue: Un revolucionario, defensor de los oprimidos y explotados. Hoy, incluso sectores progresistas que nunca han leído a Bolívar o han leído solo las biografías rosas post- Liévano (o ahora la serie de Netflix) lo idolatran. Si Bolívar prohibió en 1828 leer a Jeremías Bentham por considerarlo una ideología subversiva, ¿que no hubiera dicho al enterarse de la aparición de teorías verdaderamente científicas al servicio de los oprimidos, como aquellas que aparecen tras las barricadas de los levantamientos obreros de 1848 en Europa? Los héroes del Siglo XIX en la lucha por la emancipación no fueron personajes como Bolívar, sino aquellos que como Piar, Padilla y más tarde Melo, lucharon por abolir los cimientos del sistema de castas que tanto daño le han hecho a nuestro progreso.

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