Por ningún lado se le notan a Gloria Gaitán sus 86 años. El taxista que nos lleva hasta la casa donde nació, en el barrio Santa Isabel, se le queda mirando y al ver su nariz aguileña, sus ojos grandes, lo posee un fervor místico “Usted es igualita a su papá” le dice. Gloria lleva un sombrero para protegerse de la lluvia intermitente que azota a Bogotá, la fría. Hace poco sufrió un bronquitis severa y el médico la sentenció a cuidarse del tiempo hostil de la ciudad de la furia. Por eso no sale de noche y evita los días fríos como este. Pero a la hora de defender el legado de su padre no se mide.
-El secreto de mi salud es que tengo un objetivo de vida. Por eso me siento de 40.
Antes de entrar a la casa nos tomamos un tinto en la cafetería de la esquina. Me muestra las fotos. Los visitantes a la casa que ahora es museo no se miden. Se sientan en los muebles, esculcan las cómodas, se miden los sacos del caudillo, las corbatas. Desde el año 2005 la Universidad Nacional se encarga de la conservación de la casa y, desde ese momento, empezaron los problemas. Las cosas que tenía la casa, como radios, ropa, cuadros, tapetes, empezaron a perderse.
-Más que simple descuido acá hay un plan sistemático para acabar con la memoria de mi papá.
Dice mientras contempla la urna en donde supuestamente están el corazón y el cerebro del líder asesinado el 9 de abril de 1948.
-Les he pedido las llaves varias veces para comprobar que estén acá, pero siempre me dan largas.
Desahogo de Gloria Gaitán
Se le quiebra la voz de la rabia. Al entrar a la sala ve el busto de su papá sembrado en un mueble. El peso considerable de la obra hunde el cojín del sillón. El descuido es enorme y se ve reflejado en el piso. Mientras caminamos vemos como se van desprendiendo pedazos de parqué. Sin su autorización removieron la alfombra, cambiaron el orden de las mesas y han sacado libros que pertenecieron a Gaitán.
Pero lo más grave es el estado de la tumba. Gaitán está sembrado en el espacio que se llama el Exploratorio Nacional, una obra monumental construída justo al lado de la casa y que empezó a erigirse en 1974. Cincuenta años después no ha sido terminado. Allí alguna vez, en la época en la que era presidente Virgilio Barco, era un lugar de constante peregrinación. Inclusive podía verse la rosa de Salvador Allende custodiando la tumba.
Hoy estuvimos con ella en este lugar completamente abandonado. La tumba se la está tragando el monte. En este video Gloria Gaitán cuenta quien son, para ella, los autores de este intento por extirpar de la memoria nacional al caudillo asesinado.
Así está la tumba de Gaitán
