Isabel dos Santos era la mujer más rica de África, hasta enero de 2020, cuando el gobierno de Angola ordenó el congelamiento de sus activos luego de ser acusada de malversación de fondos y blanqueo de capitales. Isabel dos Santos es la hija mayor de José Eduardo dos Santos, un guerrillero que luchó por expulsar a los portugueses de África y cuya relación con el líder del Movimiento Popular de Liberación de Angola – MPLA, Angostino Neto, lo llevaría al poder cuando este murió en 1979, cuatro años después de que el país lograra su independencia. José Eduardo gobernó Angola de manera ininterrumpida durante casi 40 años, hasta 2017, año en que dimitió y se exilió en España, donde actualmente reside. Desde entonces, Isabel ha tenido que hacer frente a la disolución de unos activos que adquirió durante el gobierno de su padre.
Isabel nació en Bakú en 1973, cuando Azerbaiyán era parte de la Unión Soviética, mientras su padre estudiaba ingeniería petroquímica. Se mudó a Londres en los años 80 para estudiar en el King´s College ingeniería y administración de empresas, tiempo que aprovechó para mezclarse con la aristocracia europea, su enorme fortuna era ya conocida en los 90. Volvió a Angola, con solo 24 años, pero viajaba permanentemente a sus propiedades de lujo en el centro de Lisboa, una villa en Quinta do Lago -un resort de lujo en Portugal-, un apartamento en Mónaco valorado en € 50 millones, una mansión de € 15 millones en Londres, una residencia de lujo en una de las islas artificiales del mar de Dubai, y un yate valorado en USD 35 millones. Sus excesos comenzaron a notarse a principios de siglo, millones de fondos estatales de Angola ayudaron a financiar fiestas en la Rivera Francesa.
En junio de 2016 luego de una caída de precios del petróleo, su padre despidió al consejo directivo de la petrolera estatal y colocó a Isabel al frente de empresa, lo que para muchos se interpretó como el nombramiento de su sucesora en el liderazgo del país, al ser el petróleo casi la única fuente de ingresos de un país pobre, cuyos beneficios solo llegaron a una élite reducida de la sociedad. La influencia de Isabel se extendía en los sectores estratégicos del país, adquirió participaciones en las exportaciones de diamantes, poseía el 25 % de Unitel, la principal empresa de telefonía celular, era propietaria de la TV por cable Zap (Angola) y accionista de Nos SGPS (Portugal), en la banco contaba con el 42.5 % del Banco BIC (Angola) y el 19 % del Banco BPI (Portugal), poseía en una cementera y se asoció con el gigante petrolero estatal para comprar el 6 % de la empresa de petróleo y gas Galp Energía de Portugal. Antes de su caída, su fortuna era calculada por Forbes en USD 2.200 millones, pero llegó a estimarse en USD 3.500 mientras su padre era el hombre fuerte de Angola.
José Eduardo dos Santos no se presentó a las elecciones legislativas de 2017 por motivos de enfermedad, cedió la jefatura de Angola a su exministro de Defensa Joao Lourenco, pero mantuvo la dirección del MPLA, partido que gobierna desde la independencia, creía controlar los sectores más estratégicos, Isabel a cargo de la estatal petrolífera Sonangol y la telefónica Unitel y su hermanastro José Filomeno responsable del Fondo Soberano Angolano, más la policía entre partidarios. Sin embargo, a pocas semanas después de haber sido elegido, Joao arremetió contra el imperio de su predecesor. En nombre de la reactivación económica y de la lucha contra la corrupción expulsó a Isabel de la dirección de Sonangol en noviembre de 2017, en pocos meses la mayoría de los miembros del clan Dos Santos fueron apartados de la dirección de instituciones, empresas públicas y del partido. Finalmente en septiembre de 2018, Dos Santos se vio obligado a ceder las riendas del poder a sus 76 años.
José Eduardo dos Santos e Isabel dos Santos
Isabela era considerada guapa, educada y exitosa, alabada por ministros y gobiernos. Fue portada de diarios por su nombramiento en Sonangol y haber entrado a Galp, la primera empresa portuguesa de energía. En 2003 celebró su boda con el rico congoleño Sindika Dokolo, un matrimonio que le sirvió para ampliar negocios y territorios. A través de un conjunto impresionante de empresas fantasma en Luxemburgo, Malta y Países Bajos el imperio que construyó se extiende desde Hong Kong hasta Estados Unidos con participación en más de 400 empresas. A través de una agencia del gobierno, invirtió mas de USD 120 millones en la empresa de joyería Suiza De Grisogono que manejaba su esposo, quien controlaba los derechos de más del 45 % de las ventas nacionales de diamantes.
El imperio se desmoronó en los días finales de 2019 ante la publicación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación – ICIJ de unos 7.000 documentos sobre la trama financiera en Angola, conocida como los Luanda Leaks. Un tribunal de Angola embargó todos los bienes de Isabel, y el fiscal general afirmó que la pareja era responsable de la pérdida de fondos gubernamentales por más de € 1.000 millones, fue acusada de fraude, tráfico de influencias, falsificación y lavado de dinero, y se dio una orden de detención. Sus asesores denunciaron o se suicidaron. Isabel buscó refugio en Rusia y Emiratos Árabes. Las plazas financieras de Londres y Nueva York donde antes era bienvenida marcaron distancia de cualquier vinculación con su imperio. Internacionalmente se le acusa de haber aprovechado el respaldo de su padre para hacerse con fondos estatales e invertirlos en el extranjero con ayuda de empresas occidentales, que también se han visto obligadas a dar explicaciones.
En Portugal las autoridades iniciaron investigaciones en varias empresas donde Isabel tenía intereses y en abril de 2020, una corte en Lisboa congeló las acciones de Isabel por un valor cercano a los USD 500 millones en la televisión por cable portuguesa y la compañía de banda ancha Nos; en julio nacionalizaron Efacec una empresa de ingeniería mayoritariamente propiedad de Dos Santos, y posteriormente el Tribunal Internacional de Arbitraje de Países Bajos le ordenó devolver al Estado sus acciones en la empresa portuguesa Galp, por valor de cerca de € 422 millones. Según el falló, Isabel dos Santos y su marido, Sindika Dokolo, muerto en octubre de 2020 en un accidente de buceo en Dubai, se enriquecieron personalmente con propiedades estatales, Dos Santos utilizó la empresa Dutch Exem Energy para obtener las acciones de Galp de forma ilegal y corrupta, por lo que ha fallado que se trata de una compra nula.
Isabel dos Santos y su marido, Sindika Dokolo
En agosto, el hermano de Isabel, José Filomeno dos Santos, fue condenado a cinco años de cárcel en Angola por transferir USD 500 millones del fondo soberano del país, que él dirigía. El sistema de justicia avanza lentamente tanto en Angola como en Portugal, por lo que nadie espera una resolución rápida de los casos contra Isabel dos Santos. Por lo pronto, se mueve libremente entre el Reino Unido y Dubai, y aunque por haber perdido el poder político se ha vuelto vulnerable. Aunque su fortuna se encuentra en mayor medida en paraísos fiscales donde es difícil investigar los dineros, cada día que pasa se derrumba más el imperio que alguna vez tuvo entre sus manos. Sigue dando la pelea, al mismo tiempo que en Angola buscan recuperar lo que les robó ella y su familia.