En los últimos días, en Ibagué solo se habla del concierto de Carlos Vives, evento que busca impulsar el festival folclórico colombiano. Ahora bien, es cierto que si se pretende que la ciudad logre atraer más turistas que impacten de manera positiva la economía local —y con ello mejorar las condiciones económicas y de ingresos a los comerciantes de Ibagué—, un evento de esta categoría es fundamental. Sin embargo, para generar beneficios económicos es importante que dicho evento sea realizado por la iniciativa privada y no por la administración pública.
En otras palabras, que dicho evento sea financiado en su totalidad con los recursos del municipio genera varios interrogantes:
En primer lugar, que la administración no está maximizando los recursos del presupuesto público, en este sentido, el bienestar social se afecta de manera negativa.
En segundo lugar, en una ciudad que se encuentra en el límite del endeudamiento, eventos como el concierto no pueden ser una prioridad frente a necesidades sociales, tales como movilidad, seguridad, educación, entre otros. Es decir, el concierto tiene un alto costo de oportunidad para los ibaguereños.
En tercer lugar, para nadie es un secreto que Carlos Vives se presentará este 30 de junio de 2019 en el Club Campestre de Neiva, con tal sorpresa que la plataforma de ventas para el concierto refleja que más del 80% de la boletería está reservada. Esto evidencia claramente que el evento tiene alta demanda. En este sentido, si el objetivo del contrato era aumentar el turismo en la ciudad, la ejecución del evento tendría que ser realizado por la iniciativa privada y no pública, en la medida que la demanda por el concierto de Carlos Vives se dividiría entre Neiva e Ibagué, garantizando de esta manera un aumento de turistas y en especial de aumento de habitaciones al sector hotelero, restaurantes y comidas.
La teoría de la elección social en economía es clara y para este caso se puede afirmar que el concierto es un bien exclusivo, es decir, se impide que alguien disfrute de sus beneficios. A su vez es un bien rival, es decir, el uso que una persona hace de él disminuye la cantidad disponible para alguien más. En este orden de ideas, los bienes públicos son considerados tanto no rival como no exclusivo.
Aunque el evento fue cancelado por presuntas irregularidades en el contrato, de haberse realizado habría presentado el problema de free-rider, es decir, los individuos tienen un incentivo para disfrutar del beneficio del concierto sin pagar. En este sentido, la cantidad de boletas que tendría a disposición la población sería tan pequeña que ocasionaría que el beneficio marginal social del concierto excediera el costo marginal social, generando sin duda alguna una pérdida irrecuperable de eficiencia.
Ahora bien, con el objetivo de corregir la ineficiencia social del concierto habría sido importante en primer lugar lograr que el concierto se comportara lo más parecido a un bien público, para ello habría sido importante la instalación de pantallas gigantes en varios lugares de la ciudad que permitiera la retransmisión en vivo del evento, garantizando con ello que la satisfacción social aumentara y con ello el concierto se acercara a un bien no rival y no exclusivo.
Finalmente, quiero expresar que el objetivo de esta columna no es atacar ni respaldar la administración municipal, es simplemente aportar al debate. Solo espero que el festival folclórico genere los mejores resultados económicos y en especial que reactive el ciclo económico de la ciudad.
